Pocas figuras hay más indisociables del western que Clint Eastwood o John Wayne, leyendas vivas —o casi míticas— de un género que ayudaron a esculpir a golpe de pólvora, mirada entrecerrada y justicia por mano propia. Pero ni siquiera ellos fueron inmunes al desencanto. De hecho, ambos tenían en su punto de mira ciertos títulos que detestaban con una intensidad casi visceral.
Mientras que el Duque renegaba de Solo ante el peligro, una de las obras cumbre del género, Eastwood no tenía reparos en lanzar dardos envenenados contra Missouri, un western crepuscular protagonizado por Marlon Brando y Jack Nicholson que, para el director de Sin perdón, era poco menos que una caricatura sin rumbo.
Ni John Wayne soportaba ‘Solo ante el peligro’ ni Clint Eastwood tragaba ‘Missouri’: los cowboys también odian el western
La confesión vino en boca del propio Eastwood en el libro Clint Eastwood, escrito por Christopher Frayling en 1992. Allí no se cortaba un pelo al hablar del filme dirigido por Arthur Penn (Bonnie and Clyde), al que consideraba poco menos que una pérdida de tiempo, un capricho desganado de dos estrellas que se pasaron el rodaje entre bromas, desplantes y alguna que otra salida de tono.

Missouri, estrenada en 1976, contaba la historia de un grupo de cuatreros que, tras perder a uno de los suyos, buscan venganza contra el ranchero que creen responsable. Este, a su vez, contrata a un justiciero para acabar con ellos. La premisa prometía tensión y drama polvoriento, pero, según Eastwood, el guion era tan endeble como una carreta sin ejes. "No tenía un buen libreto", lamentó el actor y director. "Y obviamente ellos también lo sabían. ¿Por qué si no iba un tipo a vestirse como su propia abuela? Brando debió pensar: 'Aquí no hay nada. Así que me lo voy a pasar bien'. Y se fue a hacer el payaso".
El rodaje, según cuentan, fue un auténtico circo. Brando se dedicaba a besar a miembros del equipo, enseñar el trasero sin venir a cuento y hacer lo que le daba la gana. Nicholson, algo más comedido, tampoco parecía muy comprometido. Penn, por su parte, optó por dejar hacer, dejando que el caos campara a sus anchas.
La película fue un batacazo en taquilla. Costó 10 millones y recaudó 14 en Estados Unidos, una cifra escueta si tenemos en cuenta que solo Brando y Nicholson se llevaron entre ambos más de 2 millones de dólares y, además, negociaron una parte de los beneficios. La crítica fue más benevolente, pero el público y buena parte de la industria no la recuerdan con cariño. Y Eastwood, mucho menos. Para él, Missouri era un “western ridículo”, una parodia involuntaria de un género que siempre había exigido más sobriedad y respeto. Missouri sigue disponible en MGM+ y es un buen recordatorio de que, incluso entre cowboys de leyenda, no todo lo que reluce en el salvaje oeste es oro.