Hay pocas películas y novelas de ciencia ficción como Jurassic Park. Más allá de los dinosaurios y los efectos especiales revolucionarios, Jurassic Park, y la posterio saga Jurassic World, esconde una profunda crítica a la soberbia humana.
Esa es la tesis central de un nuevo estudio firmado por investigadores de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), publicado en la revista científica Communication & Society, que reinterpreta la película de Steven Spielberg desde una óptica simbólica, ética y visual. La cinta, que cambió para siempre el cine de ciencia ficción en 1993, es leída ahora como una advertencia sobre los peligros de jugar a ser dioses en un mundo que no controlamos y que suele acabar mal.
Jurassic Park como nunca lo habías visto: un estudio español revela la verdadera catarsis del clásico de Spielberg
El trabajo, titulado You’ve never had control. That’s the illusion. Mímesis del mundo y catarsis en Jurassic Park, ha sido elaborado por el profesor Arturo Encinas y los alumnos Belén Gómez de Argüello y Javier López-Cuervo dentro de un ambicioso proyecto universitario sobre análisis fílmico y hermenéutica personalista. El texto sitúa el foco en John Hammond, el excéntrico millonario que quiere abrir un parque temático de dinosaurios, y cómo su viaje interior –más emocional que técnico– revela las grietas de una civilización obsesionada con dominar lo indomable.
Aunque la película sea famosa por sus velocirraptores y el Tyrannosaurus rex más icónico del cine, el estudio apunta que Jurassic Park ofrece una lección más profunda: la del fracaso del control absoluto. Escenas como la conversación entre Hammond y la doctora Sattler o el reencuentro con sus nietos están, según los investigadores, cuidadosamente diseñadas para mostrar –sin necesidad de subrayados verbales– el cambio del personaje. Spielberg no necesita discursos grandilocuentes para contarnos que su protagonista ha pasado de la arrogancia tecnológica a una mirada purificada y consciente de sus límites.
Uno de los hallazgos más curiosos del artículo es el uso de los llamados “planos espejo”: encuadres simétricos que aparecen tanto al inicio como al final del filme y que actúan como reflejos visuales invertidos. Según Encinas, esta técnica refuerza el arco del personaje de Hammond: el paso de creerse dueño del mundo a reconocer, con humildad, que todo fue una ilusión. “Nunca tuvo el control”, dice el estudio citando literalmente una de las frases más reveladoras de Ian Malcolm, el personaje encarnado por Jeff Goldblum.
El estudio forma parte del proyecto “Hermenéutica responsable: una mirada personalista a los mundos posibles poéticos”, y busca demostrar cómo el análisis cinematográfico no solo permite entender mejor las películas, sino también abordar cuestiones clave del presente: los límites de la ciencia, la ética de la biotecnología y nuestra relación con el entorno natural. La publicación en una revista de primer nivel académico refuerza, además, el papel de la UFV en el desarrollo de una enseñanza crítica, creativa y conectada con los grandes debates del siglo XXI.
El estudio ve la luz justo cuando Jurassic World: El renacer, dirigida por Gareth Edwards (Rogue One, Godzilla), aterriza en los cines españoles. Esta nueva entrega, protagonizada por Scarlett Johansson, se sitúa cinco años después de Dominion y plantea una convivencia entre humanos y dinosaurios en un planeta transformado, y en el que los últimos dinosaurios sobreviven en una isla remota. Pero, al igual que su predecesora espiritual de 1993, también toca temas incómodos: los dilemas de la ingeniería genética, el desbordamiento de los límites científicos y la identidad humana frente al avance tecnológico.















