Análisis Pupperazzi, el juego de hacerle fotos a adorables perretes (PC, Xbox One, Switch)
Mientras que el modo foto se ha establecido ya casi como un estándar del videojuego, en los últimos años hemos podido disfrutar de obras independientes que han querido ir más allá utilizando la fotografía como eje central de su propuesta en lugar de como un añadido; títulos como Umurangi Generation o el reciente TOEM, e incluso otros quizás más desconocidos y experimentales como Shutter Stroll, dan buena cuenta, cada uno a su manera, de las posibilidades que tiene la fotografía diegética como mecánica principal de un videojuego.
Pupperazzi es el último título en sumarse a esta lista en constante expansión. Se trata de un proyecto independiente del estudio Sundae Month, creadores del recomendable Diaries of a Spaceport Janitor, que acaba de llegar a Xbox One y PC, con disponibilidad en ambos a través de Xbox Game Pass, editado por Kitfox Games, responsables de distribuir otros conocidos indies como Boyfriend Dungeon o la versión renovada de Dwarf Fortress. Como podéis imaginar por su nombre, Pupperazzi nos invita a fotografiar perretes que corretean, juegan o duermen en escenarios coloridos de diseño low-poly.
Aventura fotográfica con perretes de por medio
Una de las cosas más curiosas de Pupperazzi, además de su propia irresistible premisa, es que el personaje protagonista es una cámara de fotos con patas que, dada las habilidades que eso le confiere, no tarda en convertirse en el fotógrafo de perretes más popular del lugar. De esa manera va recibiendo encargos de las criaturas más variopintas que podáis imaginar, seres que habitan un mundo básicamente dominado por los perros, pero en el que también hay espacio para otros animales, como pájaros, patos e incluso gatos, y en el que los humanos son vistos casi como robots.
Por ese mundo nos desplazamos con perspectiva en primera persona con controles idénticos a los de un first person shooter, pero disparando fotos en lugar de balas. Pupperazzi nos da completa libertad para movernos por los escenarios, que además están diseñados para ocultar simpáticos secretos que nos ayudarán a cumplir los objetivos y a encontrar desbloqueables para mejorar nuestras habilidades fotográficas. A medida que avancemos iremos consiguiendo nuevas mejoras tanto de movimiento (hay un doble salto, por ejemplo), como estrictamente relacionadas con la fotografía: carretes más grandes, nuevos filtros, diferentes tipos de objetivos…
Pupperazzi dispone de una amplia variedad de herramientas que nos permiten personalizar las instantáneas en el momento de tomarlas, aunque carece de opciones de edición a posteriori, lo cual se echa bastante en falta. Sin embargo, con las posibilidades que tenemos podemos sacar capturas muy estéticas, aprovechando tanto los diferentes filtros y lentes como otro tipo de herramientas del estilo de una cámara selfie o un ovni que hace las veces de cámara libre. Mientras que los objetivos nos desafían a capturar situaciones concretas -que además podemos publicar en una red social en la que iremos consiguiendo seguidores que, a su vez, nos ayudarán a desbloquear habilidades-, Pupperazzi nos deja libertad total para fotografiar cualquier cosa en el estilo que más nos guste.
Un mundo vivo plagado de situaciones absurdas
Recorrer los escenarios del juego es divertidísimo, tanto por el propio diseño de los mapas como por las extravagantes situaciones que nos encontramos en ellos: perros con sombreros, otros montando en bicicleta, surfeando o haciendo skate, dos canes descansando tumbados en la playa… Muchos de estos momentos están ahí para que cumplamos objetivos que nos van marcando, pero la mayoría simplemente cumplen la función de dotar de vida a un mundo alocado y adorable con el que podemos interactuar de diversas formas; además de sacar fotos a los perretes, también podemos acariciarles, lanzarles palos y pelotas, darles de comer, cambiarles de ropa y, en definitiva, juguetear con ellos.
Esa manera de crear un entorno vivo sirve para solventar una de las principales debilidades del juego: que sus escenarios se acaban quedando pequeños. Están plagados de secretos y situaciones divertidas, pero es fácil echar en falta algo más de tamaño y cantidad de mapas, ya que sólo hay cinco niveles. Eso sí, esos cinco escenarios están más que aprovechados: para potenciar su rejugabilidad y variedad, cada uno de los niveles tiene diferentes versiones (mañana, atardecer, noche…) que podremos escoger antes de entrar en ellos y que modifican las acciones que realizan los perros, así como los objetivos que se nos piden.
Conclusiones
Pupperazzi consigue llevar a buen puerto una premisa ya de por sí irresistible: fotografiar a perretes mientras hacen cosas adorables. Las decisiones que toma para conseguir ese objetivo son tan acertadas que se convierte en un juego agradable al que siempre vamos a querer volver, incluso cuando ya hayamos completado todas las misiones y desbloqueado todas las habilidades. Con muy pocos recursos consigue dotar de vida a un mundo chiflado en el que los canes son protagonistas, y nos da las herramientas necesarias para que interactuemos con él de manera libre y juguetona, incluso más allá de las propias fotografías. Es coqueto y simpático, contenido en sus formas y lo suficientemente inteligente como para sacar provecho de sus limitaciones.
Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por popagenda.