Hwang Dong-hyuk no ha tenido reparos en verbalizar lo que muchos espectadores ya habían intuido: los villanos de El juego del calamar están inspirados, al menos en parte, en figuras de poder contemporáneas como Elon Musk. En una entrevista reciente con Time, el creador de la exitosa serie de Netflix abordó de forma directa los paralelismos entre sus personajes más despiadados y los grandes magnates tecnológicos que concentran cada vez más poder e influencia sobre el mundo real.
“Elon Musk está en todas partes hoy en día, ¿verdad? Todo el mundo habla de él”, señaló Dong-hyuk. “Después de escribir la tercera temporada, pensé: ‘Oh, algunos de los VIPs sí se parecen un poco a Elon Musk’”. Esta afirmación va más allá de la anécdota. Supone un posicionamiento político y narrativo que conecta la ficción distópica con una crítica explícita al modelo económico y social actual.
Cuando la élite deja de esconderse
La serie, conocida por su alegoría sobre la desigualdad extrema, ha retratado en sus temporadas a un grupo de millonarios que disfruta viendo a personas desesperadas luchar a muerte por una recompensa. En la última entrega, estos “VIPs” no solo observan: participan activamente en el asesinato. Para su creador, esto refleja un cambio en la forma en que las élites muestran su poder: “Antes, quienes realmente controlaban el sistema se mantenían en la sombra. Ahora son visibles. Se quitan la máscara voluntariamente, como para declarar: ‘Somos nosotros quienes estamos al mando’”.
No es la primera vez que Hwang recurre a la política global como fuente de inspiración. Desde su estreno en 2021, El juego del calamar ha sido interpretado como una crítica feroz al capitalismo salvaje, y su éxito internacional ha dado pie a múltiples análisis sobre el auge de las distopías económicas en el audiovisual contemporáneo. Pero en esta ocasión, el director y guionista da un paso más al asociar directamente a personajes ficticios con figuras reales como Musk, CEO de Tesla, SpaceX y la red social X.
¿Musk como antagonista moderno?
La elección de Musk no parece aleatoria. Su figura pública ha mutado con los años: de emprendedor visionario a símbolo de concentración de poder, pasando por sus recientes escarceos políticos con Donald Trump y su nueva aventura con el “America Party”. Su omnipresencia mediática y su influencia sobre temas tan dispares como inteligencia artificial, energía, transporte o libertad de expresión lo convierten, en palabras de Dong-hyuk, en un personaje que ya no se oculta tras bastidores.
La serie, según ha explicado el creador, busca exponer las contradicciones de un mundo en el que la desigualdad se ha vuelto espectáculo. En ese sentido, los VIPs de El juego del calamar —ricos, ociosos y crueles— encarnan no solo una crítica al lujo desmedido, sino también a la deshumanización que puede surgir cuando el poder deja de tener límites. Que algunos recuerden a Musk es solo un reflejo de cómo la realidad supera, o al menos alimenta, la ficción.
Netflix, entre el espectáculo y la crítica social
En un contexto en el que Netflix sigue apostando por contenidos globales con mensaje, la serie surcoreana se ha consolidado como uno de sus títulos estrella. La tercera y última temporada de El juego del calamar intensifica sus alegorías políticas, mientras mantiene una narrativa de alto impacto visual. La evolución de los VIPs —más violentos, más presentes— confirma que la crítica de clase ya no se insinúa: se exhibe sin ambages.
Dong-hyuk ha explicado que sus referencias no se limitan a una sola persona, pero reconoce que el perfil de algunos multimillonarios actuales encaja a la perfección con el retrato de sus antagonistas.















