Análisis The Ramp, skate zen-cillito (PC, Switch)
Durante un tiempo los juegos de skate fueron todo trucos, puntuaciones, combos y saltos imposibles, una representación arcade de un deporte que, en realidad, está casi en lo opuesto de ese frenetismo gamberro que le imbuyeron: el skate tiene más que ver con técnica, repetición, concentración y momento, claves que poco a poco se fueron integrando en el videojuego para dar paso a una época en la que el género tonteó más con la simulación que con el arcade. The Ramp, el indie que nos ocupa, es heredero de esa representación realista y respetuosa del patinaje urbano, pero al mismo tiempo se coloca en un espacio cercano al mero disfrute, una intersección complicada que aquí se ha conseguido llevar a cabo con soltura mediante el minimalismo.
Desarrollado por una sola persona, Paul 'Hyperparadise' Schenpf, The Ramp sigue la línea de juegos como Lonely Mountains Downhill o art of rally, títulos que convierten una disciplina en un lugar virtual de disfrute. En su definición oficial leemos que es un "juguete digital para los amantes del skateboard", y así lo entendemos: por apenas cinco euros en Steam conseguimos cuatro dioramas en los que patinar sin presiones, uno de esos juegos ideales para mantener siempre instalados en nuestro PC e ir visitando cada vez que necesitemos un momento de relajación. O no, porque quienes busquen auto imponerse retos también encontrarán esa posibilidad en las cuatro rampas disponibles.
Siente el flow del skate
La intención de Paul, creador de The Ramp, fue "capturar el increíble flow" del skate, según él mismo reconoce, algo para lo que eliminó cualquier tipo de distracción habitual en los juegos del género. Para hacer esta adaptación, el autor marcó varios puntos estratégicos que hacen de The Ramp un videojuego único: la cámara se mantiene siempre fija, dejándonos ver el escenario en tres cuartos desde un ángulo imposible de mover, el personaje siempre va subido a la tabla y siempre salta a la pista desde el mismo punto. Los niveles, además, son preciosos dioramas de tamaño muy reducido (a veces demasiado) en los que apenas hay obstáculos contra los que podamos chocar.
¿Qué hay más allá de eso? Nada. No hay objetivos, no hay puntuaciones. Tampoco desbloqueables, complementos cosméticos, secretos… The Ramp es, efectivamente, un juguete con el que divertirnos, relajarnos o autodesafiarnos cuando queramos y en la intensidad que queramos. Podríamos incluso percibirlo como un pequeño sandbox con el que interactuar al gusto: ¿quieres obsesionarte con hacer un truco en determinado punto del mapa? Está bien. ¿Quieres dar vueltas con tu skate en una piscina vacía mientras suena música lo-fi? De acuerdo. ¿Quieres lanzar a tu personaje en saltos imposibles porque te gusta ver cómo se estrella cual muñeco de trapo? Un poco raro, pero vale.
Minimalismo jugable
Eso sí, sería un error pensar que The Ramp es un juguete de skate que no tiene nada que decir con respecto al género, una mera adaptación sencilla del patinaje urbano. Lo cierto es que Hyperparadise ha conseguido su objetivo de representar el flow de este deporte y no lo ha hecho por casualidad; para empezar, el sistema de movimiento es bastante más profundo de lo que se podría esperar, una mecánica muy bien afinada que nos invita a entender la inercia del skater basándonos en cómo los patinadores reales mueven sus cuerpos en la pista: con el botón A nos agachamos y al soltarlo nos levantamos, una acción simple con la que tenemos que ganar impulso para conseguir distancia suficiente y realizar los trucos que queremos.
De nuevo, minimalismo. Al principio los controles de The Ramp son algo obtusos, incluso después de pasar por su tutorial, pero después vamos ganando confianza con ellos hasta dejar de pensar cuándo debemos agacharnos o no. Tal y como ocurre en el skate, en realidad. Todo lo que consigamos realizar en The Ramp dependerá de lo bien o mal que entendamos el movimiento del personaje, porque al final todo se concentra en el control de la inercia y la trayectoria. Nadia va a librarnos de caernos muchas veces intentando realizar un truco específico, pero cuando consigamos comprender el movimiento y fluir sobre la tabla vamos a descubrir un gratificante juego de skate como hay pocos.
Al llegar a ese momento es inevitable echar en falta más contenido: queremos más mapas en los que poner a prueba nuestras habilidades, queremos objetivos que nos fuercen a entrar cada día a conseguir un 1080º en un escenario concreto, queremos una tabla de puntuaciones en la que compararnos con el resto de jugadores de todo el mundo… ¿Puede The Ramp convertirse en eso? Nadie puede asegurar que no, pero en realidad iría contra su esencia conceptual; quizás no es difícil llegar a implementar mecánicas que artificialmente alarguen la experiencia dándonos objetivos vacíos, como hacen otros muchos juegos, pero evidentemente este no lo necesita.
Conclusiones
Un skate, una rampa y un patinador. Con esos tres elementos, The Ramp consigue establecerse como uno de los mejores juegos de skate que podemos tener instalados en nuestro ordenador. Precisamente eso es lo que pretende, al parecer, crear un lugar en el que patinar sin presiones, objetivos ni puntos. Una experiencia relajada y sencilla, que no fácil, en la que se combinan varias tendencias en alza: juego zen, música lo-fi relajada, estética low-poly con hermosos escenarios en diorama... A eso le sumamos que el skate es un género en pleno renacimiento y tenemos el juguete perfecto para disfrutar sin pensar; barato, gratificante y bonito. ¿Le vendría bien más contenido? Seguro, pero llegue o no, este proyecto ya merece la pena porque consigue justo lo que se propone: ser sencillamente un juguete de skate.