A principios de los noventa, no solo muchos de nosotros empezábamos con esto de los videojuegos, sino que empezábamos a conocer títulos que, compartidos con los amigos, se convirtieron en juegos que duraban meses y meses y pasaban de mano en mano como un tesoro real.
Antiguamente, mientras nos convertíamos en expertos sopladores de cartuchos, aprendimos que con un sólo juego podíamos pasarnos las tardes muertas junto a nuestros mejores amigos, que por un momento enemigos, eran los mejores aliados para disfrutar de los videojuegos como sólo en los noventa se hacía.
Los juegos multijugador en aquellos tiempos eran pocos, ya que cuatro mandos en un mismo soporte era tan inusual como poco usado, pero aquellos juegos que como Nintendo World Cup, usaron el multitap, demostraron al mundo entero que reunir a cuatro amigos en un mismo sofá era una experiencia totalmente excepcional.
Hoy hablaremos de un videojuego que viene de una serie en la que Nintendo fue capaz de crear unos juegos en los que una misma estética se convirtió en un estandarte. Esto es debido a que dentro de la propia compañía, la serie Kunio-Kun contaba con videojuegos como Renegade, River City Ranson, Super Dodge Ball que compartían la misma estética para los personajes.
El fútbol, sin fútbol
Si el sufijo Kun, después del nombre en cuestión, es un honorífico nipón usado en ocasiones para describir a los hombres jóvenes, podemos entender que el juego de hoy, que está dentro de esta genial serie, está dentro de un marco informal en el que sus creadores quisieron dar su visión desenfada de lo que ellos entendía como fútbol.
Pero es precisamente ese toque el que lo convirtió en mayo de 1990, en uno de los juegos más desenfadados, alocados y divertidos que se recuerdan. El juego que disfrutamos por estas tierras era una versión adaptada, ya que el título original -Nekketsu Koko Dodgeball Bu: Soccer Hen- permitió que por el país del sol naciente se lanzaran las geniales conversiones para NEC y Mega Drive, algo impensable por Europa al cambiar el título original a Nintendo World Cup.
Este juego fue la cuarta entrega de la menciona saga Kunio-Kun, saga que usaba estos personajes super deformed tan recordados y usados en todas sus series. Estos jóvenes participaban en un sinfín de actividades, desde jugar al balón prisionero, como salir a repartir mamporros por el barrio, y nada más verlos, sabíamos que estábamos ante una nueva entrega de esta saga llena de humor, magias especiales e imposibles, todos reunidos en esta ocasión para disfrutar de algo parecido al fútbol.
Y decimos parecido, puesto que aunque el juego se basa principalmente en las reglas del fútbol, pronto se acaban las coincidencias con este, ya que la jugabilidad pasa por poder hacer las faltan que queramos con total impunidad, y quizás, al no entender completamente el funcionamiento del fuera de juego, ¿para qué incluirlo?
El juego constaba de trece equipos -selecciones nacionales en Europa- con los que disponíamos de tiros especiales, acrobacias y un genial sistema de control basado en controlar a un jugador, y cuando otro de nuestros compañeros tenía el control del balón, le podíamos ordenar que volviera a pasarlo, o que disparara a portería.
Cada jugador tenía sus propios puntos de vida, que del mismo modo que en un beat 'em up, podían perderlos todos y quedarse fuera de combate en el césped. Recordando que los equipos estaban formados por seis jugadores y que cada selección tenía personalidad propia, nos atrevemos a decir que Nintendo World Cup fue una genialidad atemporal que salió a principios de los noventa para convertirse en un clásico instantáneo.
El sencillo control, unido a un multijugador que se convirtió en el mejor vendedor de multitaps posible, hizo que la versión NES, aunque inferior técnicamente a sus conversiones para NEC y Mega Drive, demostrara que no sólo de potencia gráfica vivían los adolescentes por aquellos entonces, y primaba la diversión capaz de reunir a cuatro amigos en un alocado, genial y excelente juego.
Los diferentes terrenos de juego no se quedaban atrás y visitábamos campos de hielo, con su característico control, y campos de tierra desértica, para recordar que estamos ante un juego diferente con mayúsculas.
Los marcadores de trece a dos eran el pan nuestro de cada día, y en apenas unos minutos éramos capaces de entender cómo se realizaban los tiros especiales o estábamos marcando goles de chilena con total normalidad.
Nintendo World Cup significó una visión llena de humor, de controles simples y de un sinfín de situaciones que nos hicieron soltar más de una carcajada. ¿Volvemos a echarnos una partida?