El lanzamiento de GPT-5 confirmó hasta qué punto la expectación en torno a la nueva versión de ChatGPT estaba justificada. En apenas 48 horas, el tráfico de la API se duplicó y la aplicación pulverizó sus propios récords de uso diario. Los números no dejan lugar a dudas: había una ansiedad colectiva por probar lo que prometía ser un salto cualitativo en la experiencia con la inteligencia artificial de OpenAI.
Sam Altman reconoció públicamente que el problema no fue tanto técnico como de gestión de expectativas. Millones de usuarios en todo el mundo se habían habituado a interactuar con ChatGPT y con GPT-4o en un marco muy concreto, una rutina que marcaba tanto sus hábitos de trabajo como de ocio. Alterar ese equilibrio no podía pasar inadvertido. Fue un fracaso mayúsculo. Ahora reconoce el error.
Sam Altman admite fallos críticos en el estreno de GPT-5: "Cometimos errores y no cumplimos con las expectativas"
En declaraciones a The Verge, el CEO de OpenAI explicaba que para algunos ChatGPT es poco más que una herramienta funcional para resolver tareas, mientras que para otros representa algo mucho más íntimo: una especie de interlocutor cotidiano con el que se establece un vínculo casi personal. Esa dualidad explica por qué el estreno de GPT-5 provocó reacciones tan viscerales. No se trataba solo de un programa que estrenaba nuevas funciones, sino de un software que se ha convertido en parte de la vida diaria de millones de personas.
Aun con un arranque caótico, los datos son elocuentes. El tráfico se duplicó en apenas dos días, demostrando que la curiosidad y la adopción inmediata superaron cualquier tropiezo inicial. Para Altman, actualizar un producto de estas dimensiones implica enfrentarse a una paradoja: satisfacer a cientos de millones de usuarios que, al mismo tiempo, esperan experiencias completamente distintas.
El “caso GPT-5” ilustra mejor que nada la profunda integración de la inteligencia artificial en nuestra cotidianidad. Ya no hablamos de simples parches que corrigen errores, sino de actualizaciones que redefinen la forma en la que trabajamos, nos informamos o nos comunicamos. En este nuevo escenario, OpenAI no solo tiene que aportar más potencia y funciones avanzadas, sino también cuidar la confianza del usuario. Innovar sin desestabilizar es un equilibrio frágil, más aún cuando el crecimiento del servicio avanza a un ritmo que incluso la propia compañía admite no siempre poder prever.
“Nos equivocamos de manera significativa en el lanzamiento”, reconocía Altman con franqueza. Sin embargo, sus palabras chocan con la realidad de las cifras: en apenas 48 horas, el tráfico de la API se duplicó y continúa en ascenso. La demanda ha sido tal que la compañía se ha quedado sin GPU disponibles. Además, ChatGPT no ha dejado de batir récords diarios de usuarios y, según el propio ejecutivo, una de las funciones más celebradas por la comunidad es el nuevo selector de modelos.
Más allá del ruido inicial, GPT-5 es ya el modelo más avanzado que ha lanzado la compañía. Su mayor fortaleza reside en una comprensión contextual más amplia, conversaciones más fluidas y una capacidad para gestionar diálogos extensos sin perder coherencia. Se adapta mejor a la intención real de cada usuario y, en la práctica, empieza a mostrar potencial para acompañar procesos complejos en ámbitos tan diversos como la educación, la investigación o la asistencia profesional.
Ese salto cualitativo responde a la visión de Sam Altman, convencido de que ChatGPT está en el camino de convertirse en una de las plataformas más relevantes de la historia de internet, en la famosa AGI. Hoy ya figura como el quinto sitio web más visitado del mundo y, según sus propias estimaciones, podría escalar hasta la tercera posición en un futuro cercano. Superar a Google se antoja más complicado, admite, pero la dirección parece marcada: de millones de usuarios diarios a, en cuestión de poco tiempo, miles de millones.
La velocidad de crecimiento es al mismo tiempo el gran activo y el mayor riesgo de OpenAI. Cada nueva versión refuerza el liderazgo de la compañía en el campo de la inteligencia artificial, pero también altera inevitablemente la experiencia de una comunidad global que ha incorporado ChatGPT a su día a día. Veremos si están en la senda correcta.
