Mario Bros es el fontanero más famoso de todos los tiempos. A pesar de haber probado otras profesiones, como vimos la semana pasada, también probó suerte como pintor y carpintero entre otras labores, lo que le convierte en un emprendedor que, entre profesión y profesión se dedica a vivir una aventura como la de hoy.
A través de los años, Mario ha ido cincelando en los corazones de todos una premisa tan antigua como socorrida: una princesa en apuros tiene que ser rescatada por el héroe capaz de superar los numerosos obstáculos, y en la superación del reto podemos entrever que, ¿por qué nosotros no podemos superar retos en nuestra vida si un pequeño y rechoncho héroe puede?
Dejando atrás cábalas sobre un posible mensaje en cada aventura de Mario, el hecho es que Super Mario Land fue el tercer juego más vendido en la historia del famoso fontanero, sólo superado por el primer Super Mario Bros, que logró alcanzar unas ventas de más de cuarenta millones de copias, seguido por los veinte millones que Super Mario World logró en Super Nintendo.
Mario adaptado a la pequeña pantalla
Shigeru Miyamoto, el padre de Mario, no dirigió Super Mario Land, dejando en manos de otras personas el diseño de escenarios, personajes y músicas, algo que no impidió que este pequeño cartucho gris de Game Boy fuera un gran juego.
Si el padre de Mario Bros era Shigeru Miyamoto, el padre de Game Boy, como sabemos fue Gunpei Yokoi, que aparte de producir el Donkey Kong de 1981 y Metroid de la mano de Shigeru, se aventuró a producir este videojuego de Super Mario Bros sin la ayuda de Miyamoto.
Hiroshi Yamauchi, el director de Nintendo por aquel entonces, quería un juego de plataformas para Game Boy, y le encomendó esta tarea a Satoru Okada (director de Kid Icarus) y Gunpei Yokoi, que consiguieron crear el gran plataformas que hoy recordamos.
El primer Mario portátil de la historia fue de la mano de otra persona, que además de esto, era el protegido de Gunpei, y se esforzó por hacer un juego a la altura de su creador, por ello se arropó del compositor Hirokazu Tanaka, uno de los compositores más famosos de la compañía por sus increíbles trabajos con el modesto chip de NES.
Desde los cinco años fue inscrito por sus padres en la Yamaha Music School, aprendiendo piano influenciado por Los Beatles y alternando piano con guitarra y batería, empezando en la industria de los videojuegos fabricando efectos de sonido para dar vida a músicas presentes en juegos como Balloon Fight, Tetris, Kid Ikarus, entre otros videojuegos que demostraron su impresionante talento a la hora de crear melodías antológicas.
Píxeles monocromos
Esta aventura de Mario se desarrolla lejos del pequeño reino champiñón, y nos lleva al pacífico reino Sarasaland, que está dividido en cuatro zonas: Birabuto, Muda, Easto y Chai.
Un extraterrestre llamado Tatanga es el que hace aparición para provocar el caos en esta región, ya que todos los habitantes son hipnotizados para poder así raptar a la princesa Daisy sin problemas.
El extraterrestre tiene como objetivo casarse con la princesa a la fuerza, algo que Mario no está dispuesto a permitir, ya que los matrimonios por conveniencia o, en este caso a la fuerza, no entran en los principios que nuestro querido amigo soltero tiene como bandera. Por lo que se encamina a esta nueva aventura que nos hacía viajar a través de todas las zonas hasta llegar a la nave de este extraterrestre con retorcidas intenciones sobre el matrimonio.
Un Mario diferente, pero igual
La jugabilidad del cartucho para Game Boy, lanzado en 1990 en Europa, puso de manifiesto que era un juego de Mario muy parecido al original de NES, pero con unos diseños y jugabilidad que parecían pertenecer a un mundo paralelo en el que nuestro pequeño amigo iba acompañado de una nave o un submarino como elementos nuevos, además de los clásicos ítems a los que Gunpei pensó darles una vuelta de tuerca más.
Las setas hacen que Mario crezca y obtenga el clásico segundo toque antes de su muerte, pero con conceptos nuevos como la flor de fuego que en este juego se llama Super Ball, y lanza bolas de fuego que rebotan por la pantalla y recogen las monedas en su trayectoria, además de sorpresas como las de que al acabar con un Koopa Troopa, su caparazón no puede ser recogido o lanzado, y sencillamente explota.
Los mencionados modos en los que Mario utiliza vehículos dan un soplo de aire fresco al juego, con una jugabilidad "Made in Gunpei", ya que ni el salto ni la física es la típica de la saga, lo que convierte a Super Mario Land en un juego único, que aparte de ser uno de los "Marios" más vendidos, al ser incluido en los packs junto a la consola, es un plataformas recordado por unas melodías antológicas y pegadizas hasta parecer enfermizas.
A pesar de las décadas que han pasado, este Mario adaptado a la pantalla que su propio padre ideó demuestra que Nintendo es tan especial como estos juegos que a principios de los noventa cautivaron a una generación de adolescentes, que empezaron en este de los videojuegos con tan mítica consola. ¿Otra partida a Super Mario Land? ¡Daisy nos espera!
