En un entorno donde el secretismo suele envolver las cifras salariales del personal militar, el testimonio del capitán Enrique Gil Cañete, piloto de caza en el Ejército del Aire y del Espacio, ha roto parcialmente ese silencio.
En una entrevista en el pódcast de Uri Sabat, el oficial reveló con naturalidad que su último sueldo neto fue de 2.790 euros al mes, antes de aplicar las bonificaciones fiscales asociadas a la paternidad.
Una de las profesiones más exigente y peligrosas no está bien pagada en España
La cifra ha llamado la atención no tanto por su cuantía, sino por la transparencia con la que fue compartida, especialmente tratándose de uno de los puestos más exigentes y especializados de las Fuerzas Armadas.
Gil Cañete, uno de los escasos 100 pilotos de caza activos en España, explicó además cómo varían las retribuciones dentro del escalafón. Un teniente recién incorporado al escuadrón, también con la capacidad para pilotar un F-18, percibiría aproximadamente 2.300 euros mensuales. Aunque el sueldo sube con la experiencia, el rango y la responsabilidad, la diferencia no es desorbitada, lo que refuerza el argumento de que la vocación sigue siendo el principal motor de quienes eligen esta carrera, más que una expectativa de enriquecimiento económico.
Desafíos físicos y mentales que se cumplen por vocación
Más allá de las cifras, la conversación abordó también los desafíos físicos y psicológicos de volar un caza de combate, una actividad que requiere años de formación y una preparación constante. A esto se suma el peso de la responsabilidad operativa en situaciones críticas, lo que convierte a estos profesionales en una élite técnica dentro de la estructura castrense. Sin embargo, como señalaba el propio piloto, los sueldos “son bastante públicos”, ya que están regidos por tablas salariales disponibles en el Boletín Oficial del Estado, a las que se añaden complementos según el destino, la antigüedad y la categoría.
El testimonio del capitán Gil Cañete pone también de relieve una realidad menos conocida: la estructura jerárquica militar no garantiza automáticamente ascensos más allá del rango de coronel. A partir de ese punto, los nombramientos son de libre designación y dependen de méritos y criterios políticos o estratégicos, no solo de la antigüedad. “Para general ya son cargos de libre designación”, explicó el oficial, dejando claro que incluso dentro de este mundo aparentemente rígido, el ascenso puede depender tanto del expediente como de la coyuntura institucional.
Poner cifras concretas a uno de los trabajos más exigentes de la administración pública permite dimensionar su retribución real, compararla con otras profesiones cualificadas y, quizá, abrir el debate sobre si los sueldos actuales se ajustan al nivel de exigencia y riesgo que implica subirse cada día a un avión de combate.















