Análisis de Tokyo 42 (PC, Xbox One)
Es curioso cómo un juego como Tokyo 42, que bebe de distintas fuentes que no oculta en ningún momento, puede resultar original y tener personalidad propia, simplemente por su peculiar manera de mezclar unos ingredientes que ya hemos visto otras veces. Un mundo abierto en el que te metes en la piel de un asesino a sueldo, que te permite resolver las situaciones con sigilo o acción directa, con misiones principales y secundarias, y unos cuantos coleccionables, en un principio no suena demasiado fresco. Pero basta apostar por una perspectiva distinta o no habitual, para ofrecer un juego bastante original.
Con una llamativa y poco habitual ambientación cyberpunk muy colorida, estamos ante una especie de mezcla de los primeros Grand Theft Auto en 2D y sobre todo de Syndicate, el clásico de Bullfrog de 1993, que tuvo también una atractiva secuela tres años más tarde con Syndicate Wars.
Tokyo 42 hereda su perspectiva isométrica y el mundo abierto, y por unos motivos argumentales un tanto vagos, nos obliga a comportarnos como un asesino que tiene que realizar todo tipo de encargos.
Al principio cuesta acostumbrarse a su peculiar perspectiva, que nos permite colocar la cámara en ocho ángulos diferentes, algo necesario para movernos por toda la ciudad, sin duda de lo mejor del juego, ya que es un puzle en sí mismo el hecho de movernos por ella y desentrañar todos sus secretos. Como podéis apreciar en las imágenes, el tamaño de nuestro personaje es muy reducido, y es fácil perderlo de vista en las situaciones más movidas, o no calcular bien las distancias y la altura en lo saltos. Hay algunas ayudas visuales para ello, y es algo a lo que te acabas acostumbrando.
Pero como os podéis imaginar en los tiroteos es cuando su peculiar perspectiva ofrece mayores problemas, con enemigos que vienen desde todos los ángulos. Es un juego exigente, morimos al recibir un solo disparo, y las escenas de acción a veces se convierten en una especie de bullet hell, con balas en todas direcciones, con la cámara convirtiéndose en uno de nuestros mayores enemigos.
Es contradictorio, pero su mayor elemento de originalidad, la perspectiva isométrica, es a la vez uno de sus mayores problemas, y dependerá del jugador que te acabes acostumbrando más o menos a su peculiar propuesta. Los controles tampoco ayudan demasiado, son un tanto confusos y poco fiables, y algo tan simple como apuntar a un enemigo que está a una altura diferentes de la tuya, está resuelto de una manera bastante engorrosa.
Por suerte, como si el juego fuera muy consciente de todos sus problemas, los puntos de control son muy abundantes, incluso dentro de las misiones, y nunca llega a ser demasiado frustrante que te maten, ya que sueles reaparecer unos segundos antes de pifiarla. Siempre que aprendas a usar inteligentemente los múltiples puntos de guardado que hay en la ciudad, representados por unas máquinas expendedoras.
Parecen demasiadas pegas, tanto la cámara como los controles, pero eso lo suple Tokyo 42 con mucho encanto y personalidad, pese a que no son sus únicos defectos. La estructura es la de cualquier juego de mundo abierto contemporáneo, en el que tenemos una serie de misiones principales y secundarias, y unos cuantos coleccionables que nos motivan a explorar la ciudad.
Hay una historia que nos guía de un lugar a otro, con cierto humor negro que se agradece, pero es muy floja e incluso está mal contada, y se siente como una mera excusa para ponernos a realizar asesinatos. La mayor parte de las misiones principales consisten en asaltar un lugar lleno de enemigos y acabar con un blanco en concreto, y lo podemos hacer a tiro limpio, con sigilo o mezclando ambas vertientes. De hecho, en casi todas las misiones se pueden conseguir tres tipos de medallas: ninja (evita que te vean), ronin (elimina a todos los enemigos) o roninja (elimina a todos los enemigos sin que te vean), lo que da un toque de rejugabilidad, y nos demuestra que se puede jugar de varias maneras.
Jugando con sigilo Tokyo 42 funciona muy bien; podemos movernos agachados, los enemigos tienen un indicador que nos dice cuándo nos están viendo, y podemos acabar con ellos con una katana sin armar mucho escándalo. Es un poco absurdo que no se alerten al ver los cadáveres de sus compañeros, pero el juego no pretende nunca ser una gran aventura de infiltración. También podemos camuflarnos entre ellos usando un traje, a lo Hitman, aunque esta es una habilidad que consume energía y no podemos usar ilimitadamente.
A la hora de disparar, contamos con un arsenal razonablemente amplio de pistolas, rifles y ametralladoras, un rifle de precisión, granadas y hasta un lanzacohetes, una gran variedad de armas que tenemos que ir desbloqueando en el mercado negro, a cambio de dinero, por lo que esto nos empuja a realizar misiones secundarias para ir amasando fortuna.
Es quizás en este tipo de tareas donde el juego se muestra más variado, con misiones en las que tenemos que acabar con una banda entera, usar un gato rastreador, escoltar a un personaje o hacer parkour, en unas pruebas contrarreloj. Pero, aunque sean muy parecidas entre sí, las misiones principales son las más interesantes, y las que te obligan a visitar todos los rincones de la interesante ciudad en la que transcurre la aventura.
Hay otros motivos para explorarla, como casi 100 coleccionables distintos, y los puestos de guardia, que son unas bases repletas de enemigos que tenemos que eliminar. Por ello, aunque la historia principal se puede completar en unas 5 horas aproximadamente (25 misiones), luego con las secundarias (67) y todos los coleccionables, la duración se multiplica.
Porque además del modo para un jugador, Tokyo 42 también cuenta con un curioso multijugador, en el que en unos mapas específicamente diseñados para este modo, tenemos que encontrar primero a los asesinos rivales, que se camuflan entre la muchedumbre, y después eliminarlos, en un modo de juego que nos ha recordado al multijugador de los Assassin's Creed de hace unos años. Aunque está curioso, no le vaticinamos mucho éxito la verdad, ya que ahora mismo es muy complicado encontrar partida, y eso que se acaba de poner a la venta el juego.
Gráficamente Tokyo 42 es muy vistoso, gracias al generoso uso que hace del color, y es genial recorrer cada rincón de la ciudad descubriendo pequeños detalles y curiosidades, en una Tokio que bajo una fachada amable y aséptica, esconde una sociedad muy oscura. Es una pena que al escenario en el que transcurre la aventura, muy trabajado, no le acompañe una historia a la altura.
Tampoco nos ha gustado demasiado el sonido, con unas melodías ambientales que cumplen bien su función, pero que no se saben adaptar adecuadamente a lo que está pasando en pantalla, y a veces resulta extraño estar enfrascado en un frenético tiroteo mientras suena una música más propia de un ascensor, a lo que tampoco ayudan unos efectos de sonido poco contundentes y variados. El juego no tiene voces, pero sí textos, traducidos al castellano.
Una aventura de acción con encanto
Pese a que tiene problemas importantes, como la cámara con la que te acabas peleando más de la cuenta, unos controles que no están del todo bien resueltos y una historia muy floja, Tokyo 42 es un juego relativamente original y fresco, con mucha personalidad, y si eres capaz de tolerar sus carencias y te gusta lo que propone, estamos seguros que vas a saber disfrutarlo.
Hemos realizado este análisis en su versión de PC con un código de descarga que nos ha proporcionado Mode 7.