Análisis de Prince of Persia: The Sands of Time (Game Boy Advance)
Pocos rechazarán la idea de que Arabian Nights, la última entrega hasta ahora de la saga Prince of Persia, fue lo que podríamos calificar como un fiasco. El paso a las 3D no favoreció precisamente al título, y bastantes daban por perdida la saga. Hasta ahora. Y es que Prince of Persia: The Sands of Time representa el regreso por la puerta grande del mundo creado originalmente por Jordan Mechner a todos los sistemas actuales, siendo la que nos ocupa, la única que conserva la clásica perspectiva 2D. Esta vez, sin embargo, el Príncipe nos ofrece unas dignísimas aventuras tridimensionales y la cuestión es si la versión bidimensional estará a la altura de las prometedoras versiones "mayores".
El tiempo no pasa para un clásico
Este Prince of Persia se encuentra en una situación un tanto extraña. El juego, sinceramente, poco se parece al original que nos sorprendió hace ya unos cuantos añitos y está, como era esperable, mucho más relacionado con la nueva versión creada para los demás sistemas, como ya veremos. Aunque, sin embargo, según pasan las horas de juego, uno descubre que sigue guardando un ligero regusto a esa aventura primigenia.
Tal vez sea la suavidad en las animaciones, o los saltos arriesgados y tan bien medidos que nos exige el juego, o más bien, una cuidada combinación de elementos nuevos y clásicos que nos transmiten, junto con la sensación de estar jugando a un Prince of Persia, las sorpresas y retos propios de un juego nunca visto. Y ahí está lo bueno de este videojuego: ha logrado un equilibrio casi perfecto entre su herencia y todas las nuevas posibilidades que abre al jugador.
Muchos recordarán cómo el personaje de Mechner escapaba por los pelos de las múltiples trampas que le acechaban, se batía en duelo mortal con enemigos e intentaba no caer en los fosos repletos de lanzas que le convertirían en un pincho moruno de alto standing… la combinación justa de elementos hacía de ese juego una aventura plataformera en toda regla que creó un nuevo estilo. Y qué mejor que redefinirlo con su regreso. Así, The Sands of Time incorpora toques mucho más aventureros, acordes con lo que espera el público hoy en día, con puzzles bastante bien diseñados y una cantidad nada desdeñable de elementos que deberemos recolectar por el escenario con el objetivo de mejorar nuestras habilidades y ampliar nuestras posibilidades de salir victoriosos del reto y, por supuesto, descubrir el modo de superar esa trampa que se nos resistía. En este sentido, la curva de dificultad es muy gradual y está muy bien concebida, presentando un reto continuo para el jugador, ya sea obligándole a resolver un enigma con el último poder adquirido (o, mejor aún, combinando varios con la sagacidad necesaria), descubrir cómo eliminar a ese enemigo indestructible, o ajustar, simplemente, un poco más nuestra habilidad en el salto para no dar de bruces con una muerte segura... y es que no bastará con correr y saltar. Sí, ésa es la base del juego, pese a todo, pero también deberemos rodar, correr, deslizarnos, colgarnos de los bordes, trepar, esquivar… todo ello siempre acompañado de un diseño magistral y siempre desafiante para el jugador. Los combates, por el contrario, son –salvo las necesarias excepciones– más sencillos o, al menos, esa es la sensación transmitida. Nos encontraremos con muchos tipos de enemigos, cada uno con sus puntos fuertes y sus debilidades, humanos o no, pero en esta ocasión los enemigos no destacarán por su escasez pero gran dificultad, siendo algo mucho más equilibrado.
Visto lo visto, sobra decir que, siguiendo la pauta que marcó el original, el juego presenta, en líneas generales, una dificultad algo superior a la media. Esto, teniendo en cuenta que la tendencia actual hoy en día es la de hacer los juegos cada vez más fáciles, se agradece, y mucho. Por suerte, el juego no llega nunca a ser desesperante, y aunque a los menos mañosos les pueda costar un poco más superar algunos retos concretos, la experiencia de juego no se convierte en algo desesperante o desagradable, algo que hubiese significado un fracaso notable del equipo de programación, todo sea dicho.
El tiempo sí pasa para un clásico
Y cuando sucede lo mejor es hacer retroceder un poco el reloj. El tiempo era un elemento de gran relevancia en el juego original, como recordaréis, por lo que este juego no podía ser menos. Sin embargo, el enfoque dado es totalmente novedoso con respecto a lo que conocíamos y algo que, sin duda, no se hubiese podido acometer (no al menos con la misma soltura y destreza que presenta este título) hace años. Digamos que el subtítulo del juego no es en absoluto un producto de la casualidad o una mera razón estética: es, más bien, la novedad más destacable de todo el juego.
