Análisis de Armageddon Riders (PS3, PC)
Con dos años de retraso tras su salida en PC, los chicos de Targem Games lanzan por fin Armageddon Riders en PlayStation 3 a través del servicio de descarga de PlayStation Network. Un juego que recupera el espíritu gamberro y de diversión directa que ofrecían títulos como el clásico y polémico Carmageddon, tan ideal para pasar esos ratos muertos en los que no sabemos qué hacer.
Diversión directa y sin complicaciones
Lo primero que hay que tener en cuenta, es que no existe ningún tipo de historia que dé sentido a las misiones y a nuestro avance. Simplemente al principio y al final, en un par de párrafos nos explican a grandes rasgos y de manera algo confusa el porqué estamos en Atom City, la ciudad por la que nos moveremos.
Teóricamente ha ocurrido una especie de holocausto y casi toda la población de Atom City se ha convertido en zombis descerebrados hambrientos de carne humana fresca. Pero la ciudad contiene varios artefactos de gran poder, por lo que los más valientes (o locos) se adentran en ella para recuperarlos y hacerse con ellos.
Así pues, nada más empecemos a jugar, estaremos al volante de nuestro primer coche y deberemos de rescatar a unos civiles que están siendo acosados por los muertos vivientes. Una vez hecho eso, ya podremos movernos por la ciudad libremente a nuestro antojo, tanto para explorar, como para desbloquear contenido o dirigirnos a los sitios donde se activan las misiones.
La mecánica de juego es simple. Tendremos que ir cumpliendo misiones de todo tipo, como carreras, rescates, masacrar zombis o recolectar artefactos a contrarreloj, para ir desbloqueando más misiones, tanto principales como secundarias, y nuevos vehículos o piezas para los mismos que podremos comprar con el dinero que obtengamos.
Cada vez que atropellemos zombis, se nos irá rellenando la barra de turbo, que podremos usar cuando queramos pulsando simplemente el botón X. El conducir de manera temeraria y hacer acrobacias o grandes saltos, también nos recompensará con energía extra.
Además, si tenemos equipadas las piezas adecuadas, la energía de esta barra la podremos usar agitando el mando para electrificar a los zombis que nos salten encima y quitárnoslos rápidamente para que no nos hagan daño. En caso de no ser así, deberemos conducir dando giros bruscos o chocando contra algo para aplastarlos. También puede darse el caso de que se nos metan dentro del coche y tengamos que darles puñetazos presionando el stick izquierdo hasta que se salgan.
Existen varios tipos de objetos y potenciadores distintos repartidos por los escenarios que nos servirán para cosas como rellenar al máximo la barra de turbo, curarnos vida o triplicar nuestro daño, entre otros. Todo esto da forma a un juego con un espíritu muy arcade en el que rara vez soltaremos el acelerador y donde los derrapes están a la orden del día.
Las dimensiones de Atom City no resultan especialmente grandes, y considerando que todas las pruebas y circuitos son sobre sus calles, tendremos una sensación de déjà vu constante, al recorrer los mismos sitios una y otra vez. Por suerte, las pruebas resultan lo suficientemente variadas y alocadas como para evitar la monotonía y la repetitividad. Eso sí, algunas de ellas pueden resultar muy largas y hacerse bastante tediosas, aunque no hay demasiadas de este tipo.
Además de las misiones principales, existen otras secundarias que nos servirán para ganar mucho dinero y repartidos por la ciudad se encuentran ciertos objetos coleccionables que nos obligarán a explorarla a fondo para encontrarlos. También se incluye un modo multijugador para 2 personas a pantalla partida en la misma consola y que resulta bastante anecdótico. Por desgracia, no existe ninguna opción para jugar online, lo que limita bastante sus posibilidades.
Completar el juego en sí, centrándonos en las misiones principales, nos llevará unas 4 horas, pero si queremos sacar todos los vehículos, mejoras, objetos coleccionables, completar todas las misiones secundarias, y conseguir el trofeo de oro de cada prueba, tendremos juego para rato. No es especialmente difícil, pero nos requerirá poner algo de atención y de dedicación.
Técnicamente irregular
El aspecto gráfico del juego, suele darnos una de cal y otra de arena constantemente. Visualmente el juego no luce mal, aunque tampoco destaca demasiado. Modelados, texturas y animaciones simples, que se ven compensadas por la buena recreación de Atom City, mostrándonos detalles que reflejan muy bien ese ambiente de decadencia y caos apocalíptico, como encontrarnos en mitad del centro de la ciudad un avión destrozado incrustado en un edificio.
Las animaciones de los zombis son bastante acartonadas, aunque es de agradecer la gran cantidad de formas en las que pueden morir según como choquemos contra ellos o según el arma que utilicemos. Generalmente todas suelen acabar en una buena dosis de sangre salpicando la pantalla. Las físicas de los coches en cuanto a impactos, no es muy brillante. A pesar de que notaremos como se van rompiendo y deshaciendo por todos lados con los impactos, no los sufren de acuerdo a los impactos que reciben.
Donde no se puede poner ninguna pega es a la velocidad. Armageddon Riders es un título muy rápido, en el que alcanzaremos grandes velocidades sin que la tasa de imágenes por segundo se resienta en ningún momento. Por desgracia, la sincronización vertical de la imagen falla bastante, haciendo que la pantalla se corte y vibre constantemente, lo que acaba repercutiendo muy negativamente en su aspecto final. Una pena.
En cuanto al apartado sonoro, la banda sonora es de calidad, con temas vocales que casan perfectamente con ese espíritu gamberro y fiestero que inunda toda la partida, pero resulta muy limitada y escasa. En 20 minutos habremos oído todo el repertorio, por lo que nos cansaremos muy rápido de oír las mismas canciones una y otra vez sin parar.
Conclusiones
Armageddon Riders es un título que con su filosofía de coger el mando y jugar directamente, sin ningún tipo de complicaciones por medio, resulta muy divertido y especialmente recomendable para partidas de 20 minutos en esos ratos de aburrimiento en los que no sabemos qué hacer.
Por desgracia, diversos aspectos como su irregular apartado gráfico, la falta de modos online, su escasa y repetitiva banda sonora o la falta de una historia con un poco más de peso, lastran el resultado final de un juego que podría haber llegado mucho más lejos.