Análisis Simon the Sorcerer: Origins: La divertida aventura gráfica de siempre, actualizada a los tiempos modernos (PC, PS5, Xbox Series X, PS4, Xbox One, Switch)
Las aventuras gráficas poseen una magia especial, algo que las distingue del resto de géneros de la industria. Ese algo es lo que nos empuja a seguir disfrutando tanto de viejos clásicos como de propuestas modernas que intentan adaptar el género a los tiempos que corren. Si hace unos pocos meses tuvimos el enorme placer de disfrutar de The Drifter, un ejemplo reciente de cómo trabajar con un estilo píxel art heredero de los grandes clásicos tanto por su estética como por su jugabilidad, hoy le toca el turno a otra propuesta que apuesta por la otra cara de la moneda: en vez de tratar de evocar tiempos pretéritos con su propuesta visual, opta por el uso de animaciones modernas y más placenteras a la vista. Sin embargo, lo hace con la venia de emplear a uno de los personajes más carismáticos y queridos por los aficionados, un auténtico clásico de los noventa: Simon, el divertido hechicero.
Con claras reminiscencias series de culto como Discworld o la archiconocida Monkey Island, esta franquicia creada originalmente por los británicos Adventure Soft empleaba como trasfondo un mundo de fantasía clásica vista desde los ojos de un joven e irreverente mago que no se toma en serio nada de lo que le rodea. Su característico sentido del humor fue concebido como una forma de cambiar el tono serio de otras franquicias que empleaban un trasfondo similar para dotar a esta de un toque humorístico que, con el paso del tiempo y de los distintos capítulos que fueron viendo la luz a lo largo del tiempo, se acabaron convirtiendo en su principal seña de identidad.
Ahora que han pasado quince años desde el lanzamiento de su último episodio, Simon the Sorcerer 5: Who’d Even Want Contact, y más de treinta desde que debutase la mítica primera entrega en DOS y Amiga, el estudio italiano Smallthings Studios, propietarios de la propiedad intelectual, ha decidido devolver a este mítico personaje a la actualidad a través de una precuela con la que descubriremos sus orígenes. Simon the Sorcerer: Origins es, además de una vuelta a los orígenes, una interesante forma de trasladar el género a los tiempos que corren sin que este pierda la autenticidad que siempre lo caracterizó. Para saber cómo se ha logrado tal gesta, solo tenéis que seguir leyendo.
Una vuelta a los orígenes
En su última aventura, Simon salvó el mundo paralelo de fantasía en el que se ha vivido sus aventuras de una divertida invasión alienígena. La quinta entrega oficial iba a tener una secuela que nunca vio la luz, pero que básicamente tenía previsto continuar narrando las historias de un mago cada vez más encaminado a la vida adulta. Para evitar retomar este incierto camino, Smallthings Studios tomó la decisión de centrarse en los orígenes del personaje, lo que permite, además de ofrecer una buena dosis de autorreferencias en las que se mezclan pasado, presente y futuro, entender un poco mejor dónde y cómo conoció a algunos personajes secundarios recurrentes de su universo.
A decir verdad, el argumento de Origins no es excesivamente complejo. Más bien sucede todo lo contrario, ya que aquí se plantea la clásica historia de fantasía en la que vemos cómo un chaval bastante despierto descubre, por los caprichos del destino, una puerta a un mundo paralelo al nuestro. Allí conocemos a nuestro mentor, Calypso; nos enfrentaremos de nuevo con nuestro archienemigo, Sordid; y nos reencontraremos con nuestro fiel (y agresivo) amigo perruno Chippy. Las bromas con respecto al hecho de que el espectador ya los conozca de aventuras previas son constantes, así como los guiños en forma de comentarios que suelen lograr arrancarnos una sonrisa por el siempre implacable efecto de la nostalgia. El sentido del humor británico sigue presente en todos los aspectos de la aventura, tanto en la forma de narrarla como en la puesta en escena de situaciones que a veces rozan el absurdo.
