Análisis de Mario Slam Basketball (NDS, Wii U)
Aunque no lo parezca, Mario es un tipo atlético. Bueno, si no, al menos, sí hace bastantes deportes: tenis, golf, fútbol, béisbol, y, ahora, también baloncesto. De la mano de Square-Enix, Nintendo DS recibe el primer juego de baloncesto protagonizado por Mario y compañía en el que puede ser el primer título de una nueva serie deportiva.
Mario Slam Basketball se hace notar, sobre todo, por dos elementos principales: el uso intenso de la pantalla táctil en esta práctica deportiva, y un acabado técnico que muestra mucho del potencial que la portátil de doble pantalla puede llegar a mostrar si se pone un poco de empeño en la producción de sus juegos. En realidad, no es el primer juego que muestra un apartado técnico sobresaliente en esta portátil de mano de Square Enix, como el todavía inédito en Europa Final Fantasy III, pero hay muchos más elementos a tener en cuenta.
Mario Slam Basketball está ambientado en el Reino Champiñón, y por ello cuenta con multitud de personajes de los juegos de la saga Mario con poderes especiales y unas canchas de baloncesto muy poco convencionales, combinando los elementos realistas de este deporte con todo el mundo de acción y fantasía propio de los juegos de la mascota de Nintendo. Es algo más que obvio, pero no está de más recordarlo: quien busque un simulador de baloncesto no va a encontrar lo que busca en este título, pues la propuesta que nos lanza es bien diferente, al convertir el deporte en un juego arcade alejado por completo de la simulación que nos va a permitir jugar partidos de tres contra tres llenos de elementos modificadores.
Y, sin embargo, el auténtico rasgo distintivo del juego no va a estar en su plantel de personajes, sino en su control a través de la pantalla táctil y la importancia de la recolección de monedas, que serán clave para ganar los partidos más allá de nuestra habilidad para hacer mates o encestar triples. Para ello habrá que botar la pelota sobre los bloques con el signo de interrogación colocados en la cancha para acumular monedas, que se sumarán a la puntuación de las canastas: 20 puntos para las normales y 30 para los triples. Es evidente que aumentar el valor de las canastas se debe a la inclusión de las monedas como modificadores para potenciar su acumulación y darles importancia durante los enfrentamientos.
Algunos de los personajes del juego son los más que lógicos Mario, Luigi, Wario, Peach, Yoshi y Bowser, a los que habrá que añadir otros más propios de la saga Donkey Kong, como él mismo o Dixie. El catálogo se hace más y más amplio según vamos desbloqueando nuevos personajes, conformando un plantel bastante amplio, cuyo problema radica en que, en realidad, las diferencias entre ellos son principalmente estéticas, con varios grupos de personajes en función de sus puntos fuertes y débiles.
Si los personajes son ya de por sí bastante especiales, los escenarios –las canchas- no iban a ser menos, contando la mayoría de ellas con elementos especiales que modifican la forma en que se desarrollan los partidos. Nos podemos encontrar con una cancha en la que, al encestar, activemos una tragaperras con la que aumentar o reducir los puntos de la canasta que acabamos de marcar. A este tipo de cosas hay que añadir las canchas temáticas, como la de fuego en la que nos encontramos pululando por la zona de juego algunos bom-ombs o incluso thwomps, enemigos típicos de los plataformas de Mario.
El sistema de control se basa en movernos usando la cruceta digital (podemos usar los botones frontales A, B, X, Y en caso de ser zurdos) mientras, con el stylus, tocamos la pantalla táctil para lanzar a canasta, pasar, regatear, etc. Así, sin ir más lejos, podemos movernos con la cruceta mientras trazamos una línea en la pantalla de izquierda a derecha para hacer un pase a otro compañero de nuestro equipo, teniendo en cuenta el ángulo necesario para el pase, claro, ya que cuanto más preciso sea nuestro movimiento más acertada será la trayectoria del balón. Es más, incluso podremos realizar piruetas en el aire mientras saltamos para hacer un mate para acumular todavía más monedas en nuestra próxima canasta.
Todo el control es, sin duda, original, pero en ocasiones se hace palpable el hecho de que se produce cierto retraso entre la realización del trazado sobre la pantalla táctil y la acción que deseamos realizar. Luego, según vamos jugando más y nos habituamos al sistema de control, este hecho empieza a pasar desapercibido pues no cuesta mucho compensarlo. Por otro lado, algunos de los movimientos especiales pueden ser demasiado difíciles de realizar, y, de hecho, su nivel de complejidad los sitúa a mucha distancia de la tónica general del juego.
