Análisis de Knights of the Temple (PS2, PC)

TDK Mediactive ha perdido buena parte de su fuerza con la compra por parte de Take Two de su división americana. Sin embargo, sigue en funcionamiento en Europa, con desarrollos como el reciente Conan o este Knights of the Temple obra de Starbreeze Studios, creadores de Enclave. Nos trasladamos a la época medieval de las cruzadas, controlando a Paul, un joven que se ve involucrado en una aventura contra las fuerzas del mal, que no son precisamente las musulmanas, sino las de un obispo maléfico que, tras asesinar a su amigo, ha secuestrado a una joven (Adele) con poderes y quiere utilizarlos para abrir la siempre recurrente puerta al infierno. Paul, caballero templario novato, tendrá que deshacer el entuerto.

La primera impresión suele marcar bastante y la de Knights of the Temple no es muy buena, se trata de uno de esos juegos que mejora según pasan los minutos, debido sobre todo a que se trata de un título de acción casi "yo contra el barrio" y al principio nuestras habilidades estarán muy limitadas, así como el tipo de enemigos a los que hacer frente. El juego intenta simular, con relativo éxito, una lucha de espadas medieval con las pesadas armas que de aquella se utilizaban. A lo largo de la aventura contaremos con tres tipos de armas (espadas, hachas y mazas) y un arco. Podremos cambiar de arma pulsando los botones de la cruceta digital del mando de nuestra consola.

Contaremos con dos ataques básicos, que podremos combinar para hacer combos que también iremos aprendiendo a medida que avancemos por el juego. Estos ataques también variarán según el contexto, contando con un útil "golpe hacia atrás" cuando tengamos enemigos por la espalda. Complementando estos combos, tendremos los llamados ataques especiales, que se nutren de una barra de energía que siempre está recuperándose automáticamente, y los poderes mágicos, que usan una barra de maná que se llena al derrotar a los enemigos. Iremos aprendiendo estas habilidades a medida que avancemos por el juego.

KOTT no solo está compuesto de acción, sino que también posee un pequeño elemento de puzzle, no muy complicado, lo que hace que el juego no se haga tan monótono como es de esperar, aunque hay que decir que los puzzles pecan de excesiva simpleza, siendo del estilo "activar interruptor para abrir puerta" o "encontrar llave para abrir puerta". El juego, como todos los de su género, es absolutamente lineal.

Algo curioso que hay que comentar acerca de Knights of the Temple: Infernal Crusade es su peculiar sistema de cámaras. La cámara es fija, presentando la perspectiva desde una esquina o pared del escenario, y cambiará de perspectiva según pasemos por varios puntos, al estilo de Devil May Cry. A la hora de combatir con los enemigos la cámara sigue cambiando de perspectiva si pasamos por dichos puntos, y se crea un efecto muy curioso que encaja muy bien con la temática medieval del juego y que recuerda a las típicas películas con duelos a espada de los años 60 o 70. Sin embargo, la ambientación cinemática que otorga este juego de cámaras se ve ensombrecida por los problemas de control que termina acarreando para el jugador.



Durante el juego recorreremos multitud de escenarios con un marcado toque medieval, generalmente bien diseñados –aunque lastrados por un apartado gráfico no muy brillante en el profundizaremos a continuación-, como un monasterio (donde Paul descubre a su amigo asesinado y las intenciones del controvertido obispo), catacumbas o las ruinas de una ciudad. Los escenarios gozan de un diseño artístico acertado, con el estilo arquitectónico que se puede esperar del siglo XII o XIII, pero de nuevo, insistimos, con ciertas limitaciones técnicas.

El apartado gráfico es estándar en Xbox y muy mediocre en PlayStation 2, siendo una de las pruebas de cómo un motor 3D de PC puede tener muchos problemas para adaptarse a la máquina de Sony (Unreal Tournament PS2 fue en su día otro buen ejemplo). Los escenarios gozan de una buena cantidad de polígonos, pero la animación, el modelado y las texturas no están a la altura de las máquinas donde corre el juego ni tampoco a los tiempos que idem. Las escenas cinemáticas, por su parte, están generadas en el motor del juego y tienen una buena dirección aunque de nuevo ensombrecida por lo limitado del apartado técnico.

Por otra parte, el apartado sonoro no está nada mal. TDK Mediactive es una de esas compañías que pese a no ser muy grandes siempre pone la carne en el asador a la hora de localizar un juego, y Knights of the Temple está completamente en castellano, al contrario de otras como los gigantes japoneses. El doblaje del juego es bueno, los FX los que se pueden esperar (choques de espadas, metal atravesando carne, etc...) y la música ambienta muy bien.

En la versión Xbox, la mejor de las disponibles para consola, hay posibilidades de Xbox Live, aunque únicamente para descargar unos pocos niveles para el modo Survival del juego, que no necesita explicación. Además, según vayamos avanzando iremos desbloqueando extras a los que podremos acceder desde el menú principal.


Knights of the Temple: Infernal Crusade no parte de un mal concepto pero el resultado es mediocre. Además de su descuidado y desfasado apartado técnico, que no está exento de bugs posiblemente por falta de tiempo de optimización, su jugabilidad no aporta nada novedoso a un género que ya de por sí comienza a provocar el bostezo en muchos jugadores por su mecánica en exceso monótona. Aunque existen varios tipos de armas, multitud de combos y varios ataques especiales y mágicos, los enemigos no presentan un gran desafío más allá de sus peculiaridades (mayor fuerza, resistencia o ataque), sin actuar inteligentemente contra nosotros y aprovecharse de su superioridad numérica para darnos algún disgusto.

Por otra parte, y esto ya entra dentro de la opinión muy personal, estando tan de moda el tema de las organizaciones secretas (causa o efecto de las ventas del Codigo Da Vinci) y siendo las cruzadas siempre un tema interesante (porque los conflictos en Oriente Próximo son un tema de actualidad), la historia del juego podría haber incidido en las peculiaridades de los Templarios o derivado en una visita a los lugares santos, en vez de recurrir al típico religioso demoníaco. En definitiva, un título que no obstante se deja jugar y puede enganchar, pero con bastante sombras para que un usuario se piense la adquisición del juego un par de veces, alquiler mediante.