Netflix apuesta por el terror y la siempre confiable ciencia ficción. En los últimos meses, más allá de la idea de recuperar grandes estrellas de Hollywood y después de algún tropiezo mayúsculo como el de Estado Eléctrico, parece que está comenzando a sacarle partido a éxitos de taquilla de terceros. El último fenómeno en llegar al streaming no es otro que el de un pelotazo escalofriante con Ethan Hawke.
Netflix suma a su catálogo una película de terror que fue un fenómeno y pronto continuará con una secuela
Al final, todo horror parte de una base real, aunque se disfrace de lo sobrenatural. Es un modo de convertir lo más oscuro del ser humano en algo comprensible, de compartir el peso del miedo con una audiencia que encuentra en esas historias una forma de catarsis colectiva. Black Phone, sin ir más lejos, responde perfectamente a esta concepción del género.

En los últimos años, Blumhouse ha entregado una serie de producciones de terror con mayor o menor impacto, pero pocas han sido tan perturbadoras como Black Phone. Scott Derrickson adapta el relato de Joe Hill con una puesta en escena opresiva, llevando al citado Hawke a uno de sus roles más inquietantes. Ahora, la película aterriza en Netflix, ofreciendo a nuevos espectadores la oportunidad de sumergirse en su escalofriante propuesta.
La historia nos sitúa en un pequeño pueblo de Colorado durante los años 70. Finnley, su joven protagonista, sobrevive como puede a una vida marcada por la violencia doméstica y el acoso escolar. Su único apoyo es su hermana, pues su padre alcohólico solo añade más peso a su ya complicada existencia. Pero la verdadera pesadilla comienza cuando un enigmático secuestrador, que lleva tiempo acechando el vecindario, lo captura y lo encierra en un sótano insonorizado.
Dentro de esa habitación sin escapatoria, Finnley encuentra un viejo teléfono averiado… que, inexplicablemente, comienza a sonar. En un giro que introduce lo sobrenatural en el relato, el joven es capaz de escuchar las voces de las anteriores víctimas del secuestrador, interpretado por un Hawke que se entrega por completo a su faceta más retorcida. Para Derrickson, este elemento es más que una simple excusa narrativa: es un reflejo de los terrores infantiles que marcaron su propia vida.

La cinta, que tiene una impronta mucho más personal que los anteriores proyectos de Derrickson, incluidos los blockbusters como Doctor Strange, presenta algunas ideas realmente escalofriantes, tanto es así que ha garantizado una secuela.
Black Phone es una obra interesante, con destellos de gran cine de terror, y aunque lastra por sus contradicciones internas, entretiene. Con la secuela ya en camino, solo queda esperar que esta vez el terror logre encontrar un equilibrio más sólido entre lo personal y lo perturbador.