El eco de la multitud todavía resuena en los pasillos vacíos del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga. Apenas unas horas después de clausurar su primera edición, la San Diego Comic-Con Málaga ya forma parte de la historia reciente de la ciudad: cuatro días de maratón cultural que han dejado cifras espectaculares, colas interminables y un debate abierto sobre cómo afrontar el futuro. Ahora, con el telón bajado y el recinto recuperando la calma, la organización entra en un periodo de reflexión imprescindible antes de pensar en 2026.
Comic-Con Málaga bate récords de asistencia y mira a 2026: “Es momento de aprender y corregir errores”
El éxito de público resulta innegable: cerca de 120.000 asistentes cruzaron entre el jueves y el domingo el arco de “Welcome Héroes” que daba paso al recinto. Una cifra histórica que casi iguala a la Comic-Con original de San Diego, que ronda los 125.000 visitantes. El propio presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, lo subrayó durante la clausura del domingo, al recalcar que pocos esperaban alcanzar ese listón en una primera edición fuera de la sede norteamericana.
La otra cara de la moneda fueron las colas. El elevado flujo de visitantes derivó en largas esperas para acceder tanto al recinto como a la codiciada sala de exposiciones, epicentro para aficionados al cómic, la ciencia ficción y la cultura popular. Con un único acceso habilitado -apenas dos puertas para todo el Fycma-, el tránsito se volvió lento y tedioso, y no fueron pocos los que pasaron horas antes de disfrutar de los stands, charlas o talleres.
La organización tuvo que improvisar soluciones: instalar vallas para ordenar las filas, ampliar horarios el sábado en la zona de expositores y permitir, desde el segundo día, la entrada de comida y bebida. Aun así, queda claro que la distribución de espacios y la circulación interior se han convertido en uno de los grandes retos de cara a 2026. Moreno lo admitió sin rodeos: "La primera edición siempre es la más difícil. Ahora toca aprender de los errores y corregirlos".
Más allá de los inconvenientes, el impacto económico estimado -50 millones de euros para la ciudad- y la relevancia internacional del evento confirman que Málaga ha conseguido situarse en el mapa de las grandes citas culturales. Para el futuro, el objetivo pasa por ampliar la superficie y garantizar mayor comodidad para el público, que ya espera con impaciencia el regreso de esta convención que, pese a sus sombras, ha marcado un antes y un después en la oferta cultural de la capital andaluza.















