En pleno centro de Madrid, a pocos metros del Congreso de los Diputados, ha florecido un negocio que parece sacado de Ibiza pero pensado para la capital: clínicas privadas 24 horas que ofrecen atención médica exprés a turistas y expatriados. El rótulo de “Doctor 24 horas” en la calle Virgen de los Peligros es solo la cara visible de un modelo que se expande con rapidez en los principales destinos turísticos españoles y que vende, junto a consultas básicas, tratamientos intravenosos de moda como los “cócteles antiresaca” a precios que pueden superar los 1.000 euros.
El servicio promete lo que muchos viajeros buscan: disponibilidad inmediata, médicos que hablan inglés y atención en hoteles o apartamentos sin necesidad de cita previa. Pero la comodidad tiene un coste desorbitado. Testimonios en internet hablan de consultas de 150 a 200 euros por una simple revisión, con diagnósticos que en ocasiones terminan derivando al paciente a clínicas privadas de mayor precio. Frente a esa experiencia, otros usuarios alaban la rapidez y la profesionalidad de terapias intravenosas cargadas de vitaminas, un producto estrella que se vende como cura para el cansancio, la resaca o incluso el envejecimiento.
Lujo exprés y precios de turista
Estos tratamientos, que incluyen infusiones de suero con vitamina C, complejo B o NAD+, han ganado popularidad en Estados Unidos y ahora desembarcan con fuerza en España. Las reseñas, sin embargo, reflejan un mercado irregular: mientras unos clientes aseguran sentirse revitalizados, otros denuncian sesiones mal aplicadas o de duración inferior a la recomendada por especialistas. Lo que sí parece constante es la lógica de lujo y urgencia que rodea el negocio: atención personalizada, pago inmediato y precios pensados para bolsillos acomodados.
La expansión no se limita a empresas españolas. Cadenas norteamericanas como Drip Hydration han desembarcado en Madrid ofreciendo menús de tratamientos a domicilio: 350 euros por un gotero vitamínico para la energía, 449 por una “terapia antiresaca” o casi 1.000 por un protocolo intensivo de NAD+. Con el reclamo de enviar “médicos y enfermeras titulados” directamente a la habitación del hotel, refuerzan la idea de que la salud puede ser también un servicio premium dentro del paquete turístico.
Del gotero al modelo de negocio
Frente a este auge privado, el sistema sanitario público insiste en que todos los visitantes extranjeros tienen derecho a asistencia en hospitales españoles. La diferencia está en cómo se factura: los europeos pueden recurrir a la Tarjeta Sanitaria Europea, mientras que otros turistas deben costearlo a través de seguros de viaje o de forma directa. La paradoja es evidente: mientras unos desembolsan cientos de euros por un gotero en un hotel, otros reciben tratamiento hospitalario completo sin coste adicional.
El fenómeno plantea un debate más amplio sobre la mercantilización de la salud y la normalización de terapias de dudosa eficacia clínica en un contexto de turismo masivo. Madrid parece estar replicando un modelo ya consolidado en Ibiza, donde las clínicas privadas para turistas han encontrado un nicho muy rentable.















