Análisis de The Bridge (PC, Xbox 360)
Encontrar en las tiendas juegos que consigan innovar y ofrecer algo nuevo resulta cada vez más complicado, especialmente si consideramos el gusto que tienen las grandes empresas por las mecánicas tradicionales. Por suerte, con la llegada de los juegos independientes hemos podido disfrutar de todo tipo de rarezas únicas, como los exitosos Minecraft, Limbo o Braid. Ahora le llega el turno a The Bridge, un título de puzles que nos ha sorprendido enormemente por la calidad que desprende. Si queréis saber lo que esconde en su interior no tenéis más que seguir leyendo.
"Caminar por lo imposible es más fácil de lo que parece"
No tardaremos demasiado en darnos cuenta de que The Bridge es un juego que va al grano. Una vez iniciemos el programa veremos a nuestro protagonista durmiendo debajo de un árbol y unas flechas indicándonos izquierda y derecha. Al pulsar una de esas direcciones en nuestro teclado descubriremos que el mundo se inclina hacia ella, por lo que comenzamos a inclinarlo de un lado a otro para zarandear el árbol y provocar que caigan manzanas, hasta que una de ellas aterriza sobre el personaje principal y lo despierta.
Tras esto, volvemos a recibir una indicación en pantalla que nos señala las teclas A y D, gracias a las cuales podremos mover a nuestro avatar virtual. Por tanto, nos ponemos a andar mientras inclinamos el mundo para ayudarnos con las cuestas más complicadas, hasta que finalmente llegamos a nuestro hogar. Allí vemos una puerta con un uno escrito en números romanos que atravesamos pulsando W, lo que nos llevará al primer nivel real.
Y estos son todos los controles de los que hace gala su jugabilidad. Como habéis visto, en tan solo unos segundos nos han enseñado a jugar sin la necesidad de pasar por largos y complejos tutoriales, ni obligarnos a tragarnos una interminable introducción que nos ponga en antecedentes. Ni siquiera por un menú principal, pues comenzamos jugando. A partir de aquí seremos nosotros quienes tengamos que experimentar para descubrir cómo funcionan las distintas mecánicas que vayan saliendo a nuestro paso, ya que no recibiremos mensajes de tutorial explicando para qué sirve cada cosa nueva que encontremos, desligándose así de la tendencia que hay actualmente de llevar de la mano al jugador para que no se pierda.
Como muchos habréis podido adivinar tras este comienzo, la narrativa de la que hace gala el juego recuerda mucho a la de Braid, ya que esta está integrada dentro de la propia jugabilidad y solo unos escuetos mensajes nos irán dando pistas de lo que está pasando, aunque no será hasta el final cuando todo cobre sentido. Pero tal y como era de esperar, este es el aspecto más secundario del título y el menos relevante.
Volviendo a su jugabilidad, The Bridge nos plantea 24 niveles distintos donde nuestro único objetivo será atravesar la puerta que se encuentra en cada uno de ellos. Esto sería fácil si no fuera porque todas las pantallas están formadas por estructuras imposibles, donde las leyes de la física no son lo que parecen y donde la perspectiva jugará con nuestra mente para intentar engañarnos. Nuestro ingenio, girar el escenario y caminar serán nuestras únicas herramientas para resolver estos rompecabezas, por lo que olvidaros de un botón de salto o algo similar que requiera un mínimo de habilidad o destreza manual.
Gracias a la simpleza de sus controles podremos centrarnos al 100% en resolver los puzles y no tendremos ninguna clase de distracción externa. Pero todo esto caería en saco roto si los puzles no estuvieran bien diseñados, algo que por suerte no pasa. Todos ellos responden a una lógica que tendremos que desentrañar a medida que jugamos con los elementos de los escenarios, como bolas asesinas que si nos tocan nos matan o vórtices que atrapan a todo lo que se acerca a ellos. A veces no bastará simplemente con llegar a la puerta de turno para poder atravesarla, ya que pueden requerirnos conseguir primero una llave o ser de un color distinto (en los niveles más avanzados podremos cambiar entre blanco y gris en una especie de teletransportadores, los cuales nos llevarán al lado contrario de la superficie en la que nos encontremos).
