Han pasado 25 años desde que Tom Cruise se ganó, con todo merecimiento, su última nominación al Óscar como actor. Fue por Magnolia, ese gigantesco fresco coral dirigido por Paul Thomas Anderson que sigue considerándose, para muchos (entre los que me incluyo), no solo la mejor película de su filmografía, sino también la cima interpretativa de su carrera.
Aunque la estatuilla acabó en manos de Michael Caine por Las normas de la casa de la sidra, nadie ha podido olvidar al explosivo Frank T.J. Mackey. Y ahora, cuando el actor afirma que no se retirará pronto y disfrua del éxito de la última entrega de Misión Imposible en cines, Cruise ha revelado un detalle clave que da una nueva dimensión a su trabajo: el famoso monólogo que abre la película lo escribió él mismo.
Tom Cruise se sincera: él escribió el monólogo más potente de 'Magnolia', su mejor papel hasta la fecha
El actor, de polémica vida personal, lo contó durante una extensa conversación con Edith Bowman para el British Film Institute, en la que repasó algunos de los momentos más decisivos de su carrera. Cuando llegó el turno de Magnolia, desveló que la escena más icónica de su personaje no estaba en el guion original. “No existía el monólogo. Había un par de líneas sueltas. Y le dije a Paul: ‘Ven a mi casa, hagamos la prueba de vestuario’. Recuerdo que él quería que Mackey llevase camisas IZOD y pantalones caqui”, rememora entre risas. Pero todo formaba parte del plan.
Cruise tenía preparada una especie de emboscada artística. Lo llevó a su sala privada de proyecciones, encendió el equipo, y allí le mostró su visión del personaje. “Tenía toda la música lista. Básicamente, escribí el monólogo de apertura. Mi versión de Mackey”, confiesa. La reacción de Paul Thomas Anderson fue pura incredulidad: “¿Qué coño?”, recuerda Cruise que exclamó el director. “Le dije: ‘No lo sé, tío. Esto es Mackey para mí’”.
Lo sorprendente es que el director de The Master y Pozos de ambición no solo aceptó la propuesta, sino que se sumó de lleno al proceso. Juntos reescribieron buena parte de los discursos del personaje. Un proceso natural para Cruise, que vive la construcción de cada personaje como una transformación total: “Te preparas, te preparas —y créeme, yo preparo todo—, y lo vamos hablando. Hay mucho diálogo. Pero luego llega el momento de rodar, y ahí es donde ocurre. Cada toma es un ensayo, cada toma es el personaje”, indica.
Ese nivel de entrega ayuda a entender cómo alguien que ha sido Ethan Hunt, Vincent, Maverick o Ron Kovic sigue reinventándose película tras película. A día de hoy, podemos verle en pantalla grande con Misión Imposible: Sentencia Final, mientras que Paul Thomas Anderson ultima su nueva película, Una batalla tras otra, basada en una novela de Thomas Pynchon —el mismo autor de Puro vicio— y que, si el viento sopla a favor, podría volver a colarse entre las favoritas a los Oscar.
Pero antes de eso, Magnolia sigue ahí, creciendo con los años. Un film-río donde todos los personajes buscan redención, y en cuyo centro arde todavía el fuego de un monólogo escrito por un Tom Cruise en estado de gracia.















