Los dinosaurios de cuello largo, considerados algunos de los animales más imponentes que hayan pisado la Tierra, no estaban exentos de padecer males silenciosos mucho antes de que el famoso asteroide de Chicxulub acabara con su reinado. Un nuevo estudio realizado en Brasil ha identificado signos claros de osteomielitis —una grave infección de los huesos— en los restos fósiles de seis saurópodos, lo que sugiere que estas criaturas prehistóricas estuvieron expuestas a patógenos capaces de comprometer seriamente su salud hace unos 80 millones de años.
La investigación, encabezada por el paleontólogo Tito Aureliano de la Universidad Regional de Cariri (URCA), se centró en fósiles procedentes del yacimiento conocido como “Vaca Morta”, en el estado de São Paulo. Este sitio paleontológico, que ha proporcionado algunos de los ejemplares más completos de dinosaurios sudamericanos, revela ahora un panorama menos idílico de la vida de estos gigantes. Según el equipo, los huesos analizados presentaban lesiones internas y externas con una arquitectura caótica, típica de infecciones activas, sin signos de cicatrización.
El riesgo de habitar en zonas húmedas
La osteomielitis es una inflamación ósea que hoy en día afecta a mamíferos, aves e incluso reptiles. Puede ser causada por bacterias, virus, hongos o parásitos que invaden el tejido óseo y lo destruyen desde dentro. En el Cretácico Superior, cuando estos saurópodos habitaban un entorno de ríos de corriente lenta, zonas pantanosas y charcas estancadas, el riesgo de exposición a patógenos debía de ser alto.
Estas condiciones eran un caldo de cultivo ideal para la proliferación de microorganismos, así como para insectos y otros animales que podían actuar como vectores de enfermedades. Paradójicamente, las huellas y restos fósiles muestran que los saurópodos preferían habitar precisamente en estas áreas húmedas, lo que los habría puesto en contacto frecuente con el agente infeccioso.
Posible brote epidémico
El hallazgo es especialmente relevante porque las evidencias de enfermedades infecciosas en dinosaurios son muy escasas. Solo recientemente se han publicado los primeros casos documentados de patologías de este tipo en saurópodos. “El hecho de que encontremos múltiples huesos con lesiones en el mismo yacimiento y en un intervalo de tiempo relativamente cercano sugiere que este ecosistema ofrecía condiciones para que los patógenos infectaran a varios individuos”, explica Aureliano.
Esta concentración de casos en un único lugar plantea la hipótesis de que pudo haberse producido un brote epidémico que afectó a toda la población local. Los fósiles analizados abarcan diferentes estadios de la enfermedad. Algunos huesos muestran lesiones confinadas al interior, mientras que en los casos más avanzados aparecen protuberancias circulares visibles en la superficie, posiblemente indicativas de una fase terminal de la infección.
Claves para entender su biología
Esta variabilidad podría deberse a la naturaleza del microorganismo implicado o a la respuesta inmunológica de cada animal, lo que ofrece a los investigadores un campo fascinante para comprender cómo reaccionaban los dinosaurios a las infecciones. Estos resultados refuerzan la idea de que los dinosaurios, a pesar de su tamaño y dominio ecológico, estaban expuestos a amenazas invisibles que podían mermar su salud de manera significativa.
Las enfermedades infecciosas, al igual que los depredadores o los eventos cataclísmicos, formaban parte del paisaje de riesgos que enfrentaban. En este sentido, el estudio aporta una pieza más al complejo rompecabezas de la biología de los dinosaurios y su interacción con el entorno.
Reto para la ciencia moderna
Los autores subrayan que aún queda mucho por descubrir. Determinar el tipo exacto de patógeno responsable de estas infecciones es un desafío, ya que los restos de ADN o proteínas rara vez se conservan en fósiles de esta antigüedad.
No obstante, técnicas avanzadas de tomografía y análisis microscópicos permiten reconstruir la evolución de la enfermedad en el tejido óseo con gran precisión. En el futuro, estas metodologías podrían combinarse con análisis químicos para identificar rastros moleculares de bacterias u hongos y así esclarecer la etiología de la osteomielitis en estos gigantes prehistóricos.
Este trabajo, publicado en The Anatomical Record, no solo amplía el conocimiento sobre la salud de los saurópodos, sino que también abre nuevas líneas de investigación sobre el papel de las enfermedades en las extinciones locales de dinosaurios.















