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La generación Z se aleja del feminismo y cada vez más chicos niegan la violencia de género: 'No sirve para nada'

La clave, para muchos analistas, está en cómo se articula la pedagogía feminista en la era digital, en qué estrategias pueden recuperar la confianza de una parte de la juventud atrapada entre el rechazo a la autoridad.
La generación Z se aleja del feminismo y cada vez  más chicos niegan la violencia de género: 'No sirve para nada'
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Actualizado: 10:31 27/7/2025

En apenas cuatro años, el respaldo al feminismo entre los jóvenes ha descendido de forma significativa. Según el último informe del Instituto de la Juventud (Injuve), el porcentaje de personas menores de 29 años que se identifican con el feminismo ha pasado del 64% en 2019 al 54% en 2023. El apoyo a la igualdad de género, aunque sigue siendo mayoritario, también ha caído del 74% al 62%.

Esta tendencia es especialmente marcada entre los varones jóvenes: solo el 40,9% de ellos se declara feminista frente al 67,6% de las mujeres. La brecha de género en la percepción del feminismo no es nueva, pero se ha ensanchado con el tiempo, alimentada por fenómenos sociales como la digitalización del discurso público, el auge de las redes sociales y la influencia creciente de la llamada “manosfera” o esfera digital masculinista.

Una nueva generación, otra relación con el feminismo

"Creo que actualmente el feminismo no sirve para nada", declara Daniel de Pedro, de 22 años, en el reportaje de 20minutos. Considera que ya no existe desigualdad estructural entre hombres y mujeres, sino “relaciones de poder” más abstractas y que el movimiento feminista se ha vuelto “intrusivo”.

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Opiniones similares se repiten entre otros jóvenes entrevistados, como Diego García, quien rechaza la ley de violencia de género y considera que “los verdaderos problemas” son otros, como la inmigración.

Estos relatos personales encuentran eco en un contexto más amplio: el auge de discursos negacionistas sobre la violencia de género, que ha crecido también entre las chicas jóvenes (del 5,7% al 13,2% entre 2019 y 2023). En los chicos, el salto es más acusado: del 11,9% al 23,1%, según datos de Fad Juventud.

La ‘manosfera’ y la guerra cultural digital

Para el sociólogo Lionel Delgado, especialista en masculinidades y reacción antifeminista, esta desafección no puede entenderse sin el papel de las redes sociales y el modelo de negocio que las sustenta: “Las big tech han explotado el sentimiento de exclusión de algunos hombres para vender más”. Plataformas como TikTok, YouTube o foros como Reddit han alimentado una narrativa que presenta al feminismo como una amenaza, reforzando una “guerra de sexos” artificial en la que los hombres jóvenes encuentran identidad en la oposición al discurso igualitario.

Delgado señala también que la generación Z no solo muestra fatiga respecto al feminismo, sino también hacia otros marcos democráticos como los derechos humanos o el ecologismo. Un fenómeno amplificado, afirma, por la incertidumbre económica, la dificultad para emanciparse, la precariedad laboral y el descrédito de las instituciones.

Feministas en lo cotidiano, no en lo identitario

Aunque las cifras muestran una desconexión con la etiqueta "feminista", expertos y jóvenes coinciden en que muchas prácticas y valores del feminismo están plenamente interiorizados. Eugenia Cardona, de 27 años, cree que su generación vive con naturalidad muchos principios feministas: consentimiento, cuidado emocional, sexo ético… “Aunque se reniegue del término, en el día a día sí hay un cambio”, afirma.

Delgado lo confirma: “Nunca habíamos tenido una generación con el consentimiento tan interiorizado, con una expresión de género tan poco hegemónica o con tanta presencia del colectivo LGTBI+”. La ruptura, por tanto, no es tanto con los valores feministas, sino con su institucionalización, sus conflictos internos (prostitución, ley trans, ‘solo sí es sí’) y una falta de pedagogía adecuada.

Institucionalización y desgaste

Uno de los factores que explican la caída de apoyo, según Delgado, es que el feminismo ha alcanzado buena parte de sus objetivos en la esfera pública y legal. Esa victoria simbólica, sin embargo, ha generado un efecto paradójico: lo que fue movimiento de base ahora se percibe como parte del sistema. Y, por tanto, como imposición.

Ese es uno de los riesgos que atraviesan los movimientos sociales cuando se transforman en leyes, organismos o campañas oficiales. “Muchos jóvenes sienten que el feminismo ha invadido su esfera privada”, comenta Delgado. A eso se suma una fragmentación interna que ha debilitado la unidad movilizadora del 8M o de casos paradigmáticos como el de La Manada.

¿Retroceso o transformación?

A pesar del descenso en la autoidentificación como feministas, la conciencia igualitaria entre las nuevas generaciones sigue viva, aunque expresada en términos menos militantes o visibles. Como apunta la joven Julia Puerta, “lo que se rechaza no es la igualdad, sino el símbolo que representa hoy el feminismo”.

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