El regreso del sello HBO al nombre de su plataforma de streaming, tras dos años de titubeos bajo la marca Max, se celebró como una operación de rescate simbólica: un intento por reconectar con la excelencia televisiva que durante décadas definió a la cadena responsable de Los Soprano, The Wire o Juego de Tronos. Sin embargo, la resurrección del nombre no vino libre de sacrificios.
Según informa Deadline, el primer acto de esta nueva etapa ha sido fulminante: HBO Max ha cancelado Duster, un thriller criminal ambientado en los años 70, cocreado por J.J. Abrams y LaToya Morgan. La decisión llega apenas una semana después de que finalizara la emisión de su primera —y ya última— temporada, estrenada originalmente el 16 de mayo bajo el aún vigente sello Max.
HBO Max fulmina la última serie de J.J. Abrams tras una única temporada y deja la historia sin cierre
Duster no solo contaba con el nombre de Abrams, creador de Lost y director de sagas como Star Wars y Star Trek, sino que también reunía al mítico Josh Holloway, inolvidable Sawyer de la isla, en el papel de Jim Ellis, un conductor de huidas atrapado en los engranajes del crimen organizado. Cuando sospecha que su jefe ha asesinado a su hermano, se alía con Nina Hayes (Rachel Hilson), la primera agente afroamericana del FBI, para destapar una red de secretos letales.
Pese al esfuerzo narrativo y un reparto repleto de rostros conocidos —Keith David, Donal Logue, Greg Grunberg o Camille Guaty entre ellos—, la serie no logró ganarse al público masivo. Duster no apareció ni una sola vez en el Top 10 semanal de Nielsen durante sus ocho semanas en emisión, una estadística demoledora en tiempos donde los algoritmos mandan más que las firmas.
Lo irónico es que Duster sí consiguió el favor de la crítica: Rotten Tomatoes registra un notable 92% de aprobación profesional, mientras que el público la valoró con un meritorio 83%. Aun así, ni esos números han bastado para convencer a HBO Max —ni a ninguna otra plataforma— de darle una segunda oportunidad. El cierre prematuro de Duster simboliza con crudeza la era que vive el streaming: aunque los grandes nombres aún pesan, las decisiones pasan cada vez más por el frío cálculo de la rentabilidad. Y ni siquiera J.J. Abrams escapa a esa lógica.















