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Crítica: Bright: ¿Es tan mala como dicen?

Analizamos la polémica película de David Ayer estrenada en Netflix.
Crítica: Bright: ¿Es tan mala como dicen?
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Las buenas ideas no son nada si no se aprovechan. Una buena idea, por ella misma, no tiene un valor real más allá de la celeridad o la certeza con la que se aplique. Y es válido para todo: para un videojuego, para el desarrollo de una app, para la economía o para el cine. En la historia del séptimo arte hemos asistido a una enorme sucesión de buenas ideas que no han ido a ningún lado o que han acabado completamente desvirtuadas en su traslación a la pantalla. ¿De qué sirve un buen punto de partida para un guión si no se sabe aplicar o exprimir en una película -o una serie-? Con una industria cambiante, en la que las productoras se fusionan o deciden arriesgar cada vez menos y apoyarse en la construcción de universo cinemáticos que nutran sus propias cintas de forma un tanto endogámica, Netflix sigue arriesgando con proyectos propios, que a veces, no salen como se espera.

Orcos y elfos entre nosotros

Bright, una producción original de la citada plataforma de streaming, nace de una idea original y atractiva. Dirigida por David Ayer (Escuadrón suicida, Corazones de acero) y escrita por Max Landis -el polémico hijo de John Landis-, nos emplaza heterogéneo universo fantástico nacido tras una milenaria guerra entre elfos, hombres y pueblos libres contra los orcos y un peligroso Señor Oscuro. Tras cientos de años, la sociedad ha avanzado, y nos encontramos en una realidad muy parecida a la nuestra, en la que estos seres de leyenda se dividen en distintos estratos sociales, barrios, grupos raciales y barriadas.

Bright

Los ganadores de la guerra contra la Sombra han ido confinando a los orcos perdedores en el estrato más bajo de la comunidad, relegándoles a los peores trabajos y lugares de este nuevo paisaje de la ciudad de Los Ángeles. En este mundo, que ha comenzado a olvidar la magia y que convive con criaturas de fábula en su día a día, el policía Daryl Ward (Will Smith) se recupera de un intento de asesinato en una de sus patrullas con Nick Jakoby (Joel Edgerton), un orco que ha sido asignado al departamento como fruto de una serie de políticas de integración social.

David Ayer se siente cómodo en las historias de policías sobre el asfalto, héroes amorales y bandas

Con un arranque espectacular -Ayer tiene una buena base de conocimientos musicales y los aplica bien en pantalla-, en el que se nos va narrando a través de grafitis y estampas cotidianas cómo es este particular mundo nacido tras una antediluviana guerra al estilo de El Señor de los Anillos, Bright muestra todo su potencial en apenas unos minutos. Establece un trasfondo sin demasiado esfuerzo, resulta creíble ante el espectador y conecta con él a poco que se sea aficionado al género de la literatura fantástica, la ciencia ficción o el género policiaco. Sin embargo, debido a una serie de erróneas decisiones muy concretas, y a unos diálogos muy pobres, la película no logra arrancar del todo y se limita a brillar de forma esporádica en secuencias más o menos curiosas que se diluyen en exceso a lo largo de un metraje que no termina de encontrar su propio ritmo en ningún momento.

Bright

Un guion pobre…

Es el mayor problema de Bright: su guion. David Ayer ha demostrado a lo largo de su filmografía, que puede controlar sin ningún tipo de problemas los tics habituales del género policiaco y urbano. Si guion para Training Day es una obra maestra, y películas como Dueños de la calle, Vidas al límite o incluso Sabotage, demuestran que puede llegar a manejarse en este tipo de relatos de asfalto con personajes amorales, exceso de testosterona, incontables casquillos de balas y sendas frases lacónicas. Su estilo es reconocible, y si bien su trayectoria sigue siendo mediocre, lo cierto es que Ayer sabe pilotar sobre este tipo de terreno.

