Análisis de Bravada (PC)
Bravada nos recordará a los pocos segundos de juego, a esa época donde los títulos de rol y estrategia para PC, eran diferentes, originales y distintos entre sí. No se trata de idealizar tiempos pasados: se trata de un hecho. Bravada parece retomar y traernos parte de este testigo antiguo del género, salvando las distancias, y esforzándose por ser divertido, original, dinámico y directo.
Un enano sin barba y un sistema de juego muy estratégico
Tras un tutorial que nos explicará de forma intensa y directa la mecánica de juego -que explicaremos un poco más adelante-, Bravada comienza a narrarnos su historia con gran sentido del humor y con mucha sorna. El juego nos cuenta las aventuras de un joven e imberbe enano con ganas de realizar y cumplir verdaderos y épicos actos heroicos. Soñador y un tanto ingenuo, pronto se verá rodeado de amigos -granjeros, guerreros, vagabundos y otros enanos- y envuelto en una aventura que lo llevará a enfrentarse a dragones, criaturas y monstruos en mil y un escenarios diferentes.
Pero los principios siempre son duros, y para derrotar a los monstruos que nos asedian en sueños, antes debemos ayudar a nuestros vecinos. La historia es disparatada, está llena de frases y chascarrillos muy bien avenidos. Lástima que se encuentre en inglés, algo que supondrá un hándicap para algunos jugadores que no dominen bien el
La mecánica jugable de Bravada es sin duda, su mayor atractivo. Bravada mezcla con atino varios conceptos vistos en el género de rol, y lo adereza con un equilibrado sistema estratégico que nos recordará, irremediablemente a los clásicos juegos de PC de hace más de una década. En Bravada controlaremos a nuestro joven aventurero, y si así se requiere, a sus compañeros de aventura. Cada nivel se desarrolla de forma parecida a lo que sería una suerte de juego de carrera infinita, con un trazado delimitado y plagado de obstáculos y enemigos por el que avanzamos de manera automática. La diferencia radica en que, en Bravada, debemos calcular nuestros movimientos como si de un título de tablero se tratase.
Es decir, pese a que hay un alto grado de automatismo en el juego, todo se desarrolla por turnos férreamente marcados. Los ataques y los movimientos por el escenario de tanto aliados como enemigos, van delimitados por estos turnos. Por ejemplo, aunque avanzamos en una sola dirección -hacia adelante-, podemos deambular por las cuadrículas cercanas, moviéndonos de un lado a otro, eligiendo el mejor camino para evitar los obstáculos y enemigos. Pero no es fácil. El sistema de juego de Bravada nos permite cierto margen de maniobra, sobre todo cuando vamos acompañados.
Como es habitual, pronto iremos acumulando cierto número de amigos, guerreros y compañeros de viaje, con lo que tendremos que tener muy claras las posiciones y ventajas de cada uno de ellos. La escuadra tener que tener claro sus roles, dejando a los solados e integrantes más fuertes delante -para que resistan las embestidas de los enemigos- y los expertos en los ataques a distancia, detrás. Si movemos a un personaje -ya sea nuestro protagonista, o a otro- el resto imitará el mismo movimiento, con lo que hay que tener en cuenta las posiciones que deben llevar de cara a la batalla. Dicho así parece sencillo, pero dada la velocidad que llega a alcanzar el juego, manejar, arrastrar y mover a todos los integrantes del heterogéneo grupo que encabezamos, puede ser todo un reto.
En pocos niveles, los enemigos pasarán de ser timoratas gallinas poseídas y cucarachas empecinadas, a enormes monstruos capaces de anteponerse a nuestros movimientos. Es aquí cuando Bravada se convierte en una especie de ajedrez dinámico con tintes de rol, con piezas que se intercambian en tiempo real para la batalla. Cada enemigo tiene sus propias carencias y fortalezas, y una serie de atributos y una forma de moverse por las cuadrículas de los niveles.
