No podemos negar que muchos de nosotros, curtidos en esto de los videojuegos desde antaño, rememoramos títulos de nuestra niñez o adolescencia con un cariño especial.
Dr. Mario fue uno de esos juegos que, aparte de atraernos por el simple hecho de tener a Mario en su plantel, detrás de su estética en principio infantil, escondía una joya de tal calibre, como ocurre con muchos juegos de Nintendo. Ya por principios de los noventa nos convenció de que si nos habíamos acercado con cierto recelo a la compañía del logo rojo, lo habíamos hecho con un miedo injustificado.
De la misma manera que hoy día muchos reniegan de la estética "infantil" que envuelve muchos de los juegos de la gran NES y posteriores, en aquellos entonces, quizás con menos prejuicios, muchos fueron los que encontraron su lado nintendero con cartuchos que escondían una calidad sobresaliente, con mecánicas total y absolutamente absorbentes.
Super Mario 64 o el más reciente Mario Galaxy demuestran que muchos de los mejores plataformas de la historia han pasado por consolas de Nintendo, que, inferiores o superiores tecnológicamente a sus rivales, han "pasado" completamente de lo que se movía en el mundo de los videojuegos para crear maravillas atemporales que destacarían por ser un referente, juegos extraordinaros que, rodeados de la conocida estética, vivirían bajo esta como sello inequívoco e inamovible.
Llega el doctor Mario
Ideado, fabricado y distribuido por la propia Nintendo en el año 1990 para NES, la pequeña 8 bits de Nintendo que se convirtió en mito con cartuchos cómo el de hoy, significó una nueva vuelta de tuerca a los videojuegos de "darle al coco" y estilo Tetris.
Este juego de lógica nos propone el reto de eliminar a todos los virus con unas cápsulas de vitaminas que el Dr. Mario se encargará de meter dentro de una botella, donde ellos viven alegremente y sin preocupaciones.
Nos pondremos en la piel del mencionado Doctor Mario, que se encarga de una plaga que amenaza el reino Toadstool, y en su historia vemos cómo el propio Mario nos explica que aunque ha vivido muchas aventuras, ahora se encuentra ayudando a sus amigos como doctor, ¡pero algo sale mal!
Uno de los experimentos en curso, informa la enfermera, ha resultado en una plaga de virus que se esta expendiendo con celeridad. ¡Debemos hacer algo! Y Mario nos recuerda que aparte de haber destrozado bloques de ladrillo y lanzado cientos de caparazones, ahora es un médico de primera que, cómo no, tiene un remedio en forma de vitaminas capaces de acabar con la amenaza.
Y ahí entramos nosotros en juego, agarrando con fuerza el pequeño y ligero pad de NES. ¿Nos acompañas?
El sistema de juego es simple: veremos una cantidad determinada de virus a los que tendremos que eliminar por medio de unas cápsulas que Mario, en su versión de doctor, nos irá tirando para ayudarnos en la labor. Al juntar estás cápsulas de varios colores con el virus del mismo color, desaparecerán en múltiplos de cuatro, horizontal o verticalmente.
Trabajo que cada vez irá siendo más y más difícil, ya que los virus en cada pantalla se irán multiplicando hasta llegar a desesperarnos viendo cómo inundan la pantalla sin aparente remedio.
La velocidad y la dificultad ante el número creciente de virus nos irá poniendo las cosas más y más difíciles, pero debemos recordar, que este videojuego viene del arcade llamado VS Dr Mario, por lo que el multijugador es uno de sus puntos fuertes, y jugar contra un amigo en su versión NES o hacerlo mediante el cable link para GameBoy lo convirtieron en uno de aquellos juegos que fuimos incapaces de soltar.
Las míticas músicas también hicieron que recordásemos casi al milímetro cada una de sus bondades, ya que son del compositor Hirokazu Tanaka, por lo que no nos debe sorprender la frescura y los temas de jazz sonando hoy tan encantador cómo sorprendentes en un juego de los noventa.
Y es que detrás de el inocente apartado gráfico se escondió uno de los juegos más adictivos que se recuerdan, y una gozada jugarlo en alguna de sus versiones.
La multitud de remakes y versiones posteriores no han hecho más que reafirmar que estábamos ante un gran juego de puzles, que con Mario cómo invitado, divirtió a una generación entera que hoy lo recuerda con una gran sonrisa.