España se ha consolidado como uno de los destinos favoritos para quienes buscan pasar su jubilación en un entorno más cálido, accesible y con buena calidad de vida. Entre los extranjeros que se instalan en el país para esta etapa, los franceses destacan de forma notable, y dos zonas concentran buena parte de sus elecciones: Málaga y Alicante. Ambas ciudades no solo ofrecen sol y playa, sino también una combinación de servicios, cultura y conectividad que las convierten en opciones de retiro difíciles de superar en Europa.
Málaga, el epicentro de la Costa del Sol
En la Costa del Sol, Málaga se ha transformado en una ciudad vibrante y cosmopolita sin perder su esencia mediterránea. Los jubilados valoran su clima privilegiado, con más de 300 días de sol al año, su red de hospitales públicos y privados de primer nivel y la oferta cultural, que va desde el Museo Picasso hasta el Centre Pompidou Málaga. Marbella, Torremolinos y Benalmádena completan el mapa de municipios favoritos, donde la gastronomía local y la vida al aire libre marcan el ritmo de cada día.
Por su parte, la Costa Blanca ofrece una alternativa más tranquila y asequible. Alicante, junto a localidades como San Juan o El Campello, atrae a miles de jubilados franceses que encuentran allí viviendas más económicas en comparación con la Costa del Sol y un excelente sistema de transporte, con tranvía metropolitano que conecta playas y barrios en pocos minutos. La combinación de mar, servicios y precios competitivos es uno de los grandes argumentos de esta región.
El atractivo económico y fiscal
El factor económico es otro de los grandes atractivos. El coste de vida en España sigue siendo inferior al de Francia en aspectos clave como la vivienda, el ocio o la restauración. A esto se suma el convenio de doble imposición entre ambos países, que evita que los jubilados paguen impuestos dos veces por su pensión, una ventaja fiscal que hace que muchos se decidan por mudarse. Según el Instituto Nacional de Estadística, más de 217.000 franceses residen actualmente en España, una cifra que crece cada año.
Integración y vida social
La sensación de comunidad también es importante. En zonas como la Costa Blanca existen asociaciones de residentes francófonos que facilitan la integración y crean redes de apoyo para recién llegados. Clases de español, eventos culturales y actividades para socializar permiten que estos jubilados construyan una vida activa, lejos de la idea de retiro aislado. El bienestar emocional y social se suma así al atractivo del clima y la economía.
No es casual que Málaga y Alicante figuren también entre las ciudades más felices de España, según el Spain Happy Index. La combinación de mar, buena gastronomía, infraestructuras modernas y ritmo de vida relajado convierte a estas localidades en un auténtico refugio para quienes buscan disfrutar de la jubilación sin renunciar a la comodidad.