Bright un guion pobre

Sin embargo, Max Landis es un guionista más terrenal y poco lúcido. Sus diálogos son terriblemente pobres, forzados y poco interesantes. Intenta heredar parte de las bases asentadas con Arma Letal y sus secuelas, incluso tomar prestadas intenciones y elementos de Dos policías rebeldes -en la que Will Smith también participaba-, pero no logra establecer una dicotomía divertida entre Ward y Jakoby. Es más: la yuxtaposición visual de un orco y un ser humano en un coche de policía, que debería ser alegórica e impactante, se esfuma cada vez que abren la boca. Es una pena. Los diálogos son excesivamente descriptivos, y el elemento mágico, un aderezo que podría sacar del apuro a la enésima historia de compañeros de patrulla, acaba siendo engullido por los peores clichés del género, las palabras malsonantes, las bromas sin demasiado contexto previo y una serie de frases muy incómodas. En cualquier caso, tanto Smith como Edgerton tienen el suficiente potencial como para levantar el film a pulso, de una forma artesana en base a su mera presencia y carisma -algo que dice mucho, y bueno, de ambos-. Parecen dos comparsas que van de un lado a otro en las calles de Los Ángeles en una especie de remake fantástico de After Hours de Martin Scorsese y The Warriors, con enemigos pisándoles los talones, bandas de matones latinos y clubs de striptease de orcos. Y todo por el fortuito descubrimiento de una varita mágica de gran poder y la aparición de unos elfos especialmente torvos.

Bright un guion pobre

El guion de Max Landis es torpe y forzado, excesivamente descriptivo, y no plantea química alguna en sus protagonistas

Pero ajenos al microcosmos de estos dos patrulleros forzados a entenderse, tenemos un esbozo de una serie de héroes, villanos y seres que se hacen agradables y curiosos, pero que no están aprovechados. Noomi Rapace, actriz de indudable historial y capaz de las mejores interpretaciones, intenta cuajar una villana omnipresente y malévola, al estilo de los cuentos de hadas de antaño, pero nada más lejos de la realidad. Si bien su estilo y vestimenta es irreprochable -es elegante hasta decir basta-, su elfa oscura no logra causar ningún quebradero a los protagonistas, no los pone en aprietos, y ni mucho menos, despertar interés en el espectador. Lo que podría haber sido una villana Terminator al estilo Tolkien, queda en un mero y mal usado recurso narrativo para el avance de la trama. La sensación de oportunidad desaprovechada nos hace pensar que Netflix, durante la producción del film, no ha querido mostrar todas sus cartas con Bright, que David Ayer ha querido atenazar todo lo posible el relato o que Max Landis no ha sabido qué hacer en la escritura. Lo que podría haber sido una acertadísima mezcla entre Alien Nación y Enemigo Mío -dos cintas de culto en los años ochenta-, queda en un gris y oscuro terreno intermedio que no termina de convencer a nadie.

Bright un guion pobre

…pero un universo con potencial

El guion de Max Landis es terrible, pero se vislumbran cosas con muchísimo potencial en el universo parido para la ocasión. El nivel de producción de esta película para Netflix es muy alto, y visualmente, no destila ese tufo a cinta de segunda categoría como sí ha pasado, pasa y pasará con otros films creados especialmente para la plataforma de contenidos en streaming. Bright tiene una mitología riquísima, en la que dragones cruzan los cielos de Los Ángeles, los centauros son antidisturbios, los elfos conducen Lamborghinis y los orcos forman bandas entre grafitis e iglesias abandonadas. Todas las piezas encajan hasta tal punto que el espectador asume con credibilidad todo aquello que rodea a la película de David Ayer, hasta tal punto que te cuestionas los motivos por los que esta producción no ha tomado otro cariz más ambicioso antes de su estreno.

El universo de 'Bright' nos lleva a pensar en series, cómics y secuelas que exploren este rico mundo de elfos, orcos, humanos y teléfonos móviles

Netflix es muy inteligente y sabe, pese a las malas críticas y el negativo ruido mediático que ha generado este primer paso en medio, que con Bright y su trasfondo se pueden hacer cosas con muchísimo potencial. No hablamos de cómics, potenciales videojuegos y otros productos transmedia -que llegarán casi con total seguridad-: hablamos de secuelas, series y una lista de producciones audiovisuales que pueden nutrir con total seguridad el catálogo de la plataforma en los próximos años. Ya se comenta de una segunda parte, pero ¿os imagináis un mockumentary? ¿una serie que explore al estilo The Good Wife los entresijos de la alta sociedad elfa? ¿Y una cinta sobre cazadores de criaturas míticas a lo largo y ancho del mundo?

Bright un universo con potencial

Artificialmente comedida en esta primera toma de contacto, Bright brilla durante momentos muy concretos y dispersos en su narración, pero lo hace con una luz demasiado efímera. No existen fórmulas mágicas en nuestro mundo, pero la alquimia de Netflix podría dar con la clave en un futuro aprovechando los notables ingredientes que la cinta de David Ayer guarda en su interior.

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