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La próxima generación de robots no se parecerá a nada que hayamos visto antes

La rueda, sin equivalente en la naturaleza, cambió la historia sin necesidad de brazos ni piernas.
La próxima generación de robots no se parecerá a nada que hayamos visto antes
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Actualizado: 15:00 6/4/2025

La carrera por crear robots humanoides se ha convertido en uno de los grandes espejismos tecnológicos de nuestra era. Bajo el disfraz del progreso, lo que realmente se esconde es una obsesión atávica: fabricar máquinas a imagen y semejanza del ser humano.

Aunque gigantes como China y Estados Unidos apuestan miles de millones para liderar esta industria emergente, y voces como la de Jensen Huang (Nvidia) proclaman que "ha llegado el tiempo de los robots humanoides", la pregunta persiste: ¿realmente los necesitamos con forma humana?

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El espejismo de los humanoides

Las cifras invitan a dudar. Los robots de UBTech, por ejemplo, tardan cuatro veces más que un trabajador en tareas tan básicas como cargar contenedores. Mientras tanto, empresas como Boston Dynamics siguen invirtiendo décadas en hacer que sus máquinas caminen sobre dos piernas, cuando un robot con ruedas lo hace con mayor eficiencia y a menor coste energético.

El problema no es técnico, es psicológico: seguimos atrapados en la idea de que la forma humana es la cúspide de la funcionalidad. Pero la naturaleza, que ha probado con millones de especies, demuestra que la diversidad morfológica es la clave para la adaptación.

La robótica que sí funciona

Lo más interesante no ocurre en esos escenarios donde un humanoide baila o se cae torpemente, sino en los silenciosos y eficientes ecosistemas industriales donde cada robot cumple un rol específico. Drones de interior, brazos robóticos, vehículos guiados automáticamente... No imitan a nadie, pero resuelven problemas con una eficacia que los humanoides aún no pueden igualar. La robótica del futuro no será un desfile de androides, sino una orquesta de máquinas especializadas.

El argumento de que los humanoides se adaptan mejor a entornos diseñados para humanos cae por su propio peso si miramos cómo hemos modificado ciudades, fábricas y hogares en cada revolución tecnológica. No adaptamos las máquinas al mundo, adaptamos el mundo a las máquinas. El ejemplo de Zoox y sus taxis autónomos sin volante lo deja claro: cuando se piensa desde cero, el diseño deja de estar atado a estructuras heredadas.

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