Tenemos que tener en cuenta que cuando giremos el mundo también se moverán todos los elementos móviles de la pantalla, algo que será fundamental para resolver los niveles, ya que si hacemos un mal movimiento podemos provocar que una bola necesaria para activar un interruptor o una llave para abrir una puerta se deslicen hasta el vacío, imposibilitando la resolución del puzle. Por suerte, si mantenemos pulsada la barra espaciadora del teclado, retrocederemos el tiempo hasta donde queramos, algo que nos será muy útil cada vez que creamos que no vamos por el camino correcto. Además, esto nos animará a experimentar y a probar cosas nuevas, ya que no hay un "Game Over" como tal, puesto que si morimos nos bastará con retroceder.
El nivel de dificultad está muy bien medido, planteándonos retos más o menos simples en el primer mundo que poco a poco se van complicando en el segundo y en el tercero para finalmente ponernos contra las cuerdas en el último. A nivel general casi todas las pantallas nos dejarán satisfechos cuando las superemos, aunque no es hasta el tercer mundo cuando el reto se vuelve lo suficientemente estimulante. Completar la aventura nos llevará unas dos horas sin usar pistas (se incluye la opción de consultar pistas si nos atascamos, algo que no os recomendamos usar), aunque nos os alarméis, ya que The Bridge no acaba aquí.
Una vez nos lo pasemos, se desbloqueará el mundo invertido, el cual nos desafiará a volver a superar todas las salas, pero con la diferencia de que estas se muestran como si las estuviéramos viendo reflejadas en un espejo. Pero este no es el único cambio que detectaremos, ya que la dificultad en esta segunda vuelta se dispara enormemente. En ella, todos los niveles presentan elementos extras que dificultarán nuestro avance mucho más de lo que inicialmente puede parecer. Esto es así hasta el punto de hacernos creer que todo lo que hemos jugado hasta entonces no era más que un mero preparatorio, aunque también nos recompensará a cambio con un enorme sentimiento de satisfacción por cada puzle resuelto.
Completar esta segunda vuelta puede llevarnos perfectamente más del doble de tiempo que la primera, por lo que la duración total del título oscila entre las cinco y las ocho horas, algo que dependerá de cada jugador y de lo mucho o poco que se atasque. Además, si conseguís superar el mundo invertido veréis el auténtico final, aunque el desafío que presenta ya será suficiente para que queráis seguir estrujándoos las neuronas nivel tras nivel. Después de eso, si queréis alargar todavía más su duración, podréis buscar los trozos ocultos de un cuadro e intentar conseguir los logros que os falten.
A nivel visual poca pega podemos poner, ya que cuenta con un diseño artístico exquisito y muy cuidado, con el cual se intenta emular la sensación de estar jugando con un título dibujado a lápiz. Como consecuencia, todo presenta un aspecto en blanco y negro. También hay que destacar la genialidad de los escenarios y los fondos, ya que no solo resultan visualmente impactantes y llamativos por sus formas imposibles, sino que estos son un elemento clave de su jugabilidad. Arte y diseño van de la mano con lo jugable en The Bridge, formando un todo único. En cuanto al sonido no hay demasiado que destacar, la banda sonora ambienta bien y cumple su función, aunque su falta de variedad hace que se repita demasiado y apenas le prestemos atención.
Conclusiones
The Bridge tiene prácticamente todo lo que se le puede pedir a un juego de puzles: es simple y fácil de jugar, desafía a nuestro ingenio constantemente, ofrece una experiencia fresca y original y su apartado visual atrapa desde el primer instante. Por pedir nos habría gustado que durara algo más, ya que se hace corto, y que la banda sonora estuviera más inspirada y fuera más variada. Pero no son más que pequeños defectos para un juego que vale cada céntimo que cuesta y que sabrá satisfacer de sobra a todo aquel con ganas de poner a prueba su mente.