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Elle Fanning (27 años) sobre su papel en 'Predator: Badlands': 'Puedo decir literalmente que soy amiga de un Depredador'

Vandal ha podido entrevistar a los protagonistas de Predator: Badlands, la nueva película de la franquicia que se estrenará el 7 de noviembre.
Elle Fanning (27 años) sobre su papel en 'Predator: Badlands': 'Puedo decir literalmente que soy amiga de un Depredador'
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Actualizado: 15:11 4/11/2025
elle fanning
predator: badlands

Elle Fanning y Dimitrius Schuster-Koloamatangi se unen al universo Predator en Predator: Badlands, una película que propone un punto de vista inédito dentro de la saga: una alianza improbable entre una sintética avanzada y un cazador letal.

Al otro lado de la pantalla, ambos intérpretes transmiten una complicidad inesperada que ayuda a sostener el giro narrativo. Fanning interpreta a Thea, una androide creada por la corporación Weyland-Yutani, una conexión directa con la mitología de Alien que le da al filme un peso histórico dentro del imaginario de la ciencia ficción.

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“Siempre he sido fan de la franquicia Alien”, comenta Fanning, evocando nombres clave. Con Dan Trachtenberg hablamos mucho de Bishop, el sintético interpretado por Lance Henriksen, porque marcó una sensibilidad muy particular: no solo era una máquina, sino una presencia con matices éticos y emocionales. La actriz señala que, durante el rodaje, el equipo vio Alien: Romulus en cines, y se fijó especialmente en el nuevo modelo de sintético presentado allí. “Su enfoque me confirmó que podía permitirme un rango emocional mayor. En nuestro caso, los sintéticos están situados en un futuro más distante, de modo que su expresividad puede acercarse aún más a lo humano sin perder esa cualidad inquietante”.

Ojalá también que quienes aman la serie desde hace años encuentren motivos para emocionarse con lo que hemos hecho.

Un Depredador diferente

Schuster-Koloamatangi, por su parte, se enfrentó al reto de reinterpretar a una criatura que se ha convertido en icono cultural desde su debut en 1987. Mi primer trabajo fue revisitar todas las películas anteriores y acercarme también a los cómics de Dark Horse”, explica. Reconoce que la tradición del Depredador ya trae consigo una fisicidad y una liturgia casi ritual que no se puede ignorar, pero que Badlands introduce una variante: su personaje es “defectuoso”, en términos de su propia especie, lo que abre una grieta dramática. “Eso nos permitía buscar un lenguaje propio, algo que lo diferenciara del guerrero perfecto y silencioso al que estamos acostumbrados”.

Uno de los ejes centrales de la película es la inversión de roles. El Depredador ya no es el antagonista absoluto, ni la sintética es solo una superviviente pragmática; ambos comparten un espacio de alianza y reconocimiento. Fanning destaca que esta decisión altera por completo la relación espectador-monstruo. “Es emocionante formar parte de algo que va a sorprender. Aquí no huimos del Depredador: caminamos junto a él. Y sí, puedo decir literalmente que soy amiga de un Depredador. Eso no lo puede decir mucha gente”, comenta entre risas. La película construye así la historia de un vínculo y no solo el espectáculo de la caza.

Respeto a la saga, mirada a nuevos públicos

El objetivo, señalan ambos, es abrir la saga a nuevos públicos sin romper el respeto hacia quienes llevan décadas siguiendo la franquicia. Hay gore, hay rituales de combate, hay sangre de distintos colores y hay una comprensión mayor de la cultura depredadora. Al mismo tiempo, el arco emocional permite que espectadores no familiarizados con la saga entren sin necesidad de una “educación previa”. “Si esta película es la puerta de entrada para una generación nueva, genial”, afirma la actriz. “Pero ojalá también que quienes aman la serie desde hace años encuentren motivos para emocionarse con lo que hemos hecho”.

Antes de despedirse, Schuster-Koloamatangi reconoce que interpretar a un Depredador no solo implica movimiento y presencia física, sino también una ética propia del cazador. La clave es entender qué significa el honor para ellos. “Esa palabra es todo”. Badlands no solo amplía la mitología, sino que ofrece un espacio para repensar quién es el ‘monstruo’ y quién es el aliado. En un universo donde la caza definía el relato, ahora lo hace el vínculo.

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