Hay algo casi mágico en ver a una estrella del pop mundial pasearse por las salas vacías del Museo del Prado, sin turistas alrededor ni flashes prohibidos, solo ella, su cámara, y El Bosco.
Dua Lipa, en una maniobra de promoción cuidadosamente medida —y ejecutada con el museo cerrado al público—, aprovechó su parada madrileña para visitar su cuadro favorito, El jardín de las delicias. El resultado: una tormenta de likes, reacciones cruzadas en redes y un viejo debate reactivado a golpe de trending topic. No son pocos españoles los que piensan que esta maniobra publicitaria es clasista y absurda.
Críticas al Museo del Prado por cerrar para Dua Lipa: “El arte no es solo para famosos”
Porque, aunque suene a titular del futuro, el arte y los algoritmos están más cerca de lo que parece. Museos como el Prado, los Uffizi o el MET llevan años jugando en el tablero de la visibilidad digital. La presencia de figuras como Chiara Ferragni en Florencia o Beyoncé en el Louvre no es casualidad, sino parte de una estrategia deliberada de apertura (y modernización) de instituciones que durante décadas parecían impermeables a las modas.
La fórmula incluye sesiones privadas, contenidos exclusivos, estética cuidada y un mensaje claro: el arte también puede ser viral. El Prado, en particular, ha afinado el equilibrio entre divulgación y entretenimiento, con una cuenta de TikTok que mezcla rigor y humor, y una estrategia en redes que ha enamorado incluso a públicos que jamás pisarían una pinacoteca.
Eso sí, no todo es aprobación. Las críticas surgen rápido: ¿por qué Dua Lipa puede hacerse fotos cuando el resto no? ¿Es lícito cerrar un museo para una estrella? ¿No se trivializa el arte al poner el foco en quien posa delante del cuadro? Son preguntas legítimas, que ponen en tensión el viejo canon museístico con la nueva lógica de la atención. En las últimas horas, el enfado ha ido a más, generando un ruido mediático sin precedentes y arrojando un debate sobre este estilo de promoción.
Pero lo cierto es que algo está cambiando. Y si el arte vuelve a ser “cool” para las nuevas generaciones, tal vez no sea solo por los filtros o los likes, sino porque alguien —en TikTok o frente al Tríptico del Bosco— está sabiendo contar bien la historia.