Niveles que influyen en nuestra forma de jugar, pues nos el propio entorno nos asediará con obstáculos como piedras, barricadas, árboles y otros accidentes geográficos. Por si fuera poco, y para crear cierta ansiedad al jugador, Bravada como buen título de rol, esconde recompensas por los escenarios.
Ya sea ocultas en barriles, cajas o cofres, Bravada ofrece armaduras, espadas -y otras armas-, pociones y tiempo extra al jugador para arreglar problemas y fallos, que como se despiste, y debido a la imposibilidad de volver sobre nuestros pasos -recordamos lo automático del devenir del juego y el avance- puede perderlos si no se anda demasiado atento. Los objetos como las citadas armaduras y los ítems mágicos, al comienzo, nos parecerá una cuestión baladí pero nada más lejos de la realidad. En nuestra carrera hacia los desconocido, encontraremos que un personaje bien equipado -como en todo buen juego de rol- puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, y que a veces, debemos utilizar la ventaja extra que proporcionan pociones y elementos mágicos contra los enemigos. Toda esta argamasa de conceptos -entre el rol y la estrategia, entre el rompecabezas, el ajedrez y el juego de habilidad- se engarza de tal manera, que a los pocos minutos estaremos completamente ensimismados con la mecánica de Bravada.
El principal problema de Bravada, es que muestra demasiado rápido sus bondades, y no guarda nada en un corto plazo para sorprender o enganchar al jugador más experimentado. Una vez nos acostumbremos a su frenética mecánica de juego, y sepamos manejarnos por alguno de los niveles más difíciles del título -que llegan, creemos, muy pronto en el desarrollo-, no nos quedará demasiado que mascar. Será el propio jugador, con sus cambios de estrategia y sus ganas de probar nuevas combinaciones y formaciones, el que decida si darle una oportunidad en una futura o hipotética segunda partida. No hay que olvidar que el ritmo de la partida, en muchos aspectos -más y cuando hablamos de un juego de estrategia por turnos-, lo marca el propio usuario. Eso sí, agradecemos, y mucho, el brutal nivel de dificultad en su máxima configuración. Aquí, un error en el camino se paga.
A nivel visual, gracias al versátil motor gráfico Unity, nos encontramos con un título tridimensional bien avenido, bien presentado y muy desenfadado en lo técnico -sin que ello sea un reproche-. Los personajes tienen unas proporciones exageradas y divertidas, hay un enorme plantel de enemigos -desde pollos poseídos a monstruos de moco, pasando por murciélagos, dragones, trolls y otras criaturas- y una variedad más que decente en cuanto a escenarios. Por si fuera poco, el juego narra su disparatada historia a través de una serie de cortes de vídeo en clave de animación y un buen número de narraciones entre niveles.
El sonido también merece una mención aparte, pues la verdad también raya a un buen nivel con melodías de corte medieval y una pléyade de efectos sonoros muy bien avenidos. El juego no pide mucha máquina, aunque ofrece varias configuraciones gráficos y de resolución. No hemos encontrado cuelgues extraños, aunque sí cierto un problema al reiniciar algunas partidas tras comenzar tras un checkpoint guardado con anterioridad. Pero repetimos, un fallo aislado. Como nota, repetir que nos encantaría verlo traducido al castellano: su retorcida y simpática historia, lo merece.
Conclusiones finales
Bravada nos ha demostrado que siempre hay espacio para la sorpresa. Su mecánica de juego, que mezcla conceptos como la estrategia y los juegos de rol de tablero por turnos con la habilidad y el desenfreno, es su principal atractivo. Bravada puede pecar de ser un juego un poco efímero, pues una vez dominamos la distribución de escuadras y el estilo de juego, deberemos subir varios enteros la dificultad si queremos encontrar un verdadero reto. Y ahí sí, Bravada, demuestra que tiene varios ases en la manga. De buen aspecto y sencilla interfaz, Bravada es una alternativa a considerar para el aficionado al género de rol que busque un soplo de aire fresco entre juego y juego.