Lo que empezó como una sencilla excursión para buscar dientes de tiburón terminó convirtiéndose en un hallazgo arqueológico de gran relevancia. Daniel Sawyer, un aficionado que se desplazó hasta la playa de High Island, en Texas, se topó con una punta Clovis de más de 12.000 años de antigüedad, una herramienta clave de la cultura paleoindia que habitó el continente americano durante el Pleistoceno tardío.
La reliquia estaba entre conchas en la orilla
El descubrimiento se produjo entre restos de conchas marinas, cerca de la conocida “Lonely House”, cuando Sawyer vio un objeto inusual semienterrado en la arena. Al compartir la imagen en redes sociales, arqueólogos y entusiastas de la disciplina reconocieron de inmediato la silueta inconfundible del artefacto. La pieza fue luego confirmada como auténtica por Alan Slade, investigador del Texas Archaeological Research Laboratory, que subrayó la rareza del hallazgo: solo se han catalogado unas 1.250 puntas Clovis en todo el estado de Texas.
La importancia de la pieza va más allá de su antigüedad. Según Slade, la punta hallada por Sawyer muestra signos de reafilado, lo que indica un uso prolongado por parte de sus propietarios originales. Su localización en el condado de Galveston añade un dato relevante: no se había documentado ninguna punta Clovis en esa zona desde 1987. La hipótesis es que muchas de estas herramientas podrían haber pertenecido a asentamientos costeros que fueron sumergidos por el aumento del nivel del mar hace miles de años.
Este tipo de hallazgos, aunque fortuitos, son cruciales para comprender los patrones migratorios y de asentamiento de los primeros pobladores de América. Las puntas Clovis, de forma aerodinámica y talladas con precisión, se usaban como puntas de lanza para la caza de grandes animales extintos, como los mamuts o los bisontes gigantes. El canal central o flauta que las caracteriza facilitaba su inserción en un eje de madera, haciendo de ellas herramientas eficaces y reutilizables.















