Análisis de Donkey Kong Country (Game Boy Advance)
La elegida para acoger en sus tibios circuitos a la nueva aventura del gorila sería la mítica SNES y la encargada de darle vida ni más ni menos que la gloriosa Rare, conocida en sus inicios como Ultimate y capitaneada por los hermanos Stamper, dos visionarios del entretenimiento lúdico curtidos en el mundo del Spectrum. Esta vez el juego sería un plataformas y su título Donkey Kong Country, DCK para abreviar. Las primeras imágenes del juego comenzaron a llegar y los ojos de los aficionados de medio mundo no daban crédito. Aquello era mucho más grande que cualquier otra cosa vista hasta la fecha. Rare utilizó los más modernos medios disponibles y construyó la base gráfica del juego sobre un sistema de gráficos prerenderizados en estaciones de trabajo SGI y una técnica de modelado denominada ACM. El resultado era devastador, parecía imposible que una consola con solo 256 colores en pantalla fuera capaz de mover semejantes gráficos.
Unos sprites perfectamente animados y con una sensación de volumen increíble se movían como la seda sobre fondos con colores y matices nunca vistos antes, cielos con perfectos degrados que cambiaban su tonalidad conforme anochecía, tormentas con relámpagos que iluminaban en destellos las gotas de lluvia que cruzaban nuestros atónitos ojos. Cientos de detalles que ahora me sería imposible describir.
Y como es inevitable el curso de los años siguió de nuevo, y esta vez han pasado nueve hasta el día en que nos encontramos. Con GBA en el mercado y su política de lanzar remakes de los más afamados títulos de SNES no era disparatado pensar que tarde o temprano DKC volvería a la vida en nuestras portátiles, y así ha sido.
A lo largo de seis mundos tan diferentes y tan variados como una húmeda jungla, minas abandonadas, oscuras cavernas, helados glaciares o industrias químicas, y divididas en 101 fases, DKC pone a nuestra disposición un largo viaje en pos de recuperar nuestro ansiado tesoro. Saltar de árbol en árbol, balancearnos en una liana mientras esquivamos peligrosas abejas o eliminar enemigos no nos supondrá ningún problema de control. Con solo dos botones tendremos prácticamente controladas la totalidad de acción de los protagonistas. Saltar será la acción más utilizada durante todo el juego, tanto para esquivar las múltiples trampas y precipicios que pueblan los escenarios como para acabar con los pesados e insistentes enemigos que en ningún momento se cansan de acosarnos; el botón B se reserva para realizar un movimiento de rodar por el suelo útil para acabar con algunos enemigos y si lo mantenemos pulsado correr. Como podéis ver, un control simplista y útil que además funciona a la perfección.
Por ultimo, con el botón L realizaremos la acción de cambiar el personaje que controlamos. La diferencia entre controlar a uno y otro son realmente mínimas: Donkey se muestra más fuerte contra los enemigos mientras que Diddy es ligeramente más ágil, si bien es cierto que realmente es más una cuestión psicológica que práctica, ya que aunque controlar a Kong nos da más seguridad al eliminar a grandes cocodrilos bípedos de igual manera puede hacerlo su compañero sin mayor problema. Y hablando de enemigos cabe destacar la gran cantidad de éstos que encontraremos en nuestro camino, y que nunca cesan en su trabajo de amargarnos la vida. Reptiles de todo tipo, desde simples serpientes a grandes cocodrilos, molestas avispas que con solo rozar nos harán perder una vida, buitres, topos, armadillos y cualquier bicho imaginable no dudará en atacarnos.
Fases en antiguos templos abandonados, viajes a las profundidades del mar montados en un pez espada, recorrer las intricadas plataformas de una zona industrial esquivando las llamas o vertiginosas fases montados en una vagoneta mientras a toda velocidad nos deslizamos por decrépitos raíles, contrastan con paseos por la cumbre de un glaciar haciendo de nuestra aventura un bagaje de situaciones distintas que nunca cae en la monotonía.
