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Cada semana, un artículo sobre música de videojuegos.

Del Moog al chiptune: el poder de la síntesis

Repasamos el impacto del sintetizador en los videojuegos y elegimos sus cincuenta discos esenciales.

A diferencia de los videojuegos, la música es un arte milenario que tenemos muy presente y asimilado en la sociedad, pero no todos los elementos que conforman la música llevan el mismo tiempo entre nosotros. Los instrumentos electrónicos aparecieron durante el siglo XX y se fueron aplicando poco a poco en lo que escuchamos, y entre ellos hay uno que cambiaría la concepción para siempre: el sintetizador.

Esta semana hablaremos de música de videojuegos pero no en un sentido literal, sino que viajaremos todavía más al pasado, antes de que los propios videojuegos tuviesen sonido incluso, para hablar del fenómeno que definió la forma de componer en este arte interactivo durante sus primeras décadas —todos esos chips y formas de onda programadas— y que terminaría llamándose música electrónica.

Un hombre llamado Moog

A principios de los años 60 la carrera de inventos electrónicos estaba en su punto más alto, recogiendo el testigo de toda una serie de instrumentos nuevos como el órgano Hammond —que utilizaba síntesis aditiva—, el theremín o el mellotron. Toda esta carrera desembocaría en la aparición en 1964 del sintetizador modular de Robert Moog, que lo cambió todo, generando una revolución que incluso llegó a tener una corriente de detractores ante la validez de esa nueva forma de manifestación musical.

El Moog modular original era un aparato enorme con infinidad de cables, por lo que su distribución fue algo limitada durante esa década. Los dos primeros músicos famosos por experimentar con el instrumento fueron Wendy Carlos e Isao Tomita, que tuvieron una carrera ejemplar con discos como Switched on Bach (1968) o Snowflakes Are Dancing (1974), entre otros, en los que hacían interpretaciones de música clásica con sonidos del sintetizador. También en aquella etapa saldrían Music to Moog By (1969) de Gershon Kingsley, que mencionamos en el primer artículo de VGM por su aparición en el juego Pengo (1982, SEGA) con el famosísimo «Pop Corn», y la BSO de La naranja mecánica (1972) de la propia Wendy.

Isao Tomita, considerado uno de los padres de la música electrónica.

La empresa Moog Music de Robert Moog ha sido la más importante en el desarrollo del sintetizador, y todavía hoy sigue lanzando nuevos modelos, pero en los años 70 se fueron sumando poco a poco otros reputados fabricantes como Sequential Circuits, Oberheim, Roland, que introdujeron modelos esenciales como el Oberheim OB-X, el Prophet 5 o el Jupiter-4. Sin embargo fue Yamaha la empresa que daría el mayor impacto al comercializar el Yamaha DX7 en 1983, que además de su accesible precio sería el sintetizador que estandarízaría el uso de la síntesis FM, utilizada luego en videojuegos (la siguiente imagen pertenece a la web Yamaha Black Boxes online archive).

El modelo Yamaha DX7, el sintetizador más popular y utilizado de la historia.
"El mercado de sintetizadores era pequeño a fines de los años setenta. Nadie vendía 50,000 unidades de estas cosas. Al menos hasta que salió el Yamaha DX7 y entonces solo esa compañía distribuyó más de 100,000 sintetizadores". – Dave Smith, fundador de Sequiental Circuits)

Esta nueva maquinaria la emplearían artistas de electrónica progresiva como Tangerine Dream, Jean Michel Jarre, Vangelis, Klaus Schulze, Edgar Froese, Michel Hoenig, Jun Fukamachi y muy en especial en el synthpop por Kraftwerk y Yellow Magic Orchestra, estos últimos citados a menudo entre los compositores de videojuegos —Kenji Eno, Shinji Hosoe…— como su mayor influencia. La fiebre que vino después con el synthpop en los 80 con Duran Duran, Alphaville o The Human League fue también muy importante para el sintetizador, pero ya se desarrolló a la vez que los videojuegos.

La influencia en el chiptune

La música de videojuegos surgió como una herencia directa de todo aquello, la labor del programador musical era algo que aparecía ya en discos como Thousand Knives de Ryuichi Sakamoto, que tuvo a Hideki Matsutake como figura principal en ese campo. Las propias tripas de estos instrumentos eran chips de sonido similares a los de arcades y consolas. De modo que los músicos y programadores que empezaron a trabajar en videojuegos hacían esa misma función, con nombres de sobra conocidos en la columna como Nobuyuki Ohnogi, Yuriko Keino o Junko Ozawa de Namco —Ozawa fue la que desarrolló el «sonido Namco», experimentando con las formas de onda—, Yukio Kaneoka e Hirokazu Tanaka en Nintendo, Ayako Mori y Tamayo Kawamoto en Capcom, y un largo etcétera.

Incluso el primer sello discográfico de videojuegos, Yen Records —más tarde G.M.O. Records— fue una idea de Haruomi Hosono, uno de los miembros de Yellow Magic Orchestra. Hosono fue quien editó el primer disco de música de videojuegos, Video Game Music (1984), y apareció ese mismo año en uno de los anuncios de juegos de Namco para Famicom, entre ellos Xevious, Mappy o Galaga.

De un modo u otro, los videojuegos recogieron el testigo de todos esos maestros del sintetizador, del mismo modo que lo hicieron el synthpop y la new wave, y raro es el compositor que no escribió sus bandas sonoras de 8, 16 y 32 bits con ellos en mente. El año pasado Sayonara Wild Hearts rendía un maravilloso homenaje a Isao Tomita con su nueva interpretación del «Clair de Lune» de la Suite Bermagasque de Debussy, tal como hiciera él hace 46 años, por lo que aún hoy sigue muy presente.

Para acabar todo este repaso es de recibo recomendar dos cosas que se complementan con el texto: por un lado el documental The Rise of the Synths, realizado en España por Iván Castell, que cubre la música synthwave principalmente —heredera también de todo lo que hemos hablado, además de toda la estética de los 80 y los propios videojuegos— pero que hace un repaso al instrumento narrado con la voz del mismísimo John Carpenter. Por otro, una lista que he elaborado con 50 álbumes que están entre los más influyentes de la música electrónica instrumental grabada con sintetizadores, todos ellos enmarcados en la mencionada etapa de los años 70 que sirvió de guía a los primeros videojuegos.

50 ÁLBUMES ESENCIALES DEL SINTETIZADOR

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