China marca el aniversario de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación con una mezcla de ceremonialismo y demostración técnica.
En su 76.º cumpleaños, la conmemoración se ha materializado en un vídeo oficial que traza la evolución de la aviación militar china y deja al descubierto, por primera vez en una proyección pública, una imagen intrincada: un dron furtivo GJ-11 Sharp Sword volando en formación junto a un caza J-20 y un avión de guerra electrónica J-16D. No es solo espectáculo; es un aviso sobre hacia dónde se orientan las doctrinas de combate aéreo.
China revela el poder del J-20: el caza más letal de su historia ahora dirige drones GJ-11 con 1.500 km de autonomía
Las secuencias, emitidas por la televisión estatal CCTV, muestran al GJ-11 saliendo de su hangar, acoplándose al escuadrón y operando como un elemento aparentemente autónomo dentro de la maniobra. El plano no pretende ser un simple catálogo de hardware: presenta una coreografía operativa en la que sigilo, alcance y capacidades de interferencia se combinan para construir una nueva arquitectura de combate. La contundencia visual sirve como declaración estratégica.
Lastest drone showcased in Chinese PLA Air Force's microfilm
— China Military Bugle (@ChinaMilBugle) November 11, 2025
To mark the 76th founding anniversary, the Chinese #PLA #AirForce released a microfilm titled "Far-Reaching Dreams" on Tuesday.
The microfilm released footage of a #GJ11 stealth #drone teaming up with a #J20 stealth… pic.twitter.com/WpFZLYygOc
Expertos citados en prensa oficial han valorado la pieza como la primera exhibición pública de cooperación organizada entre plataformas tripuladas y no tripuladas de la Fuerza Aérea china. Desde ese prisma, la asociación tiene sentido táctico: el J-16D como brazo electrónico que degrada y confunde defensas, el J-20 como vehículo furtivo que penetra capas de protección enemiga, y el GJ-11 como punta avanzada o “ala leal” capaz de reconocimiento armado y ataques en zonas de alto riesgo. Juntos, forman capas complementarias destinadas a anular y superar sistemas antiaéreos.
No se trata de una tendencia exclusiva de Pekín. En otros escenarios globales, programas militares exploran conceptos semejantes que integran guerra electrónica, cazas de nueva generación y drones colaborativos. Pero las imágenes chinas sugieren un tránsito desde la teoría hacia la práctica: ejercicios y ensayos que buscan ensamblar sistemas heterogéneos en equipos coherentes y coordinados.
El GJ-11, reaparecido con contadas apariciones desde 2019, encarna esa ambición: diseño de ala volante, bahía interna de armamento y soluciones que facilitan su embarque naval. Aunque los datos oficiales brillan por su ausencia, su presencia en formación revela el empeño por dotar a la flota aérea de un actor no tripulado integral y versátil. La era de la aviación colaborativa ha comenzado, y sus implicaciones son profundas.