¿Qué es lo que ha pasado en esta versión para GBA? La verdad es que no puedo explicarlo... aunque sí os puedo decir que tienen dos puntos débiles principales. Por una parte han desaparecido muchos detalles gráficos de la versión original, los preciosos cielos han sido sustituidos por un insulso fondo de un color triste y plano mientras que las transiciones horarias que afectaban a la luz simplemente ya no existen. Detalles como los relámpagos que iluminaban por momentos los escenarios de una jungla oscura han desaparecido por arte de magia dando paso a una simple lluvia en un día gris. Los efectos de luz que en su día tanto nos impresionaron han sido vilmente cercenados casi en su totalidad.
En segundo lugar y aun más importante para el conjunto grafico en general encontramos el cambio de paleta de colores. De unos colores vivos y vibrantes, de un contraste sublime que hacían de cada fondo algo que respiraba y transmitía vida, hemos pasado a unos colores apagados y tristes que difuminan los escenarios y los convierten en algo plano y carente de detalles. Esto especialmente afecta a las fases oscuras donde focos de luz producían un contraste impresionante y que ahora han desaparecido para dejar paso a elementos difusos y carentes de color. Por lo demás todo sigue igual que en la versión original, si es que se puede decir esto después de semejante despropósito.
El apartado sonoro es otro cantar, nunca mejor dicho, y sí que hace justicia a las maravillosas melodías creadas en su día para la versión de SNES, dotando al cartucho de uno de los mejores apartados sonoros para GBA. Melodías acordes con cada fase y su desarrollo, cañeras para la jungla, frenéticas para las fases de los vagones y relajantes para los mundos submarinos, y todo esto acompañado por una gran calidad en el sonido que hace una delicia el jugar con auriculares. Gruñidos, graznidos y cualquier otro sonido habitual en el reino animal, las exclamaciones de los protagonistas y los clásicos efectos de rebote y de más fanfarria para unos efectos de sonido sólidos y que acompañan a la perfección.
Sin duda se puede considerar a DKC como el máximo exponente en lo que debe ser un plataformas clásico y que en cada una de sus pantallas guarda y exhala la magia y jugabilidad que afloró en los tiempos en los que los plataformas 2D copaban el mercado. Todos y cada uno de sus saltos están medidos al milímetro sin dejar de la mano ningún detalle que pudiera caer en un fallo en la jugabilidad; con un control perfecto se consigue que una vez empezada una partida nuestras manos se fusionen con los controles y esto se transmite en un total y perfecto control de nuestros personajes.
Como todos los juegos incluidos dentro de este género, tiene sus puntos débiles, que en este caso y como suele ser habitual es la duración. A pesar de las 101 fases en las que se divide el juego completarlo a poco habilidosos que seamos y jugando un rato cada día no nos durará más de una semana siendo generosos; es más, una vez terminado y aprendida la mecánica de las fases completar el jugo de principio a fin se puede conseguir en menos de 4 horas. Pero una cosa es terminar el juego y otra hacerlo al cien por cien, cosa que si queremos conseguir hará que se alargue de manera notable la vida de nuestro preciado cartucho, ya que muchos de los objetos a conseguir para completar en su totalidad el juego están situados con verdadera mala idea y tendremos que repetir una y otra vez cada fase y salto hasta conseguir el dichoso plátano que se nos resiste. Todo juego tiene que finalizar, y DKC lo hace de manera rápida pero dejando un gran sabor de boca y ganas de volver a jugarlo. Lo que no deja buen sabor de boca de ningún modo, y menos aún para los que en su día jugamos a la maravillosa versión original, es el pésimo tratamiento que se le ha dado a los gráficos. Considerando que GBA ha demostrado con creces que es superior a SNES en cuestión de gráficos y teniendo en mente conversiones realmente perfectas como es el caso de Super Mario Advance 3: Yoshi Island, es difícil no pensar en que Nintendo no ha tratado como debiera a uno de sus grandes, y que con más atención a este apartado hubieran puesto a disposición de los usuarios de GBA un juego casi perfecto y que hubiera hecho soltar una nostálgica lagrimita a los más viejos y descubrir un maravilloso juego a los mas jóvenes. Aun así y sin olvidar nunca que lo que hace grande a un videojuego es la jugabilidad, y dado que DKC dispone de una envidiable, no puedo dejar de recomendarlo a todos los amantes de los buenos plataformas pese al apartado grafico.