Fire Emblem es una saga que nos ha dejado una enorme cantidad de auténticos juegazos con los que hemos disfrutado de la mejor estrategia por turnos, así que escoger una única entrega a la que dedicarle nuestro artículo retro de esta semana no ha sido una tarea sencilla.
Jugamos a las 19:00
Sin embargo, considerando que la serie regresará a las consolas de sobremesa este mismo mes, nos ha parecido muy apropiado apostar por Fire Emblem: Path of Radiance de GameCube, uno de sus capítulos más especiales y aclamados, pero tristemente también de los más desconocidos, a pesar de que su protagonista, Ike, lleva formando parte de la plantilla de Super Smash Bros. desde Brawl.
El salto tridimensional de la saga
Esta entrega tuvo el honor de ser la primera de la saga en ofrecernos un apartado gráfico tridimensional, voces para las secuencias de vídeo y una banda sonora semiorquestal, suponiendo un salto técnico más que considerable respecto a lo que nos tenían acostumbrados sus últimos títulos para GBA y SNES, a pesar de que gráficamente se quedó un poco por detrás de los estándares de la época.
Su historia nos llevó al mundo de Tellius, donde además de los humanos viven los laguz, una raza de personas capaz de transformarse en animales. En nuestro caso concreto, seguiríamos las andanzas de los Mercenarios de Greil, una banda repleta de personajes carismáticos e inolvidables que acabaría por verse envuelta en un complejo conflicto político y bélico que les llevaría a librar innumerables batallas.
Es aquí precisamente donde encontramos uno de los puntos más fuertes de esta aventura: su historia. El guion está considerado por muchos como uno de los mejores de toda la saga, y no es para menos, ya que Tellius era un mundo muy rico y con un trasfondo apasionante, y la trama no dudaba en centrarse en desarrollar interesantísimos complots políticos en los que las traiciones, los maquiavélicos planes urdidos en secreto y las disputas entre naciones, razas y familias nobles estaban a la orden del día.
Un Fire Emblem clásico
Evidentemente, Path of Radiance no sobresalía solo por su argumento y sus fantásticos personajes, ya que en lo jugable tampoco se le podía poner pega alguna. En líneas generales estamos ante un Fire Emblem clásico, de los de antes, con grandes y extensos mapas por los que teníamos que mover a nuestras unidades intentando acabar con nuestros enemigos al mismo tiempo que debíamos evitar perder a los miembros de nuestro ejército.
Aquí no existía ninguna de las concesiones "modernas" que se introdujeron a partir de Awakening, por lo que ni podíamos acelerar ni saltar las animaciones de los combates, ni existía un Modo Novato que desactivara la muerte permanente, lo que se traducía en batallas que podían alargarse durante más de dos horas sin darnos la posibilidad de guardar y en el que un mal movimiento acabaría significando la pérdida, para siempre, de alguna de nuestras queridas unidades (a menos que quisiéramos cargar partida y empezar la misión desde el principio).
De todos modos, no es precisamente de los títulos más complicados de la serie, ya que existía un desequilibrio inmenso entre unidades que, enseñándoles las habilidades adecuadas, se convertían en auténticas máquinas de picar carne capaces de limpiar mapas enteros por sí solas, lo que no quiere decir que nos pudiésemos descuidar e ir a lo loco, ya que la estrategia seguía siendo algo fundamental. Como curiosidad, cabe destacar que en Occidente se redujo la dificultad respecto a Japón, manteniendo los niveles Normal y Difícil, pero eliminando Lunático en favor de Fácil.
Por lo demás, su principal novedad fue la introducción de los laguz, cuyas debilidades y fortalezas variaban dependiendo del tipo de bestia en la que se transformasen, añadiendo una capa adicional de estrategia al tradicional triángulo de armas. Además, también nos encontramos con más opciones a la hora de preparar las batallas, un sistema de habilidades muy interesante y bonificaciones de experiencia al finalizar cada misión según nuestro rendimiento en el combate.
Evidentemente, también se hicieron numerosos ajustes a las diferentes clases, tuvimos un sistema de forja para nuestras armas y las clásicas conversaciones de apoyo entre los personajes.
Conectado con los juegos de Game Boy Advance
No queremos terminar este repaso sin recordar que el título podía conectarse con las tres entregas de Game Boy Advance (por motivos obvios, en Occidente solo pudimos hacerlo con dos de ellas) para desbloquear las galerías de retratos y unos mapas especiales de gran dificultad.
Como veis, Fire Emblem: Path of Radiance fue todo un juegazo que ningún amante de la saga debería perderse: una historia apasionante, héroes y villanos carismáticos como pocos, un diseño de personajes excepcional, mapas estudiadísimos y muy bien pensados para ofrecernos batallas únicas, variadas y con multitud de opciones estratégicas, y una banda sonora que todavía sigue resonando en nuestras cabezas.
Es una pena que un título tan fantástico y aclamado se pegase un batacazo comercial tan sonado, convirtiéndose en el juego menos vendido de la serie junto a su secuela directa para Wii, Radiant Dawn. De hecho, el tortazo fue tal que Nintendo estuvo a punto de cancelar la saga, aunque, por suerte para todos, el éxito de Fire Emblem: Awakening para Nintendo 3DS sirvió para garantizar su continuidad.
¿Llegasteis a jugar a esta entrega? ¿Y a Radiant Dawn? ¿Cuál os gustó más de las dos? ¿Quién es vuestro personaje favorito? ¿Os gustaría volver a ver una historia de esta complejidad en un nuevo Fire Emblem? ¡Esperamos vuestras respuestas!