La falta de actividad física se ha convertido en un problema de salud pública global, como revela un extenso estudio publicado en The Lancet Global Health. Según esta investigación, basada en 507 encuestas realizadas entre 2000 y 2022 en 163 países y con más de 5,7 millones de participantes, cerca del 31,3% de los adultos en el mundo no cumplen con las recomendaciones mínimas de ejercicio de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Cada vez nos movemos menos
Esta tendencia, lejos de mejorar, ha empeorado en las últimas décadas, poniendo de manifiesto una preocupante deriva hacia el sedentarismo a nivel planetario. La OMS aconseja que los adultos realicen al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada, complementados con 75 minutos de ejercicios de fortalecimiento muscular. Actividades sencillas como caminar, nadar o montar en bicicleta pueden marcar una diferencia sustancial en la prevención de enfermedades crónicas y en la mejora de la salud mental, tal y como subrayan múltiples investigaciones recientes en The Journal of Physical Activity and Health.
Emiratos Árabes Unidos lidera el ránking
Sin embargo, las estadísticas muestran que millones de personas no alcanzan ni siquiera estos mínimos básicos. El análisis regional revela profundas desigualdades. En Oriente Medio y algunas partes de Asia, los niveles de inactividad son alarmantes: Emiratos Árabes Unidos lidera el ranking con un 66% de su población insuficientemente activa, seguido de Kuwait (63%) y Líbano (59%). Asia oriental también refleja índices preocupantes, con Corea del Sur (58%) y Japón (52%) mostrando tasas de sedentarismo incompatibles con su reputación de sociedades saludables.
Curiosamente, en Europa la situación es muy diversa: mientras Finlandia (10%), Suecia (8%) y los Países Bajos (9%) destacan por su alta actividad física, países como Portugal (52%) e Italia (40%) se sitúan en el extremo opuesto.
Influye el contexto social
El contexto socioeconómico influye de forma determinante en estos patrones. Como explica el informe, en las regiones de África subsahariana, la alta actividad física no se debe a un entusiasmo cultural por el deporte, sino a la necesidad laboral: gran parte de la población está involucrada en trabajos agrícolas o manuales, que incrementan los niveles de movimiento diario. En contraste, en sociedades más acomodadas, donde la automatización y el estilo de vida urbano dominan, el sedentarismo se incrementa notablemente, como ya habían advertido los expertos en el Global Action Plan on Physical Activity 2018–2030 de la OMS.

Ante este panorama, la conclusión es clara: urge implementar políticas públicas más ambiciosas que fomenten el ejercicio físico regular, adaptadas a las diferentes realidades económicas y culturales. En palabras del estudio, invertir en la promoción de la actividad física no es un lujo, sino una necesidad imperiosa para garantizar una mejor calidad de vida a escala mundial.