La cuestión es si todo este sistema de movimientos especiales y el sistema de recolección de monedas, con el consiguiente desplazamiento de la atención en el deporte puro y duro, nos distraerá demasiado de la acción o, incluso, si se aleja demasiado de lo que estamos buscando, aunque lo cierto es que no representa algo anómalo dentro de la línea de juegos deportivos de Mario, que siempre combinan elementos del deporte con rasgos propios de los juegos de plataformas y demás del fontanero. Quizás no esté tan bien compensado el punto de confluencia de ambos mundos en Mario Slam Basketball, pero al fin y al cabo es de lo que se trata esta saga, y aunque la balanza puede no estar tan bien lograda como en otros juegos (desarrollados, principalmente, por Camelot) no podemos achacarle al juego que no sea honesto al seguir la pauta de los cánones establecidos por los otros títulos deportivos que ya hemos visto hasta ahora.
Sí nos parece criticable, en cambio, la nula dificultad del modo para un jugador, en el que la inteligencia artificial de nuestros rivales parece haberse quedado en el cajón de algún programador, ya que su pasividad es tan notable que apenas serán capaces de intentar robarnos el balón. Esto, que podría estar bien al empezar a jugar, y, de hecho, se agradece mientras nos acostumbramos a su peculiar sistema de control, se convierte en algo poco perdonable cuando vemos que el juego carece virtualmente de curva dificultad. Llega un momento en el que, sí, los partidos son un poco más complicados por las mejoras en la actuación de nuestros rivales, pero lo cierto es que su mejora es muy limitada, eliminando casi cualquier incentivo que el juego pueda ofrecernos en ese sentido.
Precisamente por eso se agradece mucho la posibilidad de jugar contra otras personas, tanto con una única copia del juego como con una por jugador (hasta cuatro.) Realmente el modo multijugador con una única tarjeta de juego es un tanto limitado, pues consiste en una serie de retos muy limitados, y si queremos disputar partidos, no nos quedará más remedio que hacerlo con tantas consolas y juegos como participantes quieran tomar parte. Desde luego, es la opción más divertida, y es cuando el juego empieza a demostrar de qué es capaz, dados sus problemas para proporcionar una buena dosis de diversión en el modo para un jugador, más allá de lo que casi podría entenderse como un mero entrenamiento. Precisamente por eso, creemos que es un juego que podría haberse visto muy beneficiado de un sistema multijugador a través de la Nintendo WiFi Connection.
El juego es visualmente impactante, siendo, quizás, uno de los títulos más potentes a nivel técnico y artístico de la consola, ya que los modelos de los personajes no están solo bien realizados, sino que han conseguido otorgarles un aspecto muy redondeado a casi todos. Los entornos, en completas tres dimensiones, son claros y definidos, llenos de detalles, y los personajes no se quedan atrás tampoco. Además, pese a su elevado nivel gráfico, no tiene ralentizaciones durante los partidos, lo que ayuda a dar una sensación muy sólida. Le faltan, eso sí, animaciones más variadas en los mates y otros movimientos de los personajes, ya que con más variedad en este campo se hubiese conformado un aspecto visual indiscutible en todos sus aspectos, pero hay algo que es innegable: estamos ante uno de los juegos que más ha aprovechado, hasta el momento, la capacidad técnica de Nintendo DS.
Todo eso es en la pantalla superior, llena de efectos visuales como luces, fuego y explosiones, ya que en la pantalla táctil nos encontramos con una perspectiva cenital de la cancha con representaciones icónicas de los personajes, para ver su posición en el campo de juego, las zonas de los bloques con interrogación, y demás elementos del juego. Más que suficiente para completar la interfaz y ofrecer información completa al jugador mientras se centra en la pantalla superior para jugar.
La música es algo más floja en comparación con los gráficos, pues los temas no parecen tan acertados en su composición, si bien el aspecto técnico es también de gran calidad. Además, las voces de los personajes (con los típicos cortes de la saga, que aportan expresiones como "mama mia") están bien implementadas, en tanto en cuanto se escuchan nítidas y se adaptan a la acción de la partida, aunque cada personaje tiene muy pocas expresiones.