La disputa entre Bill Gates y Elon Musk ha alcanzado un nuevo nivel de intensidad. El cofundador de Microsoft ha anunciado que gastará toda su fortuna, estimada en más de 200.000 millones de dólares, en las próximas dos décadas como respuesta directa a las decisiones del CEO de Tesla, a quien acusa de haber socavado los avances humanitarios de su fundación.
En una entrevista con Financial Times, Gates llegó a declarar que Musk es “responsable de matar a los niños más pobres del mundo”, en referencia a recortes malinterpretados por DOGE, una agencia vinculada a Musk, que canceló el envío de preservativos a Gaza al confundirlos con ayuda para Hamas.
Una rivalidad en ascenso
Esta acusación no es un exabrupto aislado, sino la última muestra de una rivalidad que lleva más de una década gestándose. Las diferencias ideológicas entre ambos magnates se agudizaron tras la iniciativa The Giving Pledge, impulsada por Gates, que Musk firmó en 2012 pero luego desestimó públicamente al calificar la filantropía como “una mierda”. Musk ha sostenido que el cambio real solo puede venir de la mano de soluciones comerciales como Tesla, mientras Gates ha defendido el rol de la ayuda directa y las infraestructuras sanitarias. La tensión escaló cuando se reveló que Gates tenía acciones en corto de Tesla, lo que Musk calificó de hipócrita y “de una falta de autoconciencia alucinante”.
En los últimos años, las declaraciones se han vuelto más personales y agresivas. Musk ha acusado repetidamente a Gates de sabotear sus esfuerzos medioambientales, mientras que el creador de Windows ha ironizado sobre sus ganancias con la caída bursátil de Tesla y criticado abiertamente el liderazgo de Musk en empresas como Twitter. Aunque Gates intentó mantener durante años una actitud diplomática, su nueva postura parece marcar un punto de inflexión. No solo planea disolver su fundación para 2045, sino que duplicará su gasto anual, pasando de 5.000 a 10.000 millones de dólares anuales en intervenciones sanitarias, educativas y climáticas.

Tienen visiones de futuro contrarias
Este giro no es meramente una batalla de egos entre titanes tecnológicos. Lo que está en juego es la visión del futuro: mientras Musk apuesta por una colonización espacial y tecnologías radicales para salvar a la humanidad, Gates cree que los problemas más urgentes siguen aquí, en la Tierra. Desde las vacunas hasta la lucha contra el VIH o el acceso a agua potable, la Fundación Gates ha invertido 100.000 millones en los últimos 25 años. Ahora, en lo que él llama su “etapa final”, invertirá el doble en la mitad del tiempo, buscando el máximo impacto social antes de retirarse definitivamente del mapa filantrópico.
La historia juzgará sus legados, pero de momento, Gates ha lanzado su ofensiva final con un mensaje claro: “la gente dirá muchas cosas sobre mí cuando muera, pero haré lo posible para que ‘murió rico’ no sea una de ellas”. Una declaración de intenciones que convierte su última cruzada no solo en personal, sino en política y cultural.