Análisis de Dead to Rights (GameCube)

Dead to Rights llega a GameCube, tras su aparición hace ya varios meses en la consola de Microsoft, para ofrecernos acción a raudales bajo un argumento cuanto menos anecdótico. El juego empieza cuando Jack –un agente de policía- acude a un tiroteo en una zona en obras, en la que tras acabar con los maleantes en una misión que sirve como tutorial, encuentra a su padre asesinado. Frustrado ante la ineficacia del cuerpo de policía decide tomarse la justicia por su mano y llegar hasta el asesino de su padre, en una trama salpicada por la corrupción, la deslealtad y conflictos políticos, que se va complicando sobremanera por lo que el jugador, lo más seguro, acabe ignorándola completamente. Esta trama se nos da a conocer mediante unas escenas de video, de baja calidad todo hay que decirlo, que van apareciendo regularmente entre los distintos capítulos. Pero lo que importa es la acción y es aquí donde comienza en realidad el juego: empezaremos a movernos por una serie de escenarios a los que, por desgracia, no podemos ir en el orden que queramos, sino que seguiremos un orden lineal –directamente impuesto por la trama-, y nos encargaremos de repartir plomo a todo aquel que se interponga en nuestro camino.

En el apartado jugable es donde Dead to Rights muestra la artillería pesada... y menuda artillería: Jack contará con rifles, escopetas, Uzis, las clásicas pistolas para cada mano e incluso extintores que podremos utilizar como bombas caseras lanzándolas al enemigo para posteriormente hacerlas estallar. Además podemos usar el "tiempo bala" durante toda la partida, y nos será muy útil para eliminar un buen montón de enemigos en tan solo una maniobra; pero como con todo, deberemos emplearlo con sumo cuidado para evitar quedarnos sin él en los momentos críticos. Otro movimiento muy original es el de desarme con el que podremos sisar el arma del enemigo y acto seguido matarlo de una forma muy sutil y variada, utilizando la cámara lenta o cambiando el ángulo de ésta durante la maniobra.

Y no sólo eso, sino que también podremos utilizar los conocimientos de Jack en las artes marciales cuando creamos necesario (o cuando queramos verle repartiendo hostias por doquier), una forma muy útil de acabar con nuestros adversarios aunque solo podremos utilizarlo en determinadas zonas del juego. Por último Jack contará con la ayuda de su inseparable Husky, llamado Shadow, al cual le podremos ordenar que ataque a la yugular de algún que otro enemigo y de paso nos acerque su arma... ¿quién dijo que el perro no era el mejor amigo del hombre?

Pero no todo es atacar y Jack lo sabe: podrá apoyarse en las paredes y asomarse para acabar con los enemigos al más puro estilo Solid Snake, agacharse detrás de objetos para cubrirse del fuego enemigo y, no contento con esto, Jack también se aprovechará de sus adversarios usándolos como escudos humanos, algo realmente útil durante el transcurso del juego.

En otro apartado, hablando de la jugabilidad, se encuentran los variados minijuegos que deberemos superar a medida que avanzamos en el juego, como uno de baile (el objetivo es pulsar los botones del mando siguiendo el ritmo para hacer bailar a la chica un tanto ligera de ropa), desactivar bombas contrarreloj e incluso zonas en las que manejaremos al propio Shadow para encontrar, gracias a su agudo olfato, bombas ocultas en los escenarios. Son pequeños destellos de originalidad que nos alejarán de la monótona tarea de eliminar enemigos.

Sobre las misiones, éstas se sucederán en las más dispares localizaciones: la prisión, un cementerio, en el aeropuerto, e incluso, en un "salón de masajes", por lo que no se nos harán para nada repetitivos los distintos niveles a superar. Si a esto le añadimos algún que otro curioso nivel, como uno en el que deberemos escoltar a una chica –de la cual no os daremos ningún dato- a través de un edificio acristalado, montados ni más ni menos que sobre un helióptero, el juego gana muchos puntos en jugabilidad ofreciéndonos una amplia variedad de situaciones. Además al final de la mayoría de niveles deberemos superar a un personaje principal de la trama que nos pondrá las cosas muy difíciles. ‘Chapeau’ para Namco en este apartado.

En cuanto a su apartado técnico se trata de un juego con unos gráficos mediocres, pero cumplen su cometido sin más. Nos encontraremos con personajes poligonalmente sosos, texturas muy borrosas y de baja resolución y ningún apartado digno de mencionar quitando, si cabe, la iluminación y el diseño de algunos escenarios que es notable. Salvo eso solo algunos detalles como los casquillos de las balas y las animaciones también se salvan de la quema –sobre todo los movimientos de Jack en los desarmes y en los combates cuerpo a cuerpo mencionados anteriormente-. Donde sí destaca el juego, aunque solo sea mínimamente, es en el apartado sonoro, puesto que las melodías se amoldan perfectamente a la acción y tienen una calidad por encima de lo que estamos acostumbrados a ver en este tipo de juegos, si bien los efectos sonoros de disparos, puñetazos y demás pasan completamente desapercibidos. El sonido se presenta desgraciadamente, en estéreo, un tanto desfasado comparándolo con las nuevas tecnologías. Para más inri las voces están en inglés, aunque encontraremos el juego completamente traducido a nuestro idioma.

Para finalizar solo nos queda decir que si bien Dead to Rights no dispone de un acabado técnico a la altura de lo que nos suele ofrecer GameCube, sí que contiene grandes dosis de acción a través de los 15 niveles que dispone el juego, y que suponen una duración cercana a las doce horas si queremos descubrir todos los secretos que este juego esconde. En definitiva, es un título altamente recomendado para aquellos de vosotros que disfrutan de los juegos de acción sin límites.