Aunque el continente australiano se desplaza a un ritmo apenas perceptible de siete centímetros por año, su destino geológico está sellado: en unos 20 a 30 millones de años, terminará chocando con Asia. Así lo afirmó en 2009 el profesor Zheng-Xiang Li, de la Universidad de Curtin, en Australia.
Este movimiento no es un hecho aislado, sino parte de un proceso cíclico que ha ocurrido repetidamente en la historia del planeta, como lo demuestra la separación de Australia de la Antártida hace 35 millones de años. El desplazamiento de Australia es resultado de su posición sobre la placa indoaustraliana, la más rápida del mundo.
Un choque que transformará la geografía y la biodiversidad
La colisión con Asia, según los expertos, no será un proceso pacífico: provocará un aumento en la actividad sísmica con terremotos más frecuentes e intensos, además de alterar el relieve y el clima de la región. Este tipo de fenómenos han sido recurrentes en la evolución de la Tierra, como en la formación de la antigua Pangea hace 300 millones de años.
Aunque la colisión está todavía a millones de años de distancia, sus efectos ya se hacen notar. Uno de los impactos más inmediatos ha sido la necesidad de corregir las coordenadas de los sistemas GPS en Australia en 1,8 metros para mantener la precisión geográfica. A largo plazo, la interacción de la placa australiana con Asia podría traer consecuencias significativas para la biodiversidad y la estructura geológica de ambas regiones.
La historia geológica demuestra que estos movimientos tienen un impacto directo en los ecosistemas. Cuando Australia entró en aguas tropicales hace millones de años, se dieron las condiciones para la formación de la Gran Barrera de Coral, uno de los ecosistemas más diversos del planeta.
En el futuro, la colisión podría generar nuevos paisajes y modificar los hábitats de la fauna autóctona, afectando a especies icónicas como los canguros y los koalas. El impacto en la fauna será incierto. Algunas especies podrán adaptarse a las nuevas condiciones, mientras que otras podrían enfrentarse a nuevos depredadores y competidores provenientes de Asia.
Este proceso de selección natural podría traer consigo la desaparición de algunas especies y la aparición de nuevos ecosistemas que, como en ocasiones anteriores, redefinirán el equilibrio biológico del planeta.















