Trabajar con Steve Jobs no era tarea fácil. Su carácter exigente y su visión perfeccionista lo convirtieron en un líder tan brillante como implacable. Así lo ha revelado Andrea Cunningham, una de sus colaboradoras clave en Apple, quien asegura haber sido despedida hasta cinco veces por el cofundador de la empresa.
Una dinámica laboral impredecible
Pese a haber experimentado situaciones de abuso laboral, asegura estar "eternamente agradecida" con Jobs, lo que pone sobre la mesa el fenómeno de la disonancia cognitiva en entornos laborales tóxicos. Cunningham, especialista en marketing, jugó un papel fundamental en la construcción de la imagen de Apple, pero su relación con Jobs estuvo llena de altibajos. En una reciente entrevista, relató cómo fue despedida sin previo aviso mientras Apple aún le debía más de 30.000 dólares por su trabajo.
Cuando intentó reclamar el dinero, Jobs se negó a pagárselo hasta que ella encontró una estrategia: recordarle la importancia de su influencia con la prensa. "Steve, me debes 35.000 dólares y necesito ese dinero para pagar nóminas", le dijo. La presión surtió efecto, y no solo recuperó su dinero, sino que fue contratada nuevamente.
Un liderazgo que cruzaba la línea
El testimonio de Cunningham también expone el lado más oscuro de Jobs como jefe. Según su relato, el cofundador de Apple insultaba a sus empleados, criticaba su vestimenta y hasta les lanzaba objetos –aunque, según ella, nada demasiado pesado–. No obstante, en su visión, este tipo de trato la obligó a esforzarse más y a desarrollar una resiliencia que, con el tiempo, agradeció. Sin embargo, reconoce que muchas otras personas no lograron sobrellevar la presión y quedaron emocionalmente destruidas por su estilo de liderazgo.
¿Síndrome de Estocolmo laboral?
Esta visión romántica del abuso laboral encaja con lo que los psicólogos denominan "Síndrome de Estocolmo laboral". Se trata de un fenómeno en el que un trabajador termina justificando el comportamiento abusivo de su jefe, reinterpretándolo como una herramienta de crecimiento. En el caso de Cunningham, la disonancia cognitiva le llevó a normalizar la toxicidad de Jobs, al punto de agradecerle por haberla llevado al límite. Este fenómeno no es exclusivo de Apple: es un patrón que se repite en empresas con líderes carismáticos y exigentes, como Elon Musk o Jeff Bezos.

El problema de este tipo de discursos es que terminan glorificando el abuso en el entorno laboral y consolidando la idea de que el éxito empresarial justifica cualquier método. Convertir a líderes como Jobs en figuras casi mitológicas puede distorsionar la realidad de lo que significa un liderazgo saludable. Si bien es innegable su impacto en la industria tecnológica, su legado también abre el debate sobre los límites entre la exigencia y el maltrato en el mundo empresarial.