El superyate Dragonfly, propiedad del cofundador de Google, Sergey Brin, ha atracado en Málaga, consolidándose como el barco privado más caro en visitar la ciudad andaluza. Con 142 metros de eslora y un peso de 9.408 toneladas, esta nave no solo impresiona por su tamaño, sino también por su sofisticación tecnológica y sus lujos, que convierten a su tripulación y pasajeros en testigos de un ecosistema oceánico autónomo.
El megayate del gigante tecnológico atraca en España: 142 metros, 450 millones de coste y energía de 580 hogares
Su construcción tuvo un coste de 450 millones de dólares y está equipada con un sistema denominado "carga de hotel", que activa automáticamente funciones esenciales cuando el barco está apagado. Entre ellas destacan iluminación, sistemas hidráulicos de estabilización, ascensores, galeras, lavaderos, complejos de spa y piscinas, y especialmente el sistema HVAC, responsable de mantener temperatura y humedad óptimas a bordo. Según expertos, este sistema es también el mayor consumidor de energía del Dragonfly, por encima de la iluminación y el tratamiento del agua.
En comparación con yates convencionales, cuyo consumo oscila entre 300 y 1.000 kilovatios diarios, el Dragonfly registra 16.800 kWh al día, equivalente al consumo eléctrico de 580 hogares estadounidenses. Esta voracidad energética se traduce en costes portuarios diarios de entre 3.864 y 8.400 euros, si consideramos que los aranceles se calculan según el consumo de hasta 7.200 kWh.
A estas cifras hay que sumar el mantenimiento, el aprovisionamiento y el combustible, que en conjunto pueden superar los 30 millones de dólares anuales, lo que convierte al Dragonfly en uno de los símbolos más extremos del lujo tecnológico sobre el mar. La llegada de este megayate a Málaga no solo genera expectación, sino que también evidencia el nivel astronómico de inversión y gasto que requiere una embarcación de estas características.