Todo esto que comentamos es, a fin de cuentas, lo que caracteriza a Simon the Sorcerer, donde importa no tanto lo que se narra, sino el cómo. En este sentido se ha mantenido el espíritu de aventura gráfica que nos lleva a hablar con estrafalarios personajes secundarios que emplean un tono divertido (a veces sarcástico e irónico, a veces simplemente hilarante) mientras buscamos objetos que nos permitan solucionar los puzles que bloquean nuestro progreso. Gracias en gran parte al trabajo en el doblaje de Chris Barrie, la personalidad de Simon logra ser lo suficientemente entretenida como para que siempre encontremos un motivo para seguir indagando o tratando de descubrir cuál es el próximo paso que hemos de dar para lograr, por ejemplo, acceder a la academia de magia, nuestro primer gran objetivo, para el cual tendremos que obtener una serie de objetos dispersos por el mapa.
El humor de siempre, la exploración de ahora
Hay dos elementos fundamentales en cualquier aventura gráfica que se precie: el estilo que empleamos para explorar los escenarios y la dificultad de los puzles que tenemos que solventar para terminarla. Origins hace un muy buen trabajo en el primero, con un sistema de control que, además de emplear un sistema point and click simplificado, permite disfrutar también si jugamos con un mando en vez de con un ratón. Podemos optar por un estilo más tradicional, señalando con el cursor el lugar y objeto con los que queremos que Simon interactúe, o moverlo directamente con el stick analógico, lo que también nos permite tener un mejor control de los elementos con los que podemos interactuar de nuestro alrededor. Sendos sistemas son igual de prácticos y el uso de uno u otro depende completamente de nuestras preferencias.
Como es lógico, a la hora de observar el mundo que nos rodea es muy importante que haya un estilo gráfico que nos incite a ello. En Smallthings Studios se han tomado muy en serio actualizar este aspecto del juego sin perder la esencia clásica de los originales, empleando fondos pintados a mano y personajes que muestran una interesante variedad de animaciones. Nos ha gustado mucho la sensación de explorar un mundo fantástico repleto de pequeños detalles, como transeúntes que aparecen de cuándo en cuándo en primer o segundo plano de la pantalla, generalmente en tono cómico, así como también la variedad de ubicaciones que visitamos. Sin embargo, y aunque la mayor parte de las animaciones no están nada mal, sí hemos tenido la impresión de que no todas están al mismo nivel técnico, por no hablar de que muchas otras se repiten hasta la saciedad. Hay pequeños detalles, como ver cómo Simon se marea si empezamos a hacer que gire sobre sí mismo, que enriquecen una experiencia visual que, por lo demás, es notable, como también lo es la parte sonora, con un excelente doblaje y una loable traducción al español.
El ensayo y error, nuestro mejor compañero
Con respecto al segundo elemento, los puzles, hemos tenido sensaciones encontradas. Para los que tengan experiencia en el género no debería de ser nada extraño el hecho de que en muchas situaciones tengamos que emplear técnicas poco ortodoxas, por así decirlo, para solucionar puzles o retos de distinta clase. Por ejemplo: esa llave que necesitamos para abrir el cajón del dinero en una iglesia de la que queremos robar el dinero cuelga del cuello de un borracho que duerme plácidamente sobre la mesa de una taberna. ¿Cómo podemos quitársela? Muy sencillo… O tal vez no tanto. El problema no son los puzles en sí mismos, que no se salen de los márgenes a los que el género nos tiene acostumbrados, sino más bien la forma de solucionarlos, que en ocasiones tiene poca o ninguna lógica. En este caso, el propio Simon repite en varias ocasiones que es mejor "no despertar" al señor que duerme, por lo que tendremos que ir probando con todos y cada uno de los objetos del inventario hasta que por fin demos con el que, por alguna misteriosa razón, sirve para desentrañar el misterio.
