Han pasado más de 15 años desde el estreno de Jennifer’s Body, pero Megan Fox sigue arrastrando las secuelas de lo que vivió durante el rodaje de una de sus escenas más íntimas. En una reciente entrevista concedida a Variety, la actriz ha denunciado cómo un fotógrafo se infiltró en el set para capturar imágenes de ella semidesnuda durante una escena en un lago, pese a las estrictas medidas de privacidad.
Aquel acto, según sus palabras, la dejó profundamente expuesta y emocionalmente rota: “Me sentí tan violada… me lo arrebataron”, confesó Fox, quien ha declarado que ese fue uno de los momentos más invasivos de su carrera.
La experiencia fue tan traumática que Fox se encerró en casa
La escena en cuestión exigía que la actriz se adentrara desnuda en un lago, aunque protegida por un tanga y cubrepezones color carne. El equipo había despejado meticulosamente el área para preservar su privacidad, pero Fox asegura que su “intuición psíquica” le advirtió de que algo no iba bien. “Sentí la mirada, la energía de una lente”, explica. Su presentimiento se confirmó cuando su representante le llamó al finalizar el rodaje para comunicarle que un paparazzi había logrado tomar fotografías del momento. La experiencia fue tan traumática que Fox se encerró en casa, devastada por el sentimiento de haber perdido el control sobre su cuerpo.
Este testimonio cobra especial relevancia en el contexto del renovado interés crítico por Jennifer’s Body, una película de terror adolescente dirigida por Karyn Kusama que, tras haber sido incomprendida en su estreno en 2009, ha sido reevaluada en la última década como una sátira feminista sobre la cosificación y la rabia femenina. Curiosamente, la misma cinta que exploraba el cuerpo de una joven poseída como arma de poder, fue también el escenario de una agresión real contra la intimidad de su actriz principal. Fox, convertida entonces en uno de los mayores símbolos sexuales de Hollywood, ha reconocido que esa exposición prematura fue “una bendición y una maldición”.
El caso de Megan Fox no es un hecho aislado. El acoso mediático y la violación de la privacidad de las actrices en rodajes ha sido históricamente denunciado, con antecedentes que van desde filtraciones de fotografías en sets hasta hackeos masivos de imágenes personales. La industria ha comenzado en los últimos años a reforzar los protocolos de intimidad con la figura de los coordinadores de escenas sexuales, aunque este tipo de medidas no existían cuando Fox rodó Jennifer’s Body. Su experiencia pone sobre la mesa la necesidad urgente de blindar legal y éticamente la integridad de los intérpretes.

Actualmente, Jennifer’s Body puede verse en plataformas como Disney+ y ha encontrado una nueva generación de fans que la celebra como un filme adelantado a su tiempo. Pero el testimonio de Fox añade una capa de sombra sobre aquella producción: no solo representa una historia de empoderamiento femenino en la ficción, sino también una historia de abuso de poder y voyeurismo fuera de cámara. “Lo último que me quedaba era mi cuerpo”, recuerda la actriz, “y también me lo quitaron”.