En Hollywood no hay segundas oportunidades: cuando algo sale mal, solo queda levantarse. Francis Ford Coppola lo sabe mejor que nadie. El legendario director de El Padrino regresaba en 2024 con uno de sus proyectos más soñados y arriesgados, Megalópolis, una fábula que llevaba gestando desde los años ochenta y que mezclaba la Roma clásica con el Nueva York contemporáneo. Para garantizar su libertad creativa, el cineasta hipotecó su propio futuro y aportó más de 120 millones de dólares de su bolsillo, decidido a evitar cualquier intromisión de los estudios.
El resultado, sin embargo, no estuvo a la altura de la ambición. Ni el elenco estelar ni la magnitud del proyecto lograron salvarla: la película fue recibida con frialdad por la crítica, su campaña promocional se convirtió en un campo de minas y el público la rechazó de forma casi unánime. En taquilla, apenas superó los 15 millones de dólares, lo que convirtió a Megalópolis en uno de los mayores tropiezos de la carrera de Coppola. Y está preparando su próximo gran salto.
Francis Ford Coppola deja atrás Megalópolis y prepara en Italia su nueva película de época
Si algo define al director es su incapacidad para rendirse. Como en Apocalypse Now o en otras batallas artísticas que marcaron su trayectoria, Coppola ha decidido sacudirse el polvo y volver a empezar. Y lo hará antes de lo que nadie esperaba: este mismo año se sentará otra vez en la silla de director para rodar una nueva película, ambientada en la Italia de la década de 1930.
Según adelanta la prensa local, el proceso de casting arranca en octubre en localidades como Reggio Calabria, Scilla y Cosenza. La producción busca intérpretes con rasgos europeos y sin elementos propios de la estética actual -ni tatuajes visibles, ni cirugía, ni cortes de pelo modernos-, ya que la trama se sitúa en un periodo histórico concreto. Si se cumplen los plazos, el rodaje dará inicio en diciembre, con vistas a un estreno a principios de 2027.
Aún no hay título ni detalles sobre la historia, pero lo que resulta evidente es que Coppola no permitirá que su carrera quede reducida al eco de un fracaso. Como tantas veces a lo largo de su vida, el director demuestra que el riesgo forma parte de su ADN creativo y que incluso después de Megalópolis, su mirada sigue puesta en lo imposible. Lo que llegue con esta película -éxito o desastre- volverá, inevitablemente, a dar que hablar.