Según avancemos en el juego, deberemos recoger de los enemigos batidos la arena maléfica que ha desatado la peliaguda situación del Príncipe. Esta arena recargará un medidor de energía que determina el uso que podemos hacer de todas las habilidades especiales que iremos adquiriendo según progresemos en la aventura, y que están representadas como ítems con forma de pergamino. Uno de los más destacados, y el primero que conseguiremos, es el de retroceder en el tiempo. De este modo, si hemos dado un mal salto, no hemos sincronizado nuestros movimientos con las trampas móviles correctamente o, simplemente, hemos caído en una emboscada de la que no hay salida posible, bastará pulsar el botón L para ver cómo cambia la gama de colores, la música… y un extraño brillo cubre a nuestro personaje, mientras, como por magia, nuestra acción se deshace… siempre y cuando tengamos energía suficiente, por supuesto. Este juego con el tiempo, del que hemos señalado tan sólo una de las posibilidades, es uno de los aspectos más frescos del título y donde reside la clave para solucionar algunos de los pasajes más complicados y enrevesados del juego, o solventar una pequeña metedura de pata que podría haberse convertido en un gran problema para poder proseguir en la aventura. De hecho, uno de los mejores elementos es la posibilidad de recurrir a varios de estos poderes mágicos para seguir avanzando, algo que en más de una ocasión, precisará de unas buenas dosis de ingenio y astucia.
Luciendo perilla
Prince of Persia: The Sands of Time nos ofrece en GBA unos gráficos limpios, bien definidos. Incluso podremos observar varios detalles en el diseño de algunos personajes, algo que muestra el mimo con el que se han tratado los modelos. Las animaciones, por supuesto, son dignas del nombre que porta el juego, muy especialmente si nos fijamos en el héroe. Cierto es que algunos enemigos no pueden presumir de tener tantos cuadros de animación, ni de estar diseñados con tanto gusto, pero, en líneas generales, el aspecto es francamente bueno. Asimismo, el juego incorpora algunos brillos y efectos de luz muy resultones, que dotan de cierta espectacularidad al apartado gráfico, sobre todo dadas las limitaciones propias de la pantalla de la portátil. El diseño de los enemigos es bastante variado, pues nos encontraremos con insectos, lagartos, murciélagos, hombre y demás seres dignos de alguna cohorte del averno. La abundancia de algunos de ellos, sin embargo, hará que en algunos casos nos parezca enfrentarnos una y otra vez a los mismos adversarios. Los escenarios, por su parte, son bastante simples, y carecen a grandes rasgos de elementos móviles con los que hubiesen parecido mucho más agradecidos. Incluso las llamas están estáticas; y eso no es bueno. A su favor, no podemos obviar la correctísima paleta de colores, y algunos elementos, como las cortinas, o algunas barandillas, que ayudan a mejorar en gran medida el diseño general de los escenarios. Podrían haber sido mejores, pero no por ellos son malos. Más bien al contrario.
Como es habitual, el sonido ganará muchos enteros gracias a unos auriculares o a través del GB Player, dándonos una música y unos efectos mucho más nítidos y agradables que los que proporciona el pequeño altavoz de la consola. Si bien es cierto que no son los grandes maestros de ceremonias del título, logran su función con creces, y están por encima de la media del catálogo de la consola portátil, pero no logran destacar lo suficiente como para ofrecer momentos épicos al jugador. El apartado sonoro es, por tanto, bueno, incluso bastante bueno, pero no llega a destacar, y nos acompañará a lo largo de nuestra aventura sin interferir en exceso, como una buena banda sonora. De hecho, es lo que el título, dado su ritmo y diseño, parece pedir.
Conclusiones
Nostálgicos y recién llegados encontrarán en este juego una combinación muy acertada de plataformas y acción, con la dosis apropiada de aventura; una serie de elementos heterogéneos que convergen muy acertadamente en la creación de Ubi Soft y que hacen de este videojuego una de las mejores compras posibles de cara a la etapa navideña. Su bien nivelada dificultad, además, hace de él un videojuego que puede resultar muy atractivo y desafiante, dándonos horas y horas de diversión. Un título, por tanto, que no debemos pasar por alto, por méritos propios.