Las pretensiones de Dassault Aviation de asumir un papel predominante en el desarrollo del futuro avión europeo de combate de sexta generación (FCAS), en el que España también participa, han encendido todas las alarmas en la industria alemana. Fuentes del sector aeroespacial germano advierten que, de consolidarse estas exigencias, la fabricación de cazas en Alemania podría verse gravemente comprometida.
El proyecto del Sistema de Combate Aéreo del Futuro, conocido por sus siglas en inglés FCAS, atraviesa un punto muerto. La disputa entre Francia y Alemania ha paralizado varias fases del programa, en especial después de los desacuerdos públicos entre Dassault y la filial germana de Airbus Defence sobre la hoja de ruta inicial. La tensión refleja una pugna estratégica por el control de los sistemas de propulsión y otras piezas clave del caza europeo.
El FCAS está en jaque: las demandas de Francia amenazan el futuro del caza europeo de sexta generación
Según un informe interno al que tuvo acceso la publicación especializada Hartpunkt, la Asociación Alemana de Industrias Aeroespaciales (BDLI) teme que el liderazgo unilateral de Dassault pueda frenar la producción nacional de aviones de combate. En otras palabras, Alemania podría perder autonomía tecnológica en un programa valorado en 100.000 millones de euros.
Dassault, con una historia consolidada en la fabricación de cazas emblemáticos como el Mirage o el Rafale, ha dejado claro que preferiría desarrollar el FCAS de manera independiente antes que continuar colaborando con Airbus. En el acuerdo inicial, París, Berlín y Madrid habían asignado a Dassault la fabricación principal de los aviones, mientras que la filial alemana se encargaría de los drones y de la nube de inteligencia artificial que constituye el núcleo del “sistema de sistemas” del caza de nueva generación.
El cambio de enfoque propuesto por Francia ha generado alarma: dejaría a la industria alemana prácticamente a merced de Dassault en términos de desarrollo, producción y mantenimiento futuro. La BDLI advierte que los fondos de los contribuyentes alemanes podrían terminar consolidando de forma unilateral la industria aeronáutica europea en Francia.
Los retrasos ya son palpables. Críticos del proyecto calculan que la rigidez de Dassault ha supuesto un año de demora, mientras que tanto Airbus como Dassault han cuestionado públicamente la lentitud del programa. España, representada por Indra, ha preferido mantenerse al margen de la disputa.
En este contexto, el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, advirtió recientemente que “en las próximas semanas tendremos que decidir el rumbo del proyecto y qué alternativas existen”. Con el horizonte del año 2040 para la entrada en servicio del FCAS, las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para el futuro de la aviación militar europea.















