Análisis Dark Devotion, interesante aventura de fantasía oscura (PC, PS4, Switch)

Cada vez son más los juegos que intentan emular la fórmula que FromSoftware instauró con Dark Souls, especialmente en el terreno del sector independiente. Ahora, el pequeño estudio francés Hibernian Workshop debuta con Dark Devotion, una aventura muy interesante que se ve lastrada por ciertos problemas que le impiden explotar todo su potencial.

La fuerza de la fe

En líneas generales nos encontramos con una especie de Metroidvania 2D que bebe directamente de la exitosa saga de Bandai Namco. Por lo tanto, tendremos que avanzar por un complejo y laberíntico mapa repleto de salas interconectadas mientras sorteamos todo tipo de trampas y nos enfrentamos a enemigos capaces de acabar con nosotros con tan solo unos pocos golpes.

Como podréis suponer, el sistema de combate limita nuestros movimientos (ataques, esquivas y bloqueos) con una barra de energía que se recupera automáticamente cuando no hacemos ninguna acción concreta, obligándonos a medir muy bien lo que queremos hacer en todo momento.

Uno de los principales problemas del título radica en lo tosco que resulta el control de nuestro personaje, algo que entendemos que es intencionado pero que no termina de cuajar todo lo bien que debería, con unas animaciones extremadamente lentas que casi siempre nos dejan muy vendidos y entorpecen un poco el flujo de las batallas.

Ojo, con esto no queremos decir que los combates sean malos, pero sí que pueden llegar a aburrir e incluso a frustrar, y no precisamente por los motivos que deberían. Se trata de un juego que tenemos que tomarnos con mucha calma y que por nuestra falta de movilidad nos deja en desventaja frente a nuestros rivales , cuyas acciones sí suelen ser más inmediatas.

Lo que sí que nos ha gustado bastante son sus jefes finales. Hay montones de ellos y son todo un espectáculo, tanto en lo visual como en lo jugable, con mecánicas y patrones de ataque muy interesantes que si cuadran perfectamente con las posibilidades de acción de nuestro personaje. Es en estos momentos en los que los controles y el sistema de combate cobran sentido, teniendo aquí los puntos cumbres de la obra y uno de los grandes motivos que nos inspirarán a continuar jugando.

Por su parte, el diseño de niveles es bastante decente, aunque no se libra de cierta repetición en ciertos tramos ni de algunas secciones muy poco inspiradas. De todos modos, esto no evita que la exploración sea muy entretenida y satisfactoria, especialmente cada vez que encontramos atajos, teletransportadores, algún jugoso secreto o incluso el camino a seguir.

Un detalle que nos ha llamado mucho la atención es la mecánica de fe. A medida que avanzamos por el mapa iremos ganando o perdiendo puntos de fe según lo que vaya ocurriendo, un recurso que necesitaremos para multitud de cosas, como para activar runas, puertas, fuentes sanadoras, etcétera.

Hay numerosas maneras de ganar y perder este recurso, y lo que viva nuestro personaje influirá en ello. Por ejemplo, ser herido casi de muerte por una trampa que no hemos visto puede hacer que deje de ganar fe al matar enemigos, o que tengamos un momento de inspiración y cualquier daño que recibamos nos haga reforzar nuestra creencia para generar más. Se trata de una mecánica muy bien integrada, coherente y que funciona bastante bien, obligándonos a adaptarnos a lo que ocurra en cada partida.

Por otro lado, el sistema de progresión se inspira ligeramente en lo visto en títulos de corte roguelite. Cuando muramos, volveremos a la zona central, una especie de ciudad en la que podremos invertir los puntos de experiencia que hayamos obtenido para desbloquear nuevas habilidades, aceptar misiones secundarias y forjar nuevo equipo.

Esto último es importante, ya que la muerte nos hará perder todo nuestro inventario, por lo que nos tocará volver a armarnos si queremos afrontar las batallas que nos esperan con ciertas garantías. Al comienzo apenas tendremos una simple espada y escudo de baja calidad para forjar, pero a medida que avancemos desbloquearemos nuevas armas e incluso ítems iniciales. Lo bueno es que no hacen falta materiales para fabricar este equipamiento, aunque solo podremos escoger una única combinación de ítems cada vez.

Este sistema puede resultar un tanto frustrante, ya que a nadie le gusta perder esa enorme hacha legendaria que rebana enemigos casi sin proponérselo, pero tenemos que admitir que volver a obtener un equipo decente es algo relativamente sencillo.

Completar la aventura es algo que nos llevará una media de 20 horas, una duración bastante razonable, aunque se echan de menos algunos incentivos para invitarnos a rejugarlo, algo en lo que los títulos en los que se inspira siempre han sobresalido.

A nivel visual pocas pegas le podemos poner gracias a un apartado gráfico pixel art muy conseguido y cuidado, y a un diseño artístico sobresaliente, tanto en lo referente al diseño de enemigos y jefes como de escenarios. De hecho, está todo tan mimado que incluso veremos representados en nuestro personaje las diferentes armaduras que nos vayamos equipando.

El sonido también es otro de sus grandes puntos fuertes al hacer gala de una banda sonora muy ambiental, tétrica y oscura capaz de reforzar por sí sola todo lo que vemos en pantalla, donde también hay espacio para temas relajados y bellos, así como para otros más tensos y épicos a la hora de hacer frente a los jefes finales. En cambio, los efectos cumplen su cometido sin grandes alardes.

Conclusiones

Dark Devotion es una aventura muy entretenida e interesante que no se libra de ciertos problemas y errores que lastran la experiencia más de lo que hubiera sido deseable. A pesar de ello, sabe ofrecer un buen desafío y hacérnoslo pasar realmente bien explorando los oscuros recovecos de este misterioso templo, poniendo a prueba nuestra fe y luchando por nuestra vida contra todo tipo de horrores innombrables. Una opción de compra a tener en cuenta a poco que os llame la atención su atractiva propuesta.

Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga para PC que nos ha facilitado Cosmocover.