Una de las películas más discutidas de los últimos años, un desastre histórico de taquilla, llega al streaming. Megalópolis, el proyecto maldito de Francis Ford Coppola, desembarcará en streaming el próximo 18 de mayo, marcando un hito que va más allá del simple estreno: es el desenlace visible de una obsesión que ha consumido casi medio siglo.
El épico experimento de Coppola llega al streaming: ‘Megalópolis’ se estrena tras décadas de desarrollo y un estreno en cines nefasto
Lo hará en Movistar+ Plus, plataforma que también estrena este mes cintas como Twisters, Terrifier 3 o Venom: El último baile. Pero, por razones obvias, será el desmesurado experimento de Coppola el que centre todas las miradas. No obstante, hablar de Megalópolis es hablar de una película atípica, que el propio Coppola ha defendido como incomprendida y que no se conforma con existir: exige ser entendida, odiada o admirada, pero nunca ignorada.

Para muchos, este costoso experimento, es un filme que desde sus primeros pasos ha desafiado todas las normas del cine industrial, tanto en forma como en fondo. Y no lo ha hecho gratis: para levantarla, Coppola hipotecó su propio viñedo y arriesgó 120 millones de dólares de su bolsillo. Lo que para otros sería una ruina, para él era un acto de fe.
La semilla se plantó en 1977, cuando el director de El Padrino imaginó un paralelo entre la caída de Roma y el declive del sueño americano. Aquella intuición distópica, embrión de lo que hoy es Megalópolis, fue interrumpida por décadas de rechazos, crisis personales y atentados reales —el 11-S disolvió su primer intento de rodaje, cuando ya soñaba con Robert De Niro, Leonardo DiCaprio o Paul Newman como parte del reparto.
El argumento, en apariencia sencillo, no lo es tanto: en una versión alternativa de Nueva York rebautizada como Nueva Roma, un arquitecto idealista llamado Cesar Catilina (Adam Driver) sueña con transformar la ciudad en una utopía. Frente a él se alza el poder corrupto del alcalde Cícero (Giancarlo Esposito), en un relato que mezcla filosofía, grandilocuencia política y ciencia ficción decadente.

El reparto es digno de un blockbuster: Aubrey Plaza, Nathalie Emmanuel, Shia LaBeouf, Laurence Fishburne, Jon Voight, Jason Schwartzman y la propia Talia Shire —hermana del director— completan una alineación que no ha impedido a la crítica zarandear la cinta con furia. Y no sin motivos. Su montaje es confuso, las actuaciones parecen forzadas y la historia no termina de concretar aquello que propone. Pero incluso en su fracaso, hay algo profundamente magnético en Megalópolis. Como si asistiésemos al final de una era, o al testamento fílmico de un autor que, aun sabiéndose superado por su tiempo, ha preferido inmolarse antes que ceder.
Coppola, a sus 85 años, ya piensa en su siguiente proyecto. Ahora, tras un paso fugaz en cines, mientras tanto, el mundo podrá asomarse al abismo de su imaginación a partir del 18 de mayo. Puede que no guste. Puede que ni siquiera se entienda. Pero ignorarla sería un error histórico.