Cuando la pequeña Schizandra cumplió seis meses, su familia optó por romper con la tradición: en lugar de purés de frutas, su primera comida sólida fue yema de huevo cruda seguida de puré de hígado de pollo, sardinas, mantequilla y hasta helados hechos con caldo de huesos. Este tipo de alimentación forma parte de una tendencia al alza: los llamados “bebés carnívoros”, una corriente que se nutre de médicos y divulgadores en redes sociales que promueven la dieta carnívora desde una perspectiva biológica.
Detrás del atractivo de esta corriente hay padres que destacan beneficios como mejor descanso o mayor tranquilidad en sus hijos. En comunidades online como “Carnivore Motherhood” o foros de Facebook, comparten recetas que incluyen huesos para mascar, paletas de caldo óseo o hígados molidos. En algunos casos, las crianzas se han vuelto muy visuales, alimentándose de experiencias personales y testimonios que reivindican lo que consideran una alimentación más “ancestral”.
Recetas virales y comunidad
No obstante, los pediatras y especialistas en nutrición alertan. Según Mark Corkins, pediatra y presidente del Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría, dietas basadas exclusivamente en productos animales carecen de nutrientes fundamentales como la vitamina C y la fibra, esenciales para la formación del tejido conectivo y el desarrollo saludable del microbioma intestinal.
Diversas voces expertas coinciden: márgenes reductivos como los de la dieta carnívora no satisfacen las necesidades nutricionales de un bebé en crecimiento. Estudios recientes y entidades como Motherly advierten que la falta de fibra compromete la salud digestiva y la formación de una microbiota diversa, mientras que la omisión de frutas y verduras limita el aporte de antioxidantes, polifenoles y vitaminas clave para el bienestar actual y futuro del niño.
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Nutrición y evidencia
Además, el escenario científico contemporáneo subraya que las dietas balanceadas, que combinan proteínas animales y vegetales, se asocian con menores riesgos de obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer, reforzando los beneficios de una alimentación variada desde la infancia.
En España, aunque la moda aún no ha arraigado con fuerza, los protocolos de alimentación infantil son claros: desde los seis meses se aconseja introducir pequeñas porciones de carne, pero siempre en combinación con verduras, frutas y cereales.















