Análisis Maliki: Poison of the Past, Un JRPG francés con una historia profunda (PC, Switch)

Los JRPGs, como género, viven en una tensión constante. ¿Apelar al nicho o abrir público? El miedo al rechazo inmediato ha hecho que los emblemas del género hayan distorsionado su esencia o derivando hacia derroteros inciertos para apelar a un público más masivo.

El mayor atractivo de Maliki: Poison of the Past es que precisamente se ha decidido a ser un JRPG sencillo y sin pretensiones.

Un resultado amable perfecto para neófitos o, si te llaman alguno de sus otros elementos, un más que decente viaje de nostalgia.

Momentos de una vida

Partiendo de esta premisa, es más que apropiado que esta adaptación del webcomic de Souillon, uno de los primeros exponentes del franga (manga hecho en Francia) y publicado desde 2004, sirva a la vez como introducción y profundización en una mitología que, por lo general, era meramente tangencial. La trama de este Poison of the Past se centra en la amenaza de Veneno, un monstruo de la naturaleza que invade momentos de la vida de Maliki con el objetivo de cambiar la historia y evitar que se convierta en una amenaza para sus planes.

Es un argumento más ambicioso de lo que parece si la juzgamos por los tropos de sus primeros minutos. Encarnando a Sand, una protagonista inédita que hace las veces de avatar para el jugador, vemos cómo una vez la trama principal comienza a desarrollarse, aparecen temas muy oscuros, que casi chocan con su estética a medio camino entre Animal Crossing y el remake de The Legend of Zelda: Link's Awakening. Habla de cómo los momentos trágicos de nuestra vida nos hacen como somos. Se plantea dilemas morales sin titubear. Sin tampoco llegar a las cuotas de los grandes exponentes del género, recuerda a los clásicos de la era de los 16bits en su balance entre lo naif y lo profundo. Los personajes secundarios pueden parecer pesados o encantadores, y algunos diálogos pueden rozar lo condescendiente, pero este es el lenguaje que se manejaba por la época y Maliki lo emula con todas sus consecuencias.

Musicalmente no llega a la altura de los grandes, pero sí que consigue atrapar con su tono animado, y, de nuevo, rebosante de nostalgia. Por momentos tiene problemas a la hora de impulsar la épica de algunos encuentros, pero sí sabe utilizar las emociones en los momentos más pausados. Es una banda sonora que encandila poco a poco, más interesante de lo que puede parecer a primera escucha.

Tu primer JRPG

En lo jugable, Maliki: A Poison of the Past está muy centrado en que entiendas y aproveches las bases del juego de rol por turnos. Para veteranos esto puede parecer redundante, sobre todo en los primeros compases de la aventura. Por suerte, a nivel de dificultad la desarrolladora francesa decide poner pocas cartas sobre la mesa y a cambio empujarte a usarlas lo mejor posible. Te muestra, con indicadores, cuáles son las debilidades de cada enemigo (aunque tienes que descubrirlas antes), algo fundamental para salir victorioso de las peleas. No apila sistemas sobre sistemas para forzarte a hacer malabarismos estratégicos. Decide invitar en lugar de abrumar.

Esto no significa que la receta no tenga un sabor propio. Si estamos en el territorio de los viajes en el tiempo, es más que apropiado el sistema que implementan aquí. Conforme avanzamos en la batalla se van cargando puntos en nuestra Cronomochila, que se utiliza tanto a nivel narrativo como en las secciones de exploración. Desde ahí, podremos "deslizarnos" temporalmente en la batalla y afectar al orden de los turnos. En su versión más básica, esto nos sirve para curar nuestra vida y puntos de habilidad. Una vez entendemos cómo funciona, podremos hacer ataques en "dúo" para generar combos, o coincidir con el ataque del enemigo para aumentar nuestra capacidad de defensa e incluso contraatacar si las habilidades del personaje en cuestión lo permiten.

La progresión también busca simplificar los sistemas más engorrosos para neófitos y se basa simplemente en accesorios que puedes elaborar con los objetos adecuados en la Hacienda, la casa de Maliki y "hub" principal del título. El grupo de héroes sube de nivel en conjunto, lo cual elimina de un plumazo el tan temido grinding y permite centrarte en saborear los encuentros principales.

Lo malo de este tipo de JRPG así es que, tardes lo que tardes en sacarle el jugo, una vez llegas hasta el fondo hay poco más de donde rascar, y sí que se puede volver repetitivo. Y si eres un veterano del género, más todavía. De ahí que esta sencillez sea tan atractiva para nuevos jugadores. Por suerte, la campaña principal se extiende poco más allá de las 20 horas, con contenido adicional si quieres investigar en cada "zona" o "época" temporal que visitas.

Quizás su otro elemento clásico se ve reflejado en la exploración y en los puzzles, también bajo el paraguas de la temática temporal. Cada personaje tiene una habilidad que nos permite interactuar con algunos objetos, por ejemplo, moviéndolos hacia atrás y delante en el tiempo, y que resulta en puzzles poco ambiciosos, algo toscos, pero que cumplen su cometido a la hora de cambiar la dinámica, un poco aburrida, de las misiones principales y secundarias: básicamente ir a buscar X para dárselo a Y, la ecuación básica y repetida hasta la saciedad que, como no podría ser de otra manera, también aparece aquí.

Cuidando de la Hacienda

Donde sí aparece un elemento discordante es en la gestión de nuestro hogar, donde Maliki se adentra en el terreno de los farming simulator. Entre misión y misión, además de hablar con personajes y desentrañar el universo de Maliki y sus amigas, podremos plantar cultivos y elaborar recetas. Es una pena que en la práctica tan sólo sea una forma diferente de conseguir objetos para el combate, y que no se ofrezcan posibilidades de expresión creativa, ni a nivel de diseño de la granja ni a nivel de la elaboración de las recetas. Tampoco hace falta adentrarse mucho en ello, ya que explorando sueles obtener todo lo que necesitas para completarlo. Es una oportunidad perdida, ya que podría encajar mejor con el resto del conjunto.

La Hacienda también nos sirve para mejorar aspectos de nuestro equipo y de la aventura. A través de distintos tipos de monedas podremos alimentar al Árbol de las Mil Raíces para ampliar la extensión de nuestro territorio y tener acceso a más sistemas de mejoras. Es una forma visual y clara de entender un progreso que a veces está únicamente codificado en números y submenús, y que aquí, de nuevo, ayuda a traducir el lenguaje a los neófitos.

Conclusión

En general hay poco que objetar con Maliki: Poison of the Past. La historia es sólida dentro del tono y la ambición que pretende, y de hecho sorprende con su madurez temática; artísticamente es genérico pero sabe sacarle provecho para que cada momento sea expresivo emocionalmente dentro de la escala que maneja desde lo visual y sonoro; el combate no da más de sí a partir de cierto punto, pero a la vez se vuelve muy asequible. Quizás incluso su punto más flojo, la gestión de recursos, sirva como respiro entre puzzles y combate. Es un juego relajante, que abraza la nostalgia y sirve como un buen punto de entrada si, por ejemplo, tu pareja no entiende tu obsesión, o si tienes niños y les llama la atención la estética.