Esta sensación que aquí ejemplificamos se repite con demasiada frecuencia durante la partida, lo que lleva a sentir cierta frustración en momentos puntuales en los que nos veremos recorriendo los mismos escenarios una y otra vez hasta que demos con la solución adecuada. Es decir: acabaremos abusando del infalible estilo de ensayo y error que sí, ya sabemos que suele ser
habitual en estas lides, pero del que echamos de menos que tenga algo más de coherencia y lógica. Simon tampoco es de mucha ayuda en este sentido, dado que la mayoría de sus comentarios son tan graciosos como poco prácticos para tener una pequeña idea de cómo o por dónde continuar. No hay ayudas ni pistas que nos faciliten la vida, así que, si nos trabamos en algún punto específico, tendremos que optar por emplear los métodos tradicionales para salir del atolladero. Eso, o grandes dosis de paciencia.
Con el claro propósito de añadir algún toque nuevo y auténtico, Smallthings ha añadido la posibilidad de aprender hechizos con los que podemos dar una nueva vuelta de tuerca al uso de los objetos. La mecánica nos ha parecido muy interesante, pero su uso en la práctica es más bien residual y, de nuevo, vuelve a consistir más en probar una y otra vez qué podemos hacer con ellos que en emplearlos de forma práctica o coherente. Los puzles en sí son brillantes, las ideas que se plantean son divertidas y, cuando damos con la solución, provocan en nosotros una enorme sensación de recompensa, pero no podemos negar que en algunos momentos hemos tenido, como venimos comentando, la impresión de que a veces la solución a estos no es cuestión de lógica, sino más bien de ir probando a ver qué funciona y qué no. Hay elementos, como un mapa que nos permitirá desplazarnos mágicamente al instante y un diario de objetivos, que nos ayudarán a paliar un poco esta sensación y que, sin duda, son de agradecer, pero al mismo tiempo que esto es así, tenemos que lidiar con un inventario poco práctico que a veces tiende a ser más un incordio que una ayuda.
Conclusiones
Una aventura sencilla, divertida, con un sentido del humor desternillante que, por momentos, nos hace sentir que estamos disfrutando de un juego nacido en los años noventa y no en la actualidad. Eso es básicamente lo que vais a encontrar en Simon the Sorcerer: Origins, el esperado regreso del siempre carismático mago del que ahora descubrimos sus orígenes con una historia que, sin grandes pretensiones, se las ingenia para engancharnos hasta que vemos desfilar los créditos finales. Sobra decir que nos ha encantado su ingenio y ese inimitable toque británico que siempre ha caracterizado la saga, así como la enorme cantidad de guiños a anteriores aventuras, que sin duda alguna han sido incluidas para regocijo de los amantes acérrimos del personaje.
Como en casi cualquier aventura gráfica moderna, y dejando al margen su estilo narrativo, el mayor reto al que se enfrentaba Smallthing Studios era dotar de la magia de las aventuras originales al nuevo estilo gráfico, que encaja como anillo al dedo con la esencia de la franquicia. Pese a que nos ha encantado, hay que reconocer que no todas las animaciones están a la misma altura: algunas son un poco repetitivas; otras no tienen la calidad que sí muestra el resto del conjunto. Algo parecido sucede con el manejo del inventario, incómodo y poco práctico para el que no se han complicado en absoluto la vida. Sin embargo, estos dos inconvenientes son prácticamente insignificantes si los comparamos con la escasa o nula lógica intrínseca que emplean algunos puzles, en los que caemos una y otra vez en la clásica fórmula de ensayo y error, algo que a la postre empaña lo que, por lo demás, es una experiencia más que recomendable para disfrutar de este entrañable personaje y descubrir de primera mano sus primeros pasos por el mundo de fantasía que tan buenos momentos nos hizo vivir a principios de los noventa.
Hemos analizado este juego en Switch gracias a un código de descarga proporcionado por Pr Hound.
NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
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