China puede mostrar músculo militar y tener una de las industrias energéticas más potentes del planeta. Pero no todo brilla en el gigante asiático. Unida a una latente crisis económica y de vivienda, China está encaminada a sufrir una profunda crisis poblacional. Sí, aunque parezca contradictorio teniendo en cuenta que en 2024 superó la barrera de los 1400 millones de habitantes.
Según Naciones Unidas, la población del gigante asiático comenzará a caer de forma sostenida en las próximas décadas. Los pronósticos son contundentes: para 2050, China podría perder entre 100 y 200 millones de personas, y en el mejor de los escenarios para 2100, apenas superará los 900 millones. Este descenso no es solo un número, sino un desafío de dimensiones colosales para la economía, sobre todo en lo que respecta a la disponibilidad de trabajadores. ¿La solución? La IA.
China apuesta todo a la inteligencia artificial para frenar el colapso demográfico que se avecina
Los datos actuales ya anticipan el problema. Economist destaca que el 22 % de los ciudadanos chinos supera los 60 años, una cifra que se elevará hasta el 32,5 % en 2035. La tasa de natalidad, por su parte, se mantiene en niveles críticos: 1,0 hijo por mujer en 2024, muy lejos del 2,1 necesario para mantener estable la población. Según Trivium China, este desequilibrio amenaza con encerrar al país en la denominada “trampa de la renta media”, limitando su capacidad de crecimiento al reducir la mano de obra barata y las exportaciones masivas que históricamente han impulsado su economía.
La respuesta del Gobierno de Xi Jinping se centra en un concepto clave: las “nuevas fuerzas productivas de calidad” (NQPF, por sus siglas en inglés). La idea es aumentar la productividad a través de la tecnología, la educación y la difusión de innovaciones por todo el tejido industrial y de servicios. Su 15º Plan de Cinco Años (2026–2030) apunta directamente a este objetivo, con la inteligencia artificial como protagonista -sin entrar en territorios propios de la ficción-.
Ahí surge AI Plus, un ambicioso programa diseñado para integrar la IA en todos los ámbitos: desde la ciencia y la industria hasta el consumo, la gobernanza y la cooperación internacional. Las metas son claras: en 2027, alcanzar una penetración superior al 70 % en seis sectores estratégicos; para 2030, el 90 %. La IA debe convertirse en infraestructura básica, al nivel de la electricidad o Internet, potenciando productividad, innovación y eficiencia, incluso en la vida cotidiana de los ciudadanos.
Pero los retos son enormes. La adopción desigual, la falta de métricas claras y la dificultad para formar ingenieros fuera de los centros de élite podrían frenar los objetivos. La AGI queda de momento fuera de la agenda, porque China persigue un objetivo más pragmático: usar la IA para compensar la caída poblacional y asegurar que su economía siga avanzando, aunque la sociedad envejezca.
