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Predator lleva su caza más allá del cine: Panini presenta 2 volúmenes de más de 1000 páginas con arte, sangre y terror alien

Cuando la caza emerge del celuloide para forjar un mito visual: cómo los cómics expanden y retuercen la figura del Depredador más allá de la película. Panini presenta dos volúmenes imprescindibles.
Predator lleva su caza más allá del cine: Panini presenta 2 volúmenes de más de 1000 páginas con arte, sangre y terror alien
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Actualizado: 16:59 9/11/2025

Hay personajes que trascienden su película y se convierten en ecos culturales. En auténticos iconos. El Depredador -esa criatura de mandíbula imposible y mirada de cazador ancestral, la gran obra maestra de Stan Winston- pertenece a esa estirpe. Lo que nació en 1987 como un juego de supervivencia en la selva centroamericana con Arnold Schwarzenegger como gran protagonista se transformó, gracias al cómic, en un universo mucho más complejo. Una especie de espejo retorcido de nuestras propias pulsiones, de nuestra obsesión por la caza, la jerarquía y el honor.

Ahora, coincidiendo con Predator: Badlands y su estreno en cines con un reparto encabezado por Elle Fanning como gran estrella, Panini, con sus dos tomos Omnibus de Predator: La Etapa Original, recupera ese legado que Dark Horse cultivó durante décadas. Lo hace con una edición monumental, que no solo pesa en las manos, sino también en lo simbólico. El primer volumen, de más de mil páginas, y su segunda entrega, que roza el millar, condensan una época en la que la ciencia ficción y el horror se atrevían a expandirse más allá del canon cinematográfico.

Cuando el monstruo deja de ser un villano: los cómics de Predator exploran el lado extraterrestre

En las primeras historias recopiladas -de Predator 1-4 a Big Game, Cold War o Kindred- el cómic redefine la criatura. Ya no es solo un cazador letal que visita la Tierra cuando quiere abatir humanos. No, es mucho más. Ahora es una cultura entera, una especie con normas, rituales y conflictos internos, que busca premios y tesoros de la civilización que rige -o eso cree- el planeta. Guionistas como Mark Verheiden o John Arcudi consiguen lo que la gran pantalla nunca se atrevió a intentar: darle al Yautja un alma, o al menos una ética.

Predator, la etapa original
2 tomos, 1 criatura: cada página es un golpe de horror, acción noventera y épica alienígena

Las historias incluyen de todo. Hay tensión política, conspiraciones militares, policías que no son capaces de saber qué está ocurriendo, grandes empresas ocultando la verdad… pero también hay algo casi antropológico en la manera en que estos relatos muestran al Depredador como una figura trágica, más cercana al guerrero que al monstruo. En historias como Kindred, donde el enfrentamiento trasciende lo físico, uno puede sentir la reverberación de un mito en construcción que, a posteriori, acabaría dándole la forma a los argumentos de las sucesivas secuelas.

Predator, la etapa original

Sí, Depredador 2 es, literalmente, una suerte de adaptación de estos tebeos de Concrete Jungle protagonizados por el hermano del personaje de la película original, con bandas enfrentadas en una ciudad azotada por el calor. Y, si el primer tomo era la fundación de un universo, el segundo Omnibus es su expansión.

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Aquí Dark Horse rompe las costuras del presente y lanza al Depredador al océano (Hell & Hot Water), al Londres victoriano (Nemesis), o a la pura persecución (Hunters, Homeworld, Xenogenesis). La criatura deja de ser un invasor y se convierte en una constante: el cazador eterno, capaz de adaptarse a cualquier entorno y época, así como, en ocasiones, una suerte de antihéroe.

Predator, la etapa original

Hay que decir que el contraste de estilos y tonos funciona sorprendentemente bien. Cada miniserie tiene su propio pulso, su estética y su enfoque moral. En Hunters, por ejemplo, los humanos se convierten en cazadores de los cazadores, un giro que convierte al cómic en una reflexión sobre la obsesión, la revancha y la delgada línea que separa al hombre del monstruo. Una de las mejores historias, con abrumadora diferencia.

Panini ha entendido perfectamente lo que significa rescatar este material. El formato Omnibus es, literalmente, un objeto de colección: cartoné, sobrecubierta, papel de alto gramaje y más de 18 × 27 cm de formato. Dentro, las portadas originales, los bocetos, las introducciones de época y el material complementario actúan como una cápsula de tiempo para lectores veteranos y nuevos. Ojo, no es una edición barata -entre 70 y 80 euros-, pero creemos que merece la pena.

Lo que convierte a Predator en mito

Releer estas páginas deja una sensación extraña. Los cómics incluidos en la colección son realmente buenos, y demuestran cómo la criatura ha ido evolucionando a lo largo de los años en las páginas de un sinfín de historias. No solo asistimos a una serie de cacerías espectaculares; lo que descubrimos es una filosofía. Los yautja, en su silencio y en sus oscuras normas y rituales, hablan de nosotros: del impulso humano por demostrar superioridad, del placer de medir la propia fuerza, del código que da sentido al caos.

Predator, la etapa original

Pese a sus irregularidades -algunas historias menores, ciertos arcos de relleno-, el resultado final es majestuoso. Predator: La Etapa Original es una lectura densa, visualmente rica y conceptualmente ambiciosa. No hay continuidad perfecta, pero sí una coherencia tonal que teje una mitología paralela al cine, tan influyente como este. Panini logra más que una reedición: construye un testamento para una criatura muy importante en el séptimo arte. El Depredador deja de ser un monstruo para convertirse en símbolo. Y cuando cierras el tomo, con los brazos cansados de sostenerlo, entiendes por qué -en cada jungla, planeta o siglo- el cazador nunca deja de observarnos